A este partido llegaban ambos equipos con la imperiosa necesidad de volver a ganar para ganar oxígeno en la pelea por la permanencia. En el primer minuto, el delantero Borja, del Loñoá, se fue por velocidad hacia la portería contraria, pero su remate final lo controló sin problemas Hugo.
La respuesta del Ribadavia llegó con un zurdazo del ‘pichichi’ Íker que se marchó cerca del palo izquierdo. El intercambio de golpes lo continuó Pichi con un buen disparo que se fue sobre el larguero. El partido entró en un período de mucha entrega e intensidad en el juego, pero ambos buscaron la manera de cerrar filas para no verse sorprendidos, aunque José estuvo cerca de marcar viendo al portero adelantado, pero el balón pasó muy cerca de la cepa del palo.
Las emociones más fuertes llegaron antes del descanso. Una internada de Fabián por la banda derecha cuyo posterior remate lo acabó salvando el central Diego con el cancerbero Álvaro totalmente superado. De lo que pudo ser el 1-0, el Loñoá estuvo muy cerca de transformarlo en el 0-1, pero en esta ocasión Lorente, libre de marca, estremeció el palo izquierdo con su potente tiro.
La historia de este encuentro cambió radicalmente en la segunda parte, en la que los visitantes leyeron mejor las fisuras de su rival y fue de esa manera que llegaría el 0-1. Falta lateral al corazón del área que alcanzó Diego a peinar hacia la derecha donde Borja, libre de marca clavó un fortísimo disparo imposible de parar para Hugo. Más tarde pudo aumentar la ventaja cuando el oportuno cruce de Alfonso impidió el remate franco de Martín.
Los dirigidos por Guillermo González se mostraron como un equipo más compacto defensivamente y que a la contra hacía temblar los cimientos de un Ribadavia sin ideas y con la brújula apuntando hacia otro punto cardinal.
No iba a extrañar que el Loñoá se colocara 2-0 y dejara mucho más encarrilado el partido. Martín comandó un buen contragolpe visitante abriendo a la banda derecha por donde llegó libre de marca Borja para conectar con precisión su disparo cruzado que se coló por el palo largo.
A estas alturas el Ribadavia andaba por el campo como un pollo sin cabeza. Ni los cambios le dieron un atisbo de mejoría y lo peor es que Bruno e Íker, sus dos referencias ofensivas, jamás pudieron complicar a una defensa contundente y que no dio prácticamente concesiones, con lo cual el rostro de resignación en los jugadores locales era todo un poema.
El Loñoá volvió a poner en práctica la fórmula del contragolpe para terminar por sentenciar definitivamente el partido. Roberto, junto a Lorente, los estrategas del mediocampo, colocó una excelente asistencia al corazón del área que terminó resolviendo Antón con un tiro ajustado al palo izquierdo. Era el 0-3 y el pescado totalmente vendido.
Los minutos finales fueron más un castigo para el cuadro ribadaviense que observada impotente como su oponente no bajaba el pistón y continuaba jugado como si el mismo estuviese igualado en el marcar. En el cierre del encuentro pudo llegar un cuarto tanto para el conjunto rojo. El recientemente ingresado Seguín se tomó el atrevimiento de probar fortuna con un tiro cruzado que lograba despejar, con apuros, el portero Hugo hacia un costado. Era el final de un suplicio y de un futuro bastante incierto para los anfitriones.
