Silencio, llega La Vuelta

Ourense 3/11/20
Preparativos en vistahermosa y seminario de la vuelta ciclista a España

Fotos Martiño Pinal
La ronda española vuelve a tener llegada en Ourense después de 25 años, pero la meta situada en el Seminario Mayor estará cerrada al público

La Vuelta España vuelve a Ourense y esta vez le toca a la capital de una provincia que llegó a darle nombre a la ronda en 2016 y que repitió experiencia en 2018. Pero le faltará lo más importante. Como en los demás deportes, la "nueva normalidad" le quita su objetivo, los aficionados para los que se esfuerzan los protagonistas y para los que lucen las marcas que hacen posible que el show no se detenga.

Unipublic ha sido capaz de consolidar su producto desde hace años y confirmarlo como una de las marcas más reconocibles y una de las inversiones más rentables. En este 2020 ha conseguido el más difícil todavía. La Vuelta le ha puesto puertas al campo y ha evitado que los aficionados acudan a animar a los ciclistas en los metros decisivos. En el Seminario Mayor, donde está la meta, los únicos privilegiados que verán a los ciclistas serán los que tienen allí residencia.

Para el resto de los ourensanos la barrera se bajará mucho más abajo. Les tocarán seguir el paso del pelotón y de los escapados, si los hay, cruzando el Miño en las dos direcciones. 

Antes de las cuatro y media de la tarde llegará La Vuelta por la N-120. Desde Monforte seguirán río abajo hasta cruzar por la Ponte do Milenio. 

La zona de A Ponte dará paso a unos kilómetros en los que los corredores pasarán por Palmés, Trasalba o Untes. Un tramo en el que está situada una de las pocas ascensiones de la jornada 14 de La Vuelta. A 22 kilómetros de la meta está el Alto da Abelaira, de tercera categoría.

Y regreso a la capital. Poco antes de las cinco de la tarde está previsto que pasen de nuevo los corredores. Esta vez cruzarán el río por la Ponte do Ribeiriño (Novísimo) y para encarar ya los dos últimos kilómetros de una etapa que debería favorecer las aventuras en solitario.

"La etapa discurrirá en un terreno rompe piernas, típicamente gallego, que no permite hablar de media montaña pura. Los equipos de sprinters, ante la previsible falta de control, deberían consentir la victoria de la fuga", analiza Fernando Escartín una jornada en la que el maillot rojo no debería estar en juego. 

Unos 50 kilómetros en los que los aficionados ourensanos podrán aplaudir a los corredores de una etapa que se parece muy poco al ideario inicial. Entonces, a finales de 2019, la jornada correspondería a la etapa 17, tendría a la Ribeira Sacra como escaparate inmejorable y el centro de la ciudad como punto y final.

Ahora, como La Vuelta en sí, el éxito ya lo supone el poder disfrutar con mascarilla y a distancia o desde la televisión de una prueba que seguro volverá a tener la oportunidad de renovar más adelante un idilio indiscutible con Ourense. Esta vez toca presumir de ciudad y de prueba sin alzar la voz.

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