Minimizar el impacto o la influencia del deporte en la sociedad es un pecado que no pocos cometen. Con un tono de desprecio ciertamente reconocible, se escucha mucho eso de “pero si solamente es deporte”. A los descreídos de este mundo les recomendaría pasarse por algún partido o torneo, especialmente, en esta época del año. O que ponga la televisión dentro de ese amplio abanico de opciones. Son los momentos de la verdad de la temporada. El trabajo de todo un año se pone sobre la mesa en un abrir y cerrar de ojos. Tiempo de play off, de promociones o eliminatorias. Tienen más color especial que Sevilla. Las emociones a flor de piel. Para bien o para mal.
Lo vivimos en el Pazo el sábado. Puro COB, puro sentimiento. A kilómetros de distancia, en tierras de Ayuso, el ascenso del Ourense CF con el encanto que también tiene hacerlo lejos de casa con un desplazamiento de los que siempre se recuerdan. A nivel nacional o continental, la Euroliga que se le escapó al Madrid por un pelo. Mires donde mires, emoción a raudales y miles de aficionados sufriendo, celebrando o llorando.
Porque hasta en la derrota, las eliminatorias son especiales. Caer en ese ambiente duele pero da aún más nobleza a perder. Que se lo digan al Navarra en el Paco Paz, que dignificó aún más el triunfo cobista. Deporte y vida, unidos pese a quien le pese.
