El gimnasta Carlos Eduardo Novelle encuentra en su madre el asidero perfecto para poder estar en noviembre en Sofía

Una tarta, un Mundial

Jenny y su hijo Carlos Eduardo, ayer con uno de los bizcochos de chocolate que deben llevarle al Mundial. (Foto: XESÚS FARIÑAS)
Del 14 al 17 de noviembre tendrá lugar en la capital de Bulgaria, Sofía, el campeonato del mundo por edades de gimnasia. Varios son los convocados de dos clubes ourensanos, Pabellón y Burgas.
Uno de ellos es Carlos Eduardo Novelle. Y ahí empieza el problema. O no. Cada gimnasta tiene que pagarse el viaje y la estancia, gasto que la madre de Carlos Eduardo, Jenny, estima en alrededor de 1.500 euros. Y no los tiene. Pero quiere que su hijo vaya al campeonato. ¿Qué hacer?

'Me han dicho que otros gimnastas ya pasaron por esto en años anteriores, sólo que sus padres sí pudieron reunir el dinero y nada salió a la luz. Pero yo no lo tengo y no me resigno a que mi hijo se quede sin una competición para la que ha hecho los puntos necesarios', resume su madre.

¿Qué hacer? Bizcochos de chocolate. 20 euros por cada uno. A día de hoy ya lleva vendidos 19. Una simple multiplicación hace la cuenta, deberá vender 75 para llegar a los 1.500.

'Se me ocurrió mandarle un was a mis amistades, en plan reto solidario. Lo que no pensé es que fuese a correr como la pólvora. He recibido muchas llamadas, llamadas de gente indignada y también de otros que piensan que todo esto es una mentira', relata Jenny, que contra lo que pudiera parecer no es cocinera. Ni repostera.


UNA MADRUGADA

'Se me ocurrió un día a las dos y media de la madrugada, con todo el corazón. Se me da muy bien hacer bizcochos de chocolate, suelo llevar uno cuando me invitan a un cumpleaños o simplemente a comer. Me gusta ver la cara de felicidad de la gente. Lo que pasa es que no pensé que iba a encontrar una respuesta tan pronto. Ni tanta colaboración. En sólo un día recibí más de diez pedidos, a día de hoy llevo 19 tartas. Sí, cada tarta cuesta 20 euros, pero es que la mitad se me van a mí en los ingredientes, el horno...'. Y servicio a domicilio porque ella misma aparece con la tarta salvo que el cliente vaya a buscarla.

'Sí, todo esto se me ocurrió a mí, me relajo mucho cuando cocino. Me gusta transmitir sentimientos y cada uno lo hace a su manera, cuando llevo una tarta estoy diciendo todo que le aprecio a una persona', remarca.

¿Qué dice su hijo, qué dice el gimnasta? 'Uf, está que me quiere matar... Me dice, ¿pero no te da vergüenza...? Yo siempre le digo que no conozco otra forma de conseguir las cosas que con trabajo. Y mi hijo trabaja, todos los días de la semana de lunes a sábado'.

'Se me ocurrió lo de la tarta como se me podía haber ocurrido cualquier otra cosa. Antes de eso le había mandado correos a la Fundación Amancio Ortega o al dueño de Mercadona porque me habían dicho que apoyan mucho el deporte. No recibí respuesta y decidí probar con esto', finaliza.

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