De Verín hasta Hamburgo con voluntad de hierro para el Ironman

Roberto, Luis y Andrés, tras cruzar la línea de meta en Hamburgo. CEDIDA
photo_camera Roberto, Luis y Andrés, tras cruzar la línea de meta en Hamburgo. CEDIDA
Los verineses Roberto, Luis y Andrés completaron con éxito un Ironman, una prueba de máxima exigencia

No son pocas las hazañas deportivas que empiezan con un “no hay ‘narices’ a…” y Roberto Pérez, Luis Losada y Andrés Gonzalo, tres jóvenes de Verín, lo saben bien. Lo que vino después de esos puntos suspensivos fue, ni más ni menos, que hacer un Ironman, una de las disciplinas más exigentes. Para el cuerpo y para la mente.

Consiste en cubrir 3,8 kilómetros de natación, 180 de ciclismo y 42,2 (una maratón) de carrera a pie. Y en ese proyecto se embarcaron estos tres verineses. Luis fue el que “tiró del carro”. Tenía experiencia. Había hecho tres en Vitoria. Sus amigos, vírgenes en una experiencia de las que cambia a uno por dentro y por fuera. Hamburgo fue el destino elegido. Y coincidió con el Campeonato de Europa de esta modalidad. Rodeados de los mejores especialistas, los tres sufrieron, disfrutaron, completaron el reto y cerraron con éxito un proceso común con diferentes motivaciones.

“O ano pasado, tristemente, faleceu o meu pai de cáncer. Así que o deporte, o feito de estar conmigo mismo, víñame ben para levalo. Foi un motivo fundamental para embarcarme nisto. Luis foi o que nos picou para comezar a preparar o Ironman fai un case un ano, dende setembro do 2022. Nos tíñamos unha base de preparación, claro, pero houbo que adestrar duro”, recuerda Roberto.

Para él la prueba fue una especie de catarsis. “Remato coa sensación de disfrute, non de sufrir. Unha euforia moi grande, coa xente animando. Logo volves á vida real e notas o contraste, que non hai tanta axuda. Na carreira a pe, a maratón paseino coma un neno pequeno. Xente do público que leva horas agardando para animar a todos, tamén aos amateur. A última volta fíxena abrazándome a todo aquel co que me cruzaba”.

La ciudad alemana fue la elegida por presentar un recorrido plano, sin desnivel, que no intimidase demasiado en los momentos previos. “Tampoco había que pasarse para ser la primera vez”, apunta Luis, el “culpable” de la aventura. “Estoy para otro. Ellos iban más de novatos, yo ya sabía lo que era, que la experiencia siempre ayuda. Que al ser un Europeo aquí todo el mundo iba con el cuchillo entre los dientes. Y lo podían haber hecho más rápido eh. Fueron un poco de ‘señoritos’ en las transiciones, que se cambiaban de traje y todo para no ir mojados”, bromea el verinés.

No es aconsejable hacer lo que hicimos, pero lo pasamos muy bien. En lo físico, al principio los nervios y la tensión me jugaron una mala pasada, pero después aguanté. Psicológicamente, hay que ser fuertes para, en los momentos malos, decir ‘tiro para delante’. Eso es lo difícil, la cabeza es lo más peligroso”, recuerda Andrés, la otra pata del trío. Ahí hay unanimidad. Se necesita una preparación mínima, sí, pero sobre el terreno es la mente la que quita y da alegrías.

Para estar en la línea de salida, además de sacrificios de físico y tiempo, tocó racarse el bolsillo. “Los ahorros de uno, las empresas de los otros, pero allí estuvimos”.

Los tres entraron juntos, Roberto y Luis clasificándose en la franja de edad de 35 a 39 años y Andrés en el gupo de 30 a 34. Atrás quedaron más de 14 horas de apretar los dientes, repasar el santoral de arriba abajo en los malos momentos y contener la emoción al atisbar la recta de meta. Sus parejas esperaban para que la recompensa fuera mayor “en una ciudad preciosa, en una prueba de una dimensión muy grande donde tratan a los amateurs como si fueran profesionales”, coincide el trío.

La experiencia anima a repetir. Y ya tienen destino. “Hemos apuntado Niza, para el año que viene”. Quieren más. No hay kilómetros que puedan frenar una voluntad de hierro forjado. Sufrir y disfrutar no siempre son contrarios.

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