El bronce conquistado en Brasil supone la continuidad de la plata cosechada en el Europeo de Macedonia en 2008

Las españolas ratifican el asalto a la élite mundial

Aguilar trata de superar la marca de dos rivales. (Foto: S. MOREIRA)
La medalla de bronce conquistada en el Mundial de Brasil ratifica la presencia de la selección española en la élite del balonmano femenino, en la que irrumpió hace tres años con la sorprendente plata cosechada en el campeonato de Europa de Macedonia 2008.
Un éxito que España corroboró un año más tarde en el Mundial de China, en el que las de Jorge Dueñas lograron una brillantísima cuarta plaza que confirmaba la vocación de permanencia de una selección convencida ya de su capacidad de competir de igual a igual con los mejores equipos del planeta, a los que no hace tanto tiempo miraba desde la distancia.

La selección española tiene en su carácter irreductible su principal seña de identidad. El coraje le permite superar el importante lastre que suponen sus carencias en el lanzamiento exterior, acrecentadas por la ausencia de Beatriz Fernández, que obligan a desplegar un arriesgado juego que se ve penalizado con numerosas pérdidas de balón.

Un problema que las de Jorge Dueñas subsanan gracias a su intensidad defensiva, sin duda la mejor arma de la selección, así como la notable aportación de la portería, con una extraordinaria Silvia Navarro a la cabeza, sin la que sería imposible explicar la medalla de bronce conquistada en Brasil.

Pero no sólo en el sobresaliente papel de Silvia Navarro hay que buscar la clave del éxito español, que ha vivido en Brasil la consagración definitiva de dos de las jugadoras que están destinadas a marcar el futuro de la selección, la lateral Nerea Pena, de 22 años, y la extremo Carmen Martín, de 23, elegida mejor exterior derecho del Mundial.

Una pareja que se ha convertido en el complemento perfecto a la tripleta que conforman las ya consagradas Marta Mangué, Macarena Aguilar y Eli Pinedo, cuyo decisivo gol en los cuartos de final ante Brasil figura ya en la memoria colectiva del balonmano español.

Sin olvidar a la pivote Verónica Cuadrado, que especialmente en defensa ha hecho olvidar durante muchísimos minutos la ausencia de Begoña Fernández, una de las máximas responsables de los últimos éxitos de la selección, a la que una lesión le ha impedido contribuir a la histórica medalla, la primera en un Mundial.


LONDRES, PRÓXIMA ESTACIÓN

Este metal no sacia la ambición del conjunto español, que ya se ha fijado como meta los Juegos Olímpicos de Londres, para los que confía en sellar su billete el próximo mayo en el Preolímpico que se ha ganado el derecho a organizar con su tercera plaza en el Mundial.

Cita londinense en la que las internacionales españolas esperan volver a provocar las lágrimas con las que el seleccionador español, Jorge Dueñas, celebró un bronce que ratifica la voluntad de permanencia de la selección española entre los más grandes del balonmano mundial.

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