El murciano perdió tiempo en una etapa ganada por Hesjedal por delante del gallego David García

Valverde flaquea

Ryder Hesjedal, un gigante canadiense forjado en la bicicleta de montaña, conoció la gloria en el alto de Velefique, cumbre de la duodécima etapa en la que el holandés Robert Gesink, tercero, logró ocho segundos de bonificación que le permiten alzar la voz como candidato a la Vuelta, ya pisándole los talones al español Alejandro Valverde, que conservó el maillot oro.
Hesjedal, protagonista de la fuga del día, conquistó la inédita meta de Velefique en un duelo mano a mano con el español David García Dapena (Xacobeo), que cedió en los últimos metros ante la fuerza del canadiense.

La tercera plaza fue para Robert Gesink, que ratificó su condición de candidato con un ataque seco y fulminante a dos kilómetros de meta que dejó plantados a los favoritos, que no pudieron responder. Entró junto a Ezequiel Mosquera (Xacobeo) a seis segundos de Hesjedal y le sacó diez, más los ocho de bonificación, a Valverde, Evans, Basso, Danielson y Samuel Sánchez.

Una forma de alzar la voz la del holandés ante los ilustres. Valverde logró mantener el liderato, pero recibió un aviso importante en la primera gran etapa de montaña de la trilogía andaluza.

La Vuelta cobra emoción por las apreturas en el furgón delantero. Nadie domina y con los premios de la bonificación cualquier cosa puede suceder en las dos próximas etapas con final en Sierra Nevada y La Pandera.

Del nivel del mar en Almería a los 1.810 metros de altitud del inédito alto de Velefique, a lo largo de 179 kilómetros, con una inversión de cinco horas y media en el trayecto. Todo ese tiempo es el que se tiró el Caisse D’Epargne controlando la carrera en defensa del oro de Valverde.

Ajenos a la estrategia del líder y sus corredores fueron abriendo camino once valientes al paso por Tabernas. El grupo cabecero sal vó el primer paso por Velefique con siete minutos de adelanto sobre el pelotón del comandante Valverde. Un puerto exigente, de 13,3 kilómetros que se adentra en una montaña árida y pedregosa, bonita, diferente, con un paisaje en cada curva.

Sin cambios en el siguiente puerto de primera, el de Calar Alto, a 1.980 metros, un prolongado ascenso de 24 kilómetros por la sierra de los Filabres que culmina junto al observatorio astronómico. Ninguna estrella destacaba por sus innumerables curvas. Si acaso, Vinokurov empezó a vivir su calvario particular poco antes de retirarse junto a su compañero Rubiera.

La carrera espabiló en las inmediaciones de Velefique (segundo paso), cuando el gallego David García tensó la cadena en la fuga. Los escapados se fueron desperdigando a medida que el asfalto apuntaba al cielo.

La resolución García Dapena se lanzó por la segunda etapa xacobea, pero recibió la visita de Hesjedal, un rodador que se hizo profesional en 2005. Juntos acordaron llegar hasta las inmediaciones de la cima, a ese punto en el que ya nadie conoce a nadie. Ahí el canadiense arrancó para acabar con el sueño del pontevedrés.

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