TERESA MARIÑO Doctora en Economía Financiera UAM @Teresa_Marino

Rating de España bajo presión

Si usted está jugando un partido de fútbol y el árbitro le saca tarjeta roja, se enfada mucho y cuestiona su trabajo, “mejor jugar sin árbitro”, le responde, pero el partido así no se podría jugar. Si usted ha contratado una hipoteca para comprarse una casa y el valor de la casa desciende, se niega a devolver la hipoteca bajo el argumento de que la culpa es del banco por haberla concedido. Si usted es un Estado y solicita un rating a una agencia de calificación, si esta se lo baja, considera injusta la decisión y descalifica a la agencia, con amenazas de sanciones en el caso de algún regulador, o incluso, ve posibles maniobras políticas. Estos tres ejemplo deberían ser ficticios, pero nada más lejos de la realidad. En general, tenemos anima
La agencia de calificación crediticia Standard & Poor’s ha variado el pronóstico para la nota de rating de 15 economías de la zona euro esta semana, situándolas a todas con perspectiva negativa, con un 50% de posibilidades de que la bajada sea efectiva, situación que comunicará en los próximos 90 días. Los triple AAA podrían dejar su reinado y descender en la clasificación, dentro de este grupo estarían países como Alemania, Francia, Austria, Luxemburgo, Países Bajos y Finlandia. España, en otra lista, podría perder la ya degradada AA-, consecuentemente, esto produciría la revisión del rating a 7 Comunidades Autónomas, ya que S&P las ha puesto también bajo vigilancia con implicaciones negativas, y a 15 bancos.
Los motivos que S&P justifica para bajar el rating a 15 estados parecen lógicos: (1) endurecimiento de las condiciones de crédito en la zona euro; (2) aumento de las primas de riesgo en un número cada vez mayor de países, incluyendo los que tienen la calificación de AAA; (3) desacuerdos continuos entre los responsables políticos europeos sobre cómo abordar la crisis actual para lograr una mayor convergencia económica, financiera y fiscal entre los miembros de la eurozona; (4) altos niveles de morosidad en administraciones y familias, y, (5) el creciente riesgo de recesión económica en la eurozona en 2012.
Bruselas ha reformado el reglamento de las agencias de calificación. Este entró en vigor a principios de año, se retocó en mayo y tan solo hace un mes, la Comisión Europea aprobó la nueva reforma. Entre otros puntos, el nuevo reglamento incluye aumentar la frecuencia del rating de la deuda soberana de 12 a 6 meses. En el tintero se dejaron propuestas absurdas o “innovadora” en palabras de Barnier, Comisario Europea de Mercado Interior, de impedir a las agencias pronunciarse sobre la calidad de la deuda de los países de la UE rescatados, como Grecia, Irlanda o Portugal.
El negocio del rating nació en 1909 para evaluar las emisiones de obligaciones de las empresas de ferrocarriles de EE.UU. Las agencias de rating son empresas privadas, de origen anglosajón, que califican el riesgo crediticio y la solidez financiera de Gobiernos, empresas y entidades financieras. Las agencias tienen en cuenta el historial de pagos, riesgos, confianza, seguridad, previsiones y otros para realizar sus análisis; posteriormente, emiten un informe de opinión en el que se mide la solvencia del país, empresa o entidad, otorgando a estos una determinada clasificación de rating.
No piense que es obligatorio tener un rating, son las propias empresas o Estados las que contratan estos servicios, pero, nos guste o no, el rating sirve de guía al inversor para tener confianza o no en un valor y es preferible tener un referente a no tenerlo. Si usted no estuviese contento con el servicio que le ofrecen ¿qué haría?, lo más probable es que no volviese a contratarlo, pues con el rating debería pasar lo mismo, pero no se ha visto que se rescindan los contratos con las agencias.
Se ha cuestionado la credibilidad de las agencias de calificación, pues recordamos que no vieron venir la crisis de las hipotecas basuras (subprime) de EE.UU e incluso en algún momento, se pensó que desaparecerían. La realidad es que siguen activas, más que nunca, y el mercado sigue utilizando sus informes como una herramienta más para el análisis de decisiones de inversión. Se ha criticado que el timing de la revisión haya llegado en una semana clave para el futuro del euro, con la cumbre mantenida este pasado viernes, pero quizás sea necesaria más presión a los políticos para que el tratado recoja una mayor disciplina e integración fiscal de los países de la zona euro. Si dichas medidas se hubiesen implementado antes, tendríamos otra crisis muy distinta de la actual.
No piense que la posible bajada de rating a España, en caso de que se lleve a cabo, nos va a salir gratis. El rating tiene un impacto en la economía mayor de lo que la población imagina. Para empezar, el techo de la clasificación, de manera histórica, se ha atribuido al emisor estatal, de manera, que otro emisor distinto no puede exceder la calificación del país en el que opera. S&P indica que solo “manteniendo unas características crediticias más fuertes que la de su país en un escenario de estrés”, un emisor podría tener mejor rating que su país. Esto supondrá que ante una confirmación de bajada de rating a España, el rating de las Comunidades Autónomas bajará. Los costes de financiación del Estado aumentarán y colateralmente, lo harán para las Comunidades Autónomas, las entidades financieras, empresas y familias. Si usted perteneces al grupo de las familias verá como los tipos hipotecarios se verán afectados de manera inmediata y tendrá mayores pagos; los préstamos al consumidor, el crédito a universitarios y las tarjetas de crédito tendrán costes mayores. Si usted es empresa, tendrá que pagar más por la financiación que necesite, siendo el aumento de los costes inevitable a medio plazo.

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