El humorista Berto Romero visita Ourense para ofrecer su espectáculo 'La apoteosis necia' junto a su compañía 'El Cansancio', hoy a las 20,30 horas, en el Auditorio Municipal, dentro de las jornadas 'Ideas y Personas' que organiza La Región.
¿Cómo definiría La apoteosis necia'?
De manera sencilla, es un monólogo humorístico que incluye canciones, que interpreto junto al guitarrista Iván Lagarto, y que desarrolla la trayectoria de mi vida centrada en tres terrenos: el familiar, el amoroso y el laboral.
No es un monólogo al uso. ¿Cuál es su sello?
No variamos demasiado en los temas que suelen tratar los monólogos, pero intentamos diferenciarnos en la manera de contarlo, porque se han hecho tantos, que a la gente le da pereza siempre lo mismo. Creo que nuestro ADN, salvando las distancias, está más próximo a Rubianes o Faemino y Cansado. La clave es que cada cómico hace un monólogo a su medida y que no es intercambiable.
¿Qué hay de autobiográfico en el espectáculo?
Casi nada. A no ser que los cómicos tengamos una vida super graciosa -que es difícil- no tiene sentido explicar tu vida. Lo que hago es coger algunas cosas que sí que son verdad y luego yo las pinto y coloreo. Al fin y al cabo a la gente le da igual si es verdad o no, lo que les importa es reírse.
¿Este monólogo da pie a la improvisación?
Siempre dejo un pequeño margen para improvisar, pero en general es bastante férreo. Evidentemente, en diez años que llevamos con el espectáculo, van surgiendo cosas y las voy metiendo, así como expulsando otras, para mantener el espectáculo vivo y no aburrir. Pero el esqueleto no se toca.
Además de risa, ¿tiene un mensaje para hacer pensar?
Ya pensamos demasiado en casa. Creo que los cómicos debemos hacer reír. Si hacemos pensar, perfecto, pero mi lucha es que la gente se ría.
¿Es difícil hacer reír en tiempos como los que estamos viviendo?
Hacer reír es difícil siempre. Creo que es uno de los oficios más complicados. Ahora mismo no sabría qué responder. Por una parte, la situación está tan mal que la gente necesita reírse y puede ver mi espectáculo como 90 minutos terapéuticos. Por otro lado, hay personas que tienen muchas preocupaciones y les es difícil desconectar. Pero en general creo que al llegar al teatro se crea una tregua y los problemas de la gente se quedan en la puerta, como lo hacen los míos.
¿Cuales son los temas que más hacen reír?
No hay fórmulas mágicas ni reglas, pero la experiencia te va enseñando trucos que sabes que funcionan. Por poner un ejemplo, sé que si hablo de mi nariz -que es el patrimonio que tengo- la gente se ríe. Pero en general, pienso que cualquier tema puede ser material de comedia en manos de un cómico.
De manera sencilla, es un monólogo humorístico que incluye canciones, que interpreto junto al guitarrista Iván Lagarto, y que desarrolla la trayectoria de mi vida centrada en tres terrenos: el familiar, el amoroso y el laboral.
No es un monólogo al uso. ¿Cuál es su sello?
No variamos demasiado en los temas que suelen tratar los monólogos, pero intentamos diferenciarnos en la manera de contarlo, porque se han hecho tantos, que a la gente le da pereza siempre lo mismo. Creo que nuestro ADN, salvando las distancias, está más próximo a Rubianes o Faemino y Cansado. La clave es que cada cómico hace un monólogo a su medida y que no es intercambiable.
¿Qué hay de autobiográfico en el espectáculo?
Casi nada. A no ser que los cómicos tengamos una vida super graciosa -que es difícil- no tiene sentido explicar tu vida. Lo que hago es coger algunas cosas que sí que son verdad y luego yo las pinto y coloreo. Al fin y al cabo a la gente le da igual si es verdad o no, lo que les importa es reírse.
¿Este monólogo da pie a la improvisación?
Siempre dejo un pequeño margen para improvisar, pero en general es bastante férreo. Evidentemente, en diez años que llevamos con el espectáculo, van surgiendo cosas y las voy metiendo, así como expulsando otras, para mantener el espectáculo vivo y no aburrir. Pero el esqueleto no se toca.
Además de risa, ¿tiene un mensaje para hacer pensar?
Ya pensamos demasiado en casa. Creo que los cómicos debemos hacer reír. Si hacemos pensar, perfecto, pero mi lucha es que la gente se ría.
¿Es difícil hacer reír en tiempos como los que estamos viviendo?
Hacer reír es difícil siempre. Creo que es uno de los oficios más complicados. Ahora mismo no sabría qué responder. Por una parte, la situación está tan mal que la gente necesita reírse y puede ver mi espectáculo como 90 minutos terapéuticos. Por otro lado, hay personas que tienen muchas preocupaciones y les es difícil desconectar. Pero en general creo que al llegar al teatro se crea una tregua y los problemas de la gente se quedan en la puerta, como lo hacen los míos.
¿Cuales son los temas que más hacen reír?
No hay fórmulas mágicas ni reglas, pero la experiencia te va enseñando trucos que sabes que funcionan. Por poner un ejemplo, sé que si hablo de mi nariz -que es el patrimonio que tengo- la gente se ríe. Pero en general, pienso que cualquier tema puede ser material de comedia en manos de un cómico.
