Empresario procedente de Palestina afincado en Santiago

Ghaleb Jaber, corazón palestino en el alma de Galicia

Ghaleb Jaber.


Ghaleb Jaber Ibrahim es un empresario palestino afincado en Galicia desde hace cuatro décadas, a donde llegó con intención de estudiar la carrera de medicina en la Universidad de Santiago de Compostela y de la que nunca se fue.


Tras casarse con una gallega, a la muerte de sus suegros tuvo que hacerse cargo de los negocios de esa familia de emigrantes con distintas en empresas en Venezuela.

Propietario de uno de los principales hoteles de lujo de la capital gallega, de una gran productora de televisión y de otros negocios, Ghaleb, conocido popularmente como ’el moro’, apelativo que considera cariñoso, es también un mecenas y un embajador de la causa palestina que predica la tolerancia y amistad entre los pueblos en la católica Compostela.

Aunque de moro -como reconoce que le llaman muchos de sus convecinosno tiene nada, sino más bien de palestino o árabe, Ghaleb aseguró en una entrevista que ’los gallegos tienen la virtud de ponerle motes a todo el mundo’.

En ese sentido, recordó que a su suegro, un gallego de la sierra de Outes, en Venezuela, donde se enriqueció con los negocios, le llamaban el ’turco’.

Pregunta.¿Se siente integrado?

Respuesta.Si no me sintiera integrado estaría fuera de contexto. Yo defiendo las culturas por encima de todo. Las personas cultas siempre son más tolerantes y la tolerancia es la base de la integración. En la cultura árabe hay un proverbio, o más bien un dicho islámico que dice que si vas a vivir en un pueblo más de cuarenta días tienes que ser uno más. Creo que la integración es una obligación. Los estados en los que vivimos deberían ofrecer un marco legal apropiado para favorecer las normas de convivencia claras y fáciles.

P.¿Ese es el caso de España?

R.Está empezando ahora, pero tiempo atrás era difícil. Creo que a nadie le gusta emigrar. La emigración es un fenómeno difícil y a veces hasta trágico. Si los estados no encauzan efectivamente ese fenómeno contribuyen a dificultar todavía más esa relación entre pueblos, especialmente para aquellos que abandonan sus países de origen en situaciones de tragedia.

Galicia tiene tradición de ser un lugar de emigración. Es por ello más fácil o más difícil integrarse aquí?

Creo que más difícil, pese a que somos un país que ha tenido muchos emigrantes. Lamentablemente, fueron generalmente las personas carentes de preparación y formación académica las que salieron, salvo en los últimos años. Los inmigrantes de mi generación que nos instalamos en España teníamos, al contrario, cierta preparación universitaria. La falta de una cultura universal genera una percepción de apellidos, música y otros elementos culturales de los inmigrantes como algo ajeno, extraño, en lugar de un elemento enriquecedor.

P.¿Sugiere que hay incomprensión entre españoles e inmigrantes?

R.Hay que explicar bien el fenómeno para que la población no vea a los inmigrantes como invasores. Especialmente porque la mano de obra inmigrante que recibe España es necesaria para atender las necesidades del mercado laboral y permite corregir el déficit demográfico en zonas como Galicia. Además de contribuir a mejorar la economía, permite enriquecer la cultura. Por ello sería injusto considerar la inmigración como un peligro, lo que no quita que sea necesario encauzar el fenómeno y regularlo, aunque siempre teniendo en cuenta que, ante todo, se trata de seres humanos.

P.¿Qué añora de las tierras palestinas?

R.La libertad ante todo. Lo que está pasando con mi pueblo es una injusticia universal. Desde la perspectiva de los valores occidentales, no se le puede negar a un pueblo su libertad, más allá de raza, religión o política. Debe ser sagrada. Desde hace más de sesenta años, los palestinos y palestinas son encarcelados, maltratados, asesinados. No hay excusa para justificar eso. Añoro por encima de todo los paisajes, las comidas familiares o las visitas a amigos sin tener que pasar horas en aeropuertos y en controles de carretera de hombres armados para poder entrar en Palestina.

P.¿Y eso llegará algún día?

R.El día que Palestina tenga libertad e independencia como cualquier otro pueblo del mundo, a lo mejor seguiré siendo palestino, pero no dejaré de ser gallego o español.

P.Sus hijos se sienten más gallegos que palestinos?

R.Como dice el poeta libanés Khalil Gibran, los hijos no son de uno sino que son hijos de la vida, no pertenecen a nadie más que ellos. Traté de ofrecerles un amplia cultura de origen venezolana, alemana, árabe y gallega. Tener varias culturas, conocer varias religiones, debe ser motivo de orgullo, y percibo que ellos se sienten así.

P.Vino a estudiar medicina y lo consiguió. ¿Por qué no ejerce?

R.En realidad vine con la intención de estudiar medicina y al final hice tres carreras. Soy todavía médico y cuando hay situaciones de emergencia en un avión o en la carretera todavía resurge mi sensibilidad, porque es una vocación. Yo salí de una campo de refugiados de una aldea palestina y estudié medicina porque quería ayudar. Ahora hay otros miembros en mi familia que estudian esa carrera.

P.¿Por qué ha creado una fundación?

R.Forma parte de esa ambición que surgió cuando estuvo en el campo de refugiados y corresponde con mis profundas convicciones de compromiso social. Siempre entendí que el dinero debe tener una función social. Creo que los empresarios deben tener un proyecto empresarial que genere empleo y riqueza, pero también un proyecto social. Tal vez no esté de acuerdo conmigo alguno de esos jeques que se hayan enriquecido con el petróleo.

La Fundación Araguaney fue instituida hace ya veinticuatro años y no se hizo al amparo de las oportunidades sino de las responsabilidades. Llevamos trabajando todo ese tiempo para la sociedad gallega y española, pero intentando establecer puentes entre culturas, porque la cultura es la mayor riqueza que poseen los pueblos.

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