“Es muy importante mantener viva la ingenuidad de cuando se empieza a escribir'

Su nombre es de sobra conocido para los amantes y no amantes de la literatura, porque forma parte de la elite de escritores españoles. La última novela que ha firmado Carmen Posadas, 'El testigo invisible', cuenta la historia de un joven que sobrevivió a la matanza de los zares rusos. Con él bajo el brazo llegará mañana, martes, al Foro La Región (20.15 horas en el Centro Cultural de la Diputación).
¿Qué puede adelantar sobre “El testigo invisible'?
Es una historia real de un pinche de cocina que sobrevivió al asesinato de la familia imperial rusa. El día que los van a asesinar un soldado le dice que se marche porque tiene 14 años y, ya que va a haber un asesinato, por lo menos, salvar la vida de este niño. Él está allí mientras la familia muere y, por lo tanto, se convierte en testigo invisible de lo que ellos vivieron.

¿Dónde entra la ficción?
Me he basado en testimonios reales y de las muchas cartas que existen. A pesar de que es una novela, está elaborada con material verídico. Los diálogos los he recreado, pero todos en la familia del zar escribían diarios -él incluso hasta dos días antes de su muerte- y en ellos contaban lo que hacían y escribían sobre conversaciones que habían tenido. Por eso, buena parte de los diálogos están tomados de la realidad.

Se trata de una novela de claroscuros. ¿Quiere demostrar que no somos ni tan buenos ni tan malos?
Sí. Hoy en día la literatura tiende a simplificar a los malos como muy malos y los buenos como que se portan muy bien. Pero eso en la vida real no es así, al contrario porque a veces la gente buena hace cosas que te dejan patidifuso. Por eso yo quería mostrar a los personajes tal y como eran, para que sea el lector quien los juzgue.

¿Cuál es la historia de Carmen Posadas con esta novela?
Yo viví en Rusia cuatro años con mi familia, me casé allí. Siempre había leído sobre la época bolchevique y me interesaba saber cómo era el mundo anterior. Ha sido muy interesante encontrar testimonios e incluso algún documento sobre la muerte de Rasputín. La versión que había era bastante rocambolesca, porque decía que le habían envenenado con pasteles, le habían dado con una cachiporra... y de todo había sobrevivido. Eso es lo que ha quedado para la historia, pero la verdad, aunque también es bastante teatral, es completamente distinta.

Este libro nace en concreto de su estancia en Rusia, pero ha vivido en muchos otros países. ¿Estas experiencias condicionan o influyen en su literatura?
Yo creo que los que hemos tenido que vivir en diferentes lugares tenemos una desventaja: el desarraigo, porque al final ya no eres de ninguna parte. Pero también hay otras ventajas muy grandes, como que te haces mucho más tolerante, ves que el mundo es mucho más grande que el tuyo propio y al mismo tiempo te abres mucho a la identidad. El hecho de haber vivido tantas realidades creo que es la razón por la que muchos hijos de diplomáticos escriben. Es como tener muchas vidas.

Podría decirse que “El testigo invisible” está a medio camino entre la novela histórica y la biografía. ¿En qué género se siente más cómoda?
Sí que podría calificarse así. Es biografía porque hablo de la familia imperial y de este superviviente, pero es la visión de un testigo sobre la vida de los personajes principales. Esto da más flexibilidad. En cuanto a géneros, depende de lo que quiera contar. Hay veces en las que se adaptan mejor los ensayos, otras que son un cuento, otras una novela... La verdad es que he intentado cambiar de género, pero ahora creo que me voy a decantar por literatura con trasfondo histórico. Primero porque me lo paso muy bien investigando y segundo porque creo que hay aspectos de la historia muy desconocidos que merecen ser relatados.

Tras todos estos éxitos, ¿qué siente al recordar sus inicios?
Iba muy despacito y con mucho temor. Cuando empecé a escribir pensaba: 'Ojalá me publiquen'. Cuando me publicaron dije: 'Ojalá me lean'. Cuando me empezaron a leer dije: 'Ojalá me den un premio' y cuando me lo dieron pensaba: 'Ojalá traduzcan mi libro a otros idiomas'. Al final me han traducido a 23 idiomas y lo único que digo es: 'Virgencita, que me quede como estoy' (risas).

En cualquier caso, ¿es bueno realizar ese ejercicio de echar la vista atrás?
Claro que sí. Es muy importante mantener vivas la misma curiosidad e ingenuidad de cuando uno empieza. La experiencia es importante pero hay que mantener el ojo asombrado, que fue lo que al principio de tu carrera te hizo convertirte en escritora.

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