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Baile de estrategias con son cubano

Havana, Cuba - on June, 7th. capital building of Cuba, 7th 2011.
photo_camera La Habana.

Las primeras rondas de negociación entre EE.UU y Cuba han provocado ya cambios importantes

 

En la formulación de una estrategia existen dos vías de pensamiento y actuación en función de la posición de poder de los distintos participantes en el tablero de juego, las cuales exigen habilidades y enfoques diferentes. Un primer tipo  hace referencia al  “diseño dirigido”, que se corresponde con el papel de aquellos jugadores con una posición de privilegio que aspiran a dibujar ellos mismos el escenario y manejar, en gran medida, los resortes que provocan las reacciones del resto de agentes que intervienen en el resultado. Estos jugadores tienen una posición dominante y una gran influencia en el resto de agentes involucrados. Es el caso de Estados Unidos y China cuando hablamos de geopolítica o de las empresas oligopolísticas en lo que se refiere a un mercado o sector empresarial.

En este caso, una estrategia exitosa es la que valora con visión global y ciertas dosis de clarividencia todos los factores y posibles contratiempos que afectarían al resultado final, al tiempo que planifica con acierto un camino de causa-efecto en función de sus propias decisiones y de la respuesta de un numero restringido de actores de cierta relevancia, con la habilidad de manejar bien los tiempos.  La otra modalidad de definir la estrategia, que podríamos denominar de “diseño adaptativo”, se aplica para plasmar el mapa de decisiones de aquellos jugadores que, a diferencia del caso anterior, no influyen en el contexto, y cuyo éxito depende de  su capacidad para adelantarse con rapidez e intuición al escenario que crea más factible. Este es el caso de los países de escaso peso en las relaciones internacionales o de empresas pequeñas y medianas en un entorno de desventaja competitiva o escasa capacidad de influencia con respecto a los jugadores más relevantes.

En este tipo de estrategias se requiere una gran intuición y agilidad para anticiparse a las oportunidades que se prevén en función de las  decisiones esperadas por parte de los actores principales del juego.  Así, los pequeños jugadores se encuentran en una posición de continua alerta, donde es fundamental sacar provecho del proceso de decisión posiblemente más lento y previsible que desarrollan los  protagonistas dominantes de mayor tamaño, tras valorar sus posibles consecuencias.


Ante los cambios y la mayor incertidumbre que acecha a la economía mundial,  China y EE.UU. intentan dibujar por si mismos la cadena de acontecimientos para conseguir una posición de privilegio en la escena internacional.  En este contexto, la adecuación inteligente atendiendo a la orientación geopolítica de China y EE.UU. podría ser fundamental para países como España, más dependientes de la agilidad y la creatividad  a la hora de ganar posiciones en el comercio internacional. Es cierto que a la Unión Europea se le podría presuponer un protagonismo principal en este escenario, defendiendo sus propios intereses con un plan ambicioso y bien definido, pero desgraciadamente su papel ha quedado diluido como bloque de referencia, lo que obliga a cada país a diseñar su propia estrategia de “diseño adaptativo”.

EL RETO ESTRATÉGICO DE CUBA
Actualmente, uno de los puntos calientes de creciente interés en el tablero estratégico de  economía mundial es Cuba. Todos se preparan para aprovechar el potencial de negocio ante un nuevo ciclo que anticipa grandes cambios en el país. Así, China ha estado diseñando un plan de inversiones en la isla y ahora Estados Unidos, con el objetivo de ganar posiciones en un mercado clave para sus intereses, ha apostado por el deshielo de las relaciones y por la progresiva apertura a iniciativas comerciales y empresariales en una ronda de negociaciones con las autoridades cubanas que va camino del cuarto encuentro.


Aunque el embargo persiste y todavía está pendiente el completo restablecimiento de los vínculos diplomáticos entre Cuba y Estados Unidos, los primeros contactos ya han traído una serie de cambios importantes que afectan a las relaciones entre ambos países. Una de las primeras medidas efectivas ha sido el levantamiento de restricciones en el tránsito de personas que, en un primer estadio, permite ya la entrada desde EE.UU. de profesionales o las visitas a familiares. En el plano financiero ya es una realidad la normalización del uso de tarjetas de crédito y las empresas norteamericanas podrán abrir cuentas en entidades financieras cubanas. También en el sector de telecomunicaciones ha habido acuerdos, al apuntarse las compañías estadounidenses el tanto de la exclusividad para modernizar y expandir la infraestructura de comunicaciones.

Asimismo, en breve se flexibilizarán las condiciones de la exportación de productos de alimentación desde Estados Unidos a la isla, cuya primera etapa de cierta relajación se había producido con la administración Clinton hace quince años. El volumen de productos alimentarios de procedencia norteamericana superó los 300 millones de dólares en 2014, si bien muchos productores quieren incrementar las opciones comerciales y están presionando a la administración Obama para que suavice las condiciones para exportar.


Al margen de los efectos que derivan de las rondas de negociación y del nuevo marco de relación entre los dos países, se empiezan también a observar, en paralelo, transformaciones internas. El  sistema productivo cubano está experimentando una progresiva aunque lenta apertura a la iniciativa privada, que ha traído consigo la proliferación de pequeños negocios autónomos. Según los informes oficiales del gobierno, existen  ya más de 476.000 personas acogidas a la gestión por cuenta propia y 329 cooperativas industriales. La transformación económica se considera inevitable y todo parece indicar que el gobierno va a seguir la senda de los modelos asiáticos de países como Vietnam en su apertura a la economía de mercado, aunque los avances en este sentido son todavía tímidos y vacilantes. En todo caso, es probable que la entrada de inversión exterior acabe por acelerar los cambios en este sentido.

Otro aspecto importante es el saneamiento de sus cuentas con el exterior. Según el Ministerio de Economía, el PIB de Cuba el pasado año ascendió a 77.150 millones de dólares. Se calcula que un porcentaje entre el 3% y 5% de esta cantidad se dedica a pagar la deuda externa, pero el país ha visto aligerar sus obligaciones a partir de las recientes renegociaciones de los saldos pendientes con China, Japón (que en su caso ha condonado el 80% de su deuda) y Rusia, que en su caso ha perdonado el 90% de la deuda adquirida en su día con  la extinta Unión Soviética por un total de 31.700 millones de dólares. A pesar de este alivio momentáneo, la economía cubana necesita imperiosamente un notable volumen fondos e inversiones productivas con origen en capital extranjero para salir del estancamiento y compensar la significativa reducción del flujo procedente de otros países iberoamericanos, especialmente de Venezuela.


En paralelo a la rebaja de la deuda externa, este año se incrementará el flujo de remesas que llega de Estados Unidos, tras variar al alza el tope de las transferencias individuales permitidas, pasando de los 500 dólares a los 2.000 dólares por trimestre. Circunstancia que también afectará de forma positiva a la balanza de pagos en el corto plazo.


Todos estos factores contribuyen a sanear las finanzas del país y dar más confianza a la inversión extranjera, a la espera de que también se produzca la unificación de la moneda nacional (actualmente circulan dos monedas, el peso convertible denominado CUC y el peso cubano, CUP, de uso doméstico), con la consiguiente mejora de las condiciones para hacer negocios en la isla.
La atmósfera de cambio se respira en el ambiente y muchos cubanos ven con optimismo esta nueva etapa como parte de una inercia que parece imparable. Como anécdota de la celeridad que puede tomar la senda de transformación, cabe citar que Airbnb, la web de servicios que provee de hospedaje en domicilios particulares, ha desarrollado en un tiempo récord sus planes para operar en La Habana o que Netflix ya permite acceder a sus contenidos de televisión por a 7.99 dólares mensuales. Otro símbolo es la libertad de los estadounidenses que han visitado la isla para disfrutar en su país de un cigarro o de ron cubano traído en sus maletas hasta un límite de 100 dólares por persona, lo que ha apoyado el notable aumento de las ventas de estos productos tras un creciente flujo de visitantes este año, ente ellos muchos rostros  conocidos de la política, los negocios y el espectáculo

OPORTUNIDADES DE NEGOCIO
Sin duda, si hay un sector que se ha visto afectado de modo inmediato, éste ha sido el turismo. El flujo de entradas ya había batido récords en 2014 con más de 3 millones de visitantes,  si bien las expectativas se han disparado ante la entrada en masa de turistas americanos tras restablecerse las comunicaciones entre los dos países. Así, en el primer trimestre de 2015 se han contabilizado ya un total de 1.136.948 visitantes según el Ministerio de Turismo de Cuba, un 14% más que el año pasado.
Aparte del interés de muchos norteamericanos, también ayuda el continuo crecimiento de la oferta, muchas de ellas novedosas, como la reciente inauguración de un parque de escalada de capital alemán y considerado el primero en  su tipo en América Latina, con sede en Cayo Coco.


En todo caso, la isla está todavía falta de guías profesionales, traductores y servicio de transporte que acompañen este ritmo de crecimiento. Esto será notorio, por ejemplo, cuando el Papa Francisco visite la isla en septiembre. Por eso operadores extranjeros ya están intentando introducir servicios propios. Es el caso de las empresas marítimas como Baja Ferries, de México, y Havana Ferry Partners, de Florida, que ya tienen lista la licencia que les permite hacer viajes marítimos a Cuba.
Al margen del turismo, el gobierno cubano tiene como objetivo dar entrada a la inversión extranjera en distintos sectores a partir de una lista de 246 proyectos distribuidos en 11 áreas económicas al amparo de la nueva Ley para la Inversión Extranjera aprobada en 2014, con la pretensión de atraer 8.700 millones de dólares y promover la creación de empresa mixtas con socios cubanos.

Como resultado muchas empresas extranjeras han puesto sus ojos en la Zona Especial de Desarrollo de Mariel (ZEDM). La ZEDM es un megaproyecto de reciente creación que se ubica en un área portuaria a escasos kilómetros de La Habana, cuyo objetivo es crear un polo de desarrollo que atraiga capital en base a un régimen especial. Según datos de la Oficina de gestión de proyectos de este  organismo, ya han recibido más de 300 solicitudes oficiales de inversión por parte de empresas de más de 30 países.

CASCADA DE DELEGACIONES
Ante este escenario muchos países han empezado a anticipar sus movimientos. Desde que el pasado 17 de diciembre Obama y Raúl Castro anunciaron el inicio de la normalización de relaciones con un simbólico apretón de manos, han sido ya multitud las delegaciones comerciales y los gobiernos que han visitado la isla. La oportunidad es única y la agilidad fundamental.  
Uno de los primeros países en mover ficha ha sido Japón, que ha enviado una delegación para sacar provecho de su buena posición de partida tras haber sido el mayor socio comercial fuera del bloque comunista en los años setenta y ochenta. La comitiva estuvo integrada por miembros de las compañías niponas más importantes como las conocidas Toyota, Mazda o el fabricante de maquinaria pesada Komatsu, entre otras. Tras esta visita, Cuba hizo pública la firma de acuerdos con el país nipón en varios sectores como el farmacéutico o de las energías renovables.


A inicios de mayo también viajó por primera vez, después de 56 años, un presidente francés. Francois Hollande llegó con representantes de varias empresas, algunas ya presentes en la isla. Uno de los acuerdos que trascendieron fue el respaldo a las iniciativas de las cadenas hoteleras francesas como Accor o Warwick en sus planes para ubicarse en Varadero y otros lugares de costa.
Entre un sinfín de delegaciones que tienen en su agenda La Habana, los últimos en aterrizar fueron representantes de Holanda y Reino Unido. También en Estados Unidos muchos especialistas y bufetes jurídicos especializados en comercio y relaciones internacionales se han visto sorprendidos por una avalancha de consultas de empresas con interés en hacer prospecciones en la isla, con el fin de evaluar las incógnitas que plantea la situación a medio plazo.


Pero si hay un país con mucho que ganar en este proceso, ese es España, con enormes posibilidades en concreto para Galicia por sus lazos afectivos e históricos con Cuba.  El escenario, a priori, es muy favorable. Al margen de los intangibles que juegan a favor, hay que señalar que más de 3.000 firmas españolas realizaron exportaciones a Cuba en 2014, con unas ventas globales de más 615 millones de euros, lo que coloca a España como el tercer mayor proveedor de la isla, solo por detrás de Venezuela y China
En estos meses  se han producido los primeros acercamientos de España a través de visitas comerciales y en el caso de Galicia, una delegación encabezada por el vicepresidente de la Xunta recaló en La Habana el pasado mes de abril para, según sus palabras, “consolidar una relación estable”. La oportunidad es única y requiere de un plan ambicioso.


Pero las cosas tienen su proceso de maduración. Después de casi 55 años bajo el embargo, el gobierno cubano tiene pocos especialistas para discutir y evaluar en toda su extensión, no sólo las rondas de negociación con el gobierno de Estados Unidos, sino también para afrontar la  abrumadora cascada de visitas diplomáticas que han arribado al país con propuestas bajo el brazo. Es seguro que demandarán ayuda en muchos frentes para gestionar el proceso de cambio. En este contexto, posicionarse convenientemente desde un inicio es fundamental y Galicia, en ese sentido, tiene un importante papel por jugar para hacerse un hueco privilegiado dentro de un juego estratégico muy competido.

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