El cambio se debe en primer término a la implantación de las nuevas tecnologías y al cambio que ha supuesto su uso en la sociedad, a nivel de comunicación en un sector, el del lujo, que a priori no se ha transformado tanto
El concepto de lujo siempre ha estado ligado a la sociedad como símbolo de poder y bienestar, sin embargo las nuevas generaciones reinventan el concepto, adaptándolo a su estilo de vida. El cambio se debe en primer término a la implantación de las nuevas tecnologías y al cambio que ha supuesto su uso en la sociedad, a nivel de comunicación en un sector, el del lujo, que a priori no se ha transformado tanto.
Grandes marcas de moda como Hermés sí han tratado de subirse al carro, implantando departamentos específicos del internet de las cosas, pero el cambio no lo determinan las empresas, es el cliente el que cambia, y cada vez demanda productos que lejos de la ostentosidad se basan en la calidad a la hora del consumo, buscando la exclusividad ligada a la experiencia vital.
Por ello, son las marcas las que deben evolucionar, el boom tecnológico ha dejado paso a los caprichos conocidos como Luxury toys, que abarcan desde jets privados a yates de lujo, para una generación que ha vivido en primera persona la crisis y antepone el consumo más tradicional a las actividades al aire libre, viajes, gastronomía... Quizá por ello la generación millenials tienen una relación dual con el lujo, lo han visto y vivido en primera persona desde pequeños pero se sienten capaces de estar al otro lado, el productivo, y además de utilizar un objeto tienen la opción de crearlo y adaptarlo a la medida de la necesidad.
Es en este punto donde el lujo se reinventa, sobre todo desde la moda, al producto de calidad elaborado artesanalmente y hecho a la medida del cliente y de sus necesidades. Por lo tanto el lujo se reinventa para ser un producto único e irrepetible al gusto de una persona que sabe lo que quiere y valora el proceso de realización, y su terminación a medida personal.
