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La cuesta de enero durará más de un mes

Sede del Banco Central Europeo, en Fráncfort.
photo_camera Sede del Banco Central Europeo, en Fráncfort.
La mayoría de los ciudadanos verá reducida su renta este año como resultado de que, en general, los precios van a subir más que los sueldos. Al menos el primer semestre tiene pinta de que será duro.

La crisis económica que trajo la pandemia fue más intensa que la anterior, pero se aguarda que sea menos duradera; sobre todo en los países que ya han recuperado el nivel de su producción anterior al reinado del coronavirus. No es el caso de España, cuyo PIB, sigue estando por debajo, pero aún así es posible mantener la esperanza. Es la hipótesis del Gobierno, pero también de otros observadores institucionales y privados, siempre y cuando España haga al menos dos grandes deberes: las reformas estructurales –faltan, por ejemplo, las de pensiones y de impuestos– y una gestión eficiente de los fondos europeos de recuperación.

Claro que una cosa es analizar la macroeconomía y otra la vida de la gente. A pie de calle, la mayoría de los ciudadanos verá reducida su renta este año como resultado de que, en general, los precios van a subir más que los sueldos; varios puntos más. Por tanto, el panorama económico, al menos el primer semestre, tiene pinta de que será duro. Para alguna gente, incluso muy duro.

Tampoco está garantizado que el conjunto de la economía del país se salve de nuevas restricciones, no ya solo este año, sino también el siguiente, dado que las cuentas públicas requieren sanearse, ya sea con menos gastos o más ingresos.

En un escenario tan incierto es fácil recurrir a los discursos de brocha gorda y, en este caso, pintarlo todo de negro, como intenta hacer la oposición, si bien ni es deseable ni está justificado al 100%. Tal vez lo mejor en situaciones así es contar la verdad –sin duda oscura– y, a la vez, confiar en las potencialidades del país.

Un botón de muestra: si la inflación motivada por el recibo de la luz y las materias primas cede a mediados de este año, como esperan los bancos centrales, la actual espiral de los precios podría dejar de causar estragos y de acentuar la desigualdad y la pobreza. Otro indicio de que no todo será negro es que habrá mejores oportunidades para los nuevos contratados con la reforma laboral y que parte de los funcionarios y pensionistas sufrirán la espiral de subida de precios en mejores condiciones que los asalariados del sector privado.

Quiere esto decir que la cuesta de enero de 2022 durará más de un mes, puede que un año, pero también que habrá amortiguadores y oportunidades. Es lo que hay, con el permiso de una pandemia que, tras empañar las celebraciones de año nuevo, podría convertirse, de manera paulatina, en una larga endemia. Y también con el permiso de las tensiones entre Occidente y China y Rusia, con severas consecuencias para los precios de la energía y las cadenas de producción y suministros.

La extrema derecha y los populismos de izquierda y de derecha no se abren paso por casualidad: son una derivada del cabreo de mucha gente atormentada, puede que manipulada por políticos que aprovechan a su manera esta desfavorable coyuntura.

Ahora bien, del mismo modo que sucede con la economía tampoco es todo negro en la sanidad o en la política: Sudáfrica, por ejemplo, ya levantó el toque de queda tras superar el pico de la ómicron, señal de que las aguas podrían volver a su cauce, y hay cualificados observadores internacionales convencidos de que el fin de la pandemia puede contribuir a frenar a escala global los instintos del populismo ultraderechista. Un vistazo a los mercados financieros también avalaría esta hipótesis.

@J_L_Gomez

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