Difícil ecuación en la provincia de Ourense entre desempleo, prestaciones y actividad

Parados y pensionistas son objeto de deseo en cualquier campaña electoral

Difícil ecuación en la provincia entre desempleo, prestaciones y productividad.
Parados y pensionistas son, junto con la población indecisa, el objeto de deseo de cualquier campaña electoral.  Un segmento de población semi-olvidado a excepción de si toca jornada de votación.

Forman parte de ese con­tingente social que más mensajes recibe cada vez que se acercan un periodo electoral. Su voto puede inclinar la balanza en una u otra dirección, un voto de a quienes, la principal preocupación que aflige, es cómo llegar a fin de mes.

La provincia de Ourense cuenta con un enorme padrón de pensionistas, ya que el 33 % de su población percibe en estos momentos una pensión con­tributiva pero , tam­bién, de parados, que deberían estar activos y que no tienen ninguna actividad. La población acti­va de la provincia a duras penas pue­de mantener a los más de 136.000 inactivos censados en la actualidad.  Casi el 43% de la población que re­side en Ourense está desocupada o percibe una pensión.

Una situación muy característica de la provincia que se arrastra desde ha­ce décadas ya, y que, al mismo tiempo, lastra las expectativas de progreso en esta provincia de interior.

La población envejece y no hay re­novación. Y el número de jubilados, lejos de disminuir, se ha disparado en los últimos años; y el paro pese a que ha descendido ligeramente acusa la despoblación. Ourense suma además las pensiones más ba­jas de Galicia de 525,39 euros al mes, lo que significa 75 euros menos que la me­dia gallega, influido por la ratio de productividad.

Pese a lo escaso de los datos tratados individualmente acerca de los importes de la Seguridad Social, supone que los 109.400 pensionistas de la  provincia sean una carga cuyo man­tenimiento supone para las arcas del Estado un pelliz­co de algo más de 57 millones de euros mensual.

En es­te amplio segmento de la población inactiva  nos encontramos con 9.150 perso­nas que cobran una pensión por in­capacidad, 70.506 son jubilados, 26. 243 perciben la pen­sión por viudedad, 2.423 la de orfan­dad y 1.078 la prestación de favor fa­miliar. Pese a ello el talón de Aquiles de esta radiogra­fía sociolaboral provincial se localiza, precisa­mente, en la población desemplea­da que alcanza la cifra de 25.760 personas que no encuentra actividad.  
La combinación de parados y pensionistas es negativa cuando la suma de ambos contingentes supe­ra a la mitad de la población. Y Ouren­se cuenta con un 18,8% de parados, lo que supone  un 51% de inactivos frente al 49 % de activos, que suman 97.852.

Pero los parámetros no cuadran,  porque no hay tanto ac­tivo en la provincia como para man­tener semejante tasa de inactividad. Una reflexión que hemos podido ad­vertir en los tiempos de crisis cuan­do los pensionistas han sido los que han estirado su paga hasta el infini­to para mantener a hijos parados y a la siguiente generación. De hecho, son los abuelos la pieza clave que mantiene con su pen­sión la economía de muchos hoga­res ourensanos que se encuentran a las puertas de la pobreza si es que no están ya en esa situación. La cuer­da se tensa por los últimos datos apor­tados por  Cáritas Ourense que resultan difícil de resumir y más aún de digerir. Los análisis indican que la casi 25.000 personas atendidas supone un  24 % de la población de la ciudad.

La pérdida de población ha tenido también mucho que ver con esta si­tuación de desertización poblacional. El padrón provincial está compuesto ahora por 318.391 habitantes cuando apenas una década antes estaba en 338.446;  un drama que sin embargo en mayor medida ha sufrido la capi­tal, que en la última década ha per­dido casi 35.000 habitantes. En los años que llevamos del siglo ha pasa­do de los 142.130 del año 2000 a los 106.905 actuales es decir, una pérdi­da de 35.225 habitantes a restar . Más de mil habitantes por año. Una ausencia de savia nueva que provoca también el envejecimiento paulatino de la po­blación.

RECETA PARA UNA CRISIS

Coja un Plan Estratégico Termal, no muy fresco, redactado en el año 2006 que haya ilusionado a la ciudad con su posibilidad. Con dos zonas de intervenciones importantes: el Campo de la Feria y la Chavasqueira. Aderécelo con tres millones de litros de agua termal surgiendo a diario y que hasta la fecha estén cayendo al rio más cercano, y pónganle encima doscientos sesenta y cinco millones de euros: noventa y cinco millones de promoción pública y otros ciento setenta millones de aportación privada, para desarrollar toda su posibilidad. Remueva hasta que se forme una pasta uniforme. Arme un molde a modo de consorcio y cuide el tiempo -aunque debería estar montado ya-.Vierta en él el resultado de la mezcla. Añada después el claustro de San Francisco, la vieja cárcel de la calle Progreso y las Burgas y póngalo a cocer suavemente a “baño maría”para consensuar.

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