Fuentes de información e inteligencia colectiva

¿Cómo es posible la coordinación de las hormigas o las abejas en un sistema que engloba comportamientos individuales que sólo cobran sentido en su visión de conjunto?

En los últimos tiempos, el concepto de inteligencia colectiva ha trasladado su interés al propio ser humano, desarrollado muchas líneas de investigación en las pautas de aprendizaje y la toma de decisiones con respecto a la transmisión del conocimiento y las tendencias generales que expresa un grupo. Con el auge de internet y la accesibilidad a múltiples fuentes de información, hoy en día la inteligencia colectiva es un término muy conectado con la cibercultura o con lo que en el nuevo siglo se ha popularizado bajo la definición de sociedad del conocimiento. En última instancia la inteligencia colectiva se refiere al resultado de construir y desarrollar decisiones colaborativamente, integrando las ideas de aquellos que piensan de forma diferente y divergente, un proceso en el que el interés colectivo debe superar a los egos individuales… 

La colaboración no solo se centra en compartir datos, información, archivos y trabajo en equipo para alcanzar un objetivos comunes, sino también compartir sus conocimientos de modo que se construya una comunidad de práctica.  

La inteligencia colectiva se puede definir entonces como la habilidad para compartir o combinar los conocimientos de un grupo para crear una visión más amplia y completa. Trasladado a la empresa,  el mayor fruto de esta forma de actuar impone un modelo de horizontalidad, donde todos pueden colaborar. A pesar de la buena prensa de las empresas participativas y dinámicas en la que todos los directivos dicen pertenecer y propiciar, la realidad es que las organizaciones siguen todavía mayoritariamente, estructuras tradicionales verticales, donde el saber está en pocas manos o en compartimentos estancos. 

La inteligencia colectiva fomenta el potencial de cada persona en un grupo de trabajo de tal manera que se facilitan operaciones como el desarrollo de nuevos productos o simplemente un mejor clima laboral, llegando a integrar a los clientes en temas de demanda o a otros partners que colaboran con la empresa en provisión, logística, imagen, etc. Así, por ejemplo, con el surgimiento de la web 2.0, surgen nuevas formas de relacionarse y los consumidores también pasan a ser creadores, a consecuencia de la gran facilidad para aportar información. Aparece entonces la ampliación del saber, donde todos pueden aportar algo que haga crecer la inteligencia colectiva, ampliar los puntos de vista y no quedarse solo con el aporte de los profesionales. 

El uso de las redes sociales ha provocado considerables cambios en distintos ámbitos de la vida: laboral, personal, formación, ocio… La cantidad de fuentes de información disponibles, las herramientas de gestión de esa información y la facilidad de conexión con personas con intereses parecidos o complementarios generan formas de inteligencia colectiva que están originando cambios en las empresas y las organizaciones. Las redes sociales han permitido la interconexión de personas inquietas e innovadoras que al relacionarse provocan formas de hacer alternativas y modifican las conductas. Constituyen, pues, una excelente plataforma para la mejora y la innovación que trasciende a la propia empresa y relaciona profesionales de distintos orígenes, flujo de información entre consumidores, configuración de tendencias y nuevas formas de asociación .

Este movimiento social generado por la tecnología genera nuevas tendencias que toman el concepto de inteligencia colectiva y se traducen en distintas acciones, como los Smart mobs y el Crowsourcing. Pero en la lista cabe incluir también Internet, los chat, los blogs, y páginas de contenido colaborativo además de dispositivos de comunicación inalámbrica como teléfonos móviles donde las personas organizan y comparten la información. Las tecnologías 2.0 permiten trabajar la parte más colaborativa o de horizontalidad de la comunicación puesto que Internet permite la convivencia de expertos y no expertos, generando una oportunidad de intercambio masivo y colaborativo. 

Con todo este movimiento, las organizaciones han de constituirse en ecosistemas, de tal manera que se relacionen de manera activa con su entorno, ya sean clientes, proveedores, competidores, etc. La relación entre cada uno de estos actores es clave para la empresa actual si desea generar atributos adaptativos que se vean traducidos en competitividad. 

Es por ello que las personas que necesitan las organizaciones para afrontar su futuro, no son exclusivamente aquellas que tienen ideas, o que saben cómo desarrollarlas, sino las que además de eso, son capaces de multiplicar el valor de éstas mediante la participación y la colaboración de los demás. Estos perfiles muestran una gran necesidad de pertenecer a un grupo, compartir su existencia y reclamar constantemente un sitio junto a los demás, aparte de demostrar una continua necesidad  de ser visibles y diferenciarse frente el resto. 

Las organizaciones que se dan cuenta de que pueden hacer más apoyándose en la inteligencia colectiva tienen una mejor evolución de capacidades, toman decisiones más rápido y hacen las cosas de una manera mejor.

Por otro lado, las redes sociales constituyen una nueva forma de interactuar con los ciudadanos que, a diferencia de los medios de comunicación tradicionales, permiten publicar sin intermediarios cualquier tipo de información y obtener respuestas inmediatas. Y las organizaciones necesitan gestionar este conocimiento colectivo y favorecer nuevas formas de pensamiento para responder con soluciones imaginativas a una realidad cada vez más compleja.

La inteligencia colectiva es un elemento emergente con perspectivas de éxito en lo que se refiere a Internet a la hora de aplicarse a las empresas. Ahora solo resta ver cómo lo gestionan los departamentos de recursos humanos para sacar sus máximos beneficios.

La inteligencia colectiva es por tanto un profundo mecanismo de cambio y transformación, un factor determinante para que las empresas de hoy generen valor en un mercado convulso e impredecible. Ésta no se produce por el mero hecho de trabajar en equipo, ni por reunirse o pasar cierto tiempo juntos, y, tampoco consiste en pensar o planificar algo conjuntamente sin más, sino que necesita que suceda todo a la vez…

Aquellas empresas que deseen potenciar la inteligencia colectiva de su organización y de los colectivos que la forman deberían revisar tres líneas de trabajo estratégicas desde una perspectiva, sobre todo, del desarrollo de las personas:

1. Estructura de los entornos de conversación en comunidades: para que surja la inteligencia colectiva son necesarios espacios donde las interacciones entre los profesionales se den de forma abierta y democrática, pero también donde se produzcan de forma recurrente y con un fin concreto. 

2. Flexibilización de las estructuras organizativas: la optimización de las decisiones que afectan al grupo de forma colaborativa implica necesariamente que, primeramente, los integrantes de ese colectivo puedan expresar de forma abierta sus ideas y opiniones, por lo que una organización con forma de red, en la que todos los integrantes de la misma están al mismo nivel, es una estructura organizativa mucho más propicia para albergar conversaciones de valor frente a la tradicional estructura de tipo vertical o piramidal.

3. Desarrollo de las competencias asociadas al liderazgo transformador: el desarrollo de la inteligencia colectiva requiere de la generación de un contexto y cultura necesarios por parte del área de gestión de personas para que el estilo de liderazgo predominante sea transformador, de tal manera que impulse el cambio y la conectividad (socialnetworking), provoque conversaciones y gestione desde las emociones.

La práctica de la inteligencia colectiva es en definitiva una de las claves del éxito de cualquier empresa en el siglo XXI, una forma de inteligencia que solo tendrá lugar cuando la cultura de la conversación supere a la del monólogo, cuando el conocimiento y las ideas circulen libremente en modelos con forma de red, cuando el liderazgo autocrático deje paso a un liderazgo transformador y distribuido colectivamente.

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