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Marruecos requiere soluciones, no parches

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photo_camera EFE
A menudo este tipo de conflictos suelen verse desde Europa con la perspectiva propia del bienestar general y el Estado de derecho, olvidando que desde la otra orilla casi todo se ve de manera distinta.

La economía suele estar detrás de casi todas las crisis. También lo está, desde luego, en la tensión que se vive entre Marruecos y España, agravada por la entrada irregular de miles de africanos –muchos marroquíes– en la ciudad española de Ceuta. El pretexto de Rabat para dejar pasar a todas esas personas fue su enfado por la hospitalización por covid en España del secretario general del Frente Polisario, Brahim Gali, pero el problema es mucho más complejo.

Situemos un poco las cosas. Del mismo modo que sucede en España y en el conjunto de la Unión Europea, la covid ha agravado los problemas en África, donde Marruecos es un país puntero, a pesar de todas sus carencias. Si bien hay una cumbre prevista para junio de los países ricos con líderes de los principales estados africanos, entre ellos Marruecos, la situación del continente es explosiva, sin que la comunidad internacional parezca predispuesta a prestar apoyo al continente para paliar al menos la crisis pandémica.

Todo el mundo sabe que habrá que apoyar el camino al desarrollo de África, pero no acaban de concretarse las nuevas estrategias, mientras están más que agotadas las viejas políticas que derivaron en la actual emergencia africana. Marruecos no es el país que sale peor parado en su entorno, pero es lugar de paso de otros que aún están peor camino de Europa.

Desde la Unión Europea se le da dinero al Gobierno de Marruecos para que reprima el paso de africanos a España –ya sea por Canarias, Ceuta, Melilla o el Estrecho– y también se le paga por su colaboración en la lucha contra el terrorismo yihadista. En este segundo frente la colaboración de Rabat suele ser leal, pero en el primero depende mucho de las circunstancias. 

Ahora toda España se ha llevado las manos a la cabeza al ver entrar en apenas un día a 8.000 personas en Ceuta –casi un 10% de su población– pero poco antes, entre octubre y noviembre, Marruecos había tolerado la llegada de otras 20.000 personas a Canarias. Y en octubre Brahim Gali no estaba en Logroño. Probablemente no tardaremos en ver nuevas tensiones de este tipo.

Si bien España y la Unión Europea tienen unas legislaciones que protegen los derechos humanos, a Marruecos le importa menos saltarse esos buenos principios, de ahí que utilice irresponsablemente a menores y otras personas desfavorecidas, a sabiendas de los riesgos que corren. Ambas partes luchan con armas desiguales, que dificultan su comprensión. Marruecos intenta así obtener más dinero a cambio de blindar las fronteras y Europa termina pagando un poco más, lo cual no quiere decir que esté resolviendo un problema que es estructural. Pero como no se quiere ir a la raíz se podan las ramas.

En Marruecos es parcial su bienestar y el Estado derecho, aunque existe formalmente, funciona de aquella manera. Mientras el PIB per cápita de España multiplique por diez al de Marruecos y África siga siendo un continente fallido, sin futuro para sus jóvenes, las tensiones migratorias van a seguir latiendo. Nada distinto a lo que sucede en EE UU con millones de latinoamericanos que intentan dar el salto a la primera potencia mundial desde México. Con una diferencia importante: EE UU tiene menos población que Europa, pero en cambio tiene a muchos más irregulares que el Viejo Continente y además, cada cierto tiempo, hace regularizaciones de tres y cuatro millones de personas, que se dice pronto. 

@J_L_Gomez

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