Euro

Máximo rango para la economía en España

Calviño, en la inauguración de la IV edición de DigitalES Summit.
photo_camera Calviño, en la inauguración de la IV edición de DigitalES Summit.
El ascenso de Nadia Calviño a la vicepresidencia primera del Gobierno concede a los asuntos económicos una relevancia que pocas veces ha tenido. También, en el fondo, una gran influencia a Bruselas.

En la democracia española posterior a la dictadura ha habido varios vicepresidentes económicos –tampoco muchos, solo ocho– pero Nadia Calviño será, valga la redundancia, la primera vicepresidenta primera de economía. Fueron vicepresidentes económicos Enrique Fuentes Quintana con Adolfo Suárez en el Gobierno constituyente, Fernando Abril Martorell y Leopoldo Calvo-Sotelo con Adolfo Suárez (UCD) ya en plena democracia, Juan Antonio García Díaz –apenas unos meses en 1982 con Leopoldo Calvo Sotelo (UCD) de presidente–, Rodrigo Rato, con José María Aznar (PP), Pedro Solbes y Elena Salgado con José Luis Rodríguez Zapatero (PSOE) y actualmente lo es Nadia Calviño con Pedro Sánchez como inquilino de la Moncloa.

En casi todos los gobiernos, la vicepresidencia primera ha sido para alguien encargado de asuntos políticos. En una primera etapa con atención preferente a los asuntos militares y de seguridad nacional –había que asentar la democracia– y en otros momentos con prioridad para los asuntos políticos. La economía siempre tuvo relevancia pero no en el primer nivel. Ahora volverá a tenerla, con un rango máximo, que evoca de alguna manera los tiempos de Enrique Fuentes Quintana, aunque su perfil era mucho más académico. Otra diferencia está en que Nadia Calviño tiene encima el paraguas de Bruselas, con sus sombras –poco margen de actuación– pero también con las sinecuras propias de la protección y la seguridad que da el euro.

La lucha del profesor Fuentes Quintana fue contra la inflación, hoy competencia del Banco Central Europeo. El gran reto de Nadia Calviño será encauzar la profunda transformación de la economía española, en la que se mezclarán el cambio de modelo, grandes inversiones, reformas laborales y de pensiones, y ajustes presupuestarios para contener el déficit y reducir la deuda.

Cuentan todas las crónicas que Sánchez pactó los numerosos cambios de su Gobierno con Yolanda Díaz –ahora vicepresidenta segunda, en representación de Unidas Podemos– y que informó de todo ello al jefe del Estado, pero tal vez todo eso no fue lo más determinante, sino el pacto no escrito con Bruselas sobre Nadia Calviño, a quien allí consideran especialmente afín.

Una vez superada la pandemia –aún falta, pero menos– van a venir medidas radicalmente distintas, ya que se terminará la barra libre de pedirle dinero al BCE, sin apenas límite ni control, de ahí que se haya disparado la deuda pública hasta niveles nunca vistos. Y esa nueva política –de ajuste– debe realizarla alguien de plena confianza para Bruselas y, dicho más claramente, para Alemania.

A Nadia Calviño no le aguarda un camino fácil como vicepresidenta primera. Tendrá los caramelos de los fondos europeos pero también el sabor amargo de ajustar las cuentas del Estado y de pactar con empresarios y sindicatos nuevas normas laborales y nuevos criterios para las pensiones. Ella sabe bien lo que hay que hacer y que deberá navegar entre las presiones de Europa y las de sus socios de gobierno, con Yolanda Díaz al frente, apoyada por el sindicalismo.

Lo poco que ya queda de este año y el que viene habrá que cerrar muchas negociaciones con los agentes sociales –con riesgo de muchas tensiones– pero en 2023 las tensiones derivarán en ajustes, no solo en las cuentas del Gobierno central, sino también en las de las comunidades autónomas. Vienen tiempos difíciles.

@J_L_Gomez

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