Su casi secreta ubicación permitió que fuera ajena a la erosión y al expolio, gracias a lo inaccesible de su situación
Su ubicación, solo conocida por los beduinos durante años, permitió que fuera ajena a la erosión y al expolio gracias a lo inaccesible de su situación. Descubierta por Jean Louis Burckhardt para el resto de mundo en 1812, hoy es un lugar casi obligado para todo viajero que se precie.
Comenzamos desde el Siq o cañón, con sus estrechas paredes verticales de hasta 200 metros de altura, es quizá una de las características más destacables de Petra, el paseo se convierte en un anticipo a la belleza que nos vamos encontrando y a la que llegaremos al final del camino en la Ciudad Antigua. Khazneh, conocida como el Tesoro, es la fachada más fotografiada de Petra, excavada en el acantilado de arenisca, fue construida en honor a los muertos.
Apenas quedan restos de lo que fue en su día calle principal o incluso mercado o el teatro. Para acceder al Monasterio debemos acceder por una escalera de 800 escalones, a día de hoy se desconoce el propósito original de la construcción, pero merece el esfuerzo. Sin duda cabe disfrutar de los colores que dibuja el terreno en función de la luz solar con las horas del día. Adentrarse en este territorio es una vuelta al pasado.
