LA LARGA CRISIS SILENCIOSA

Las razones para llevar a cabo la última reforma laboral en 2012 no se sostenían

Sólo un 8% de los contratos celebrados es permanente, en una razón que se mantiene en el tiempo

La última reforma laboral acaecida en este país se justificó por tres razones principales: por un mercado laboral rígido, un despido caro y un mapa de modalidades de contratación amplísimo. Pero los datos han demostrado que estás tres razones no son ciertas.

En el registro periódico de los nuevos contratos laborales que se firman, en la mayoría de ellos la modalidad es temporal y son escasos y excepcionales el número de ellos que se hacen de manera indefinida, ahí están los números.

Según los datos del Ministerio de Empleo, en su último informe trimestral de análisis del mercado de trabajo publicado por la Secretaría de Estado de Empleo, de los más de 18 millones de contratos firmados durante el pasado ejercicio 2015 solamente un 8% se hicieron con carácter permanente. Una proporción que apenas ha cambiado desde que comenzó la crisis, ya que en los últimos años se ha mantenido en niveles similares.

Pero tampoco es rígido el mercado laboral ni en el principio ni en el final de la relación laboral. Cualquier empresa puede contratar a alguien cuando le da la gana y sólo tiene que hacerle un contrato laboral por obra, por ejemplo ya que en la práctica en los servicios públicos de empleo no hay un control estricto de que el contrato cumpla los requisitos de causa de temporalidad, no hay problema alguno en ello. Y en el caso de que quieran comunicar al trabajador la finalización de su contrato temporal, incluso en el mismo día, al finalizar la jornada laboral, no tienen necesidad tampoco de cumplir requisito alguno en la práctica. Conocerán leyendas seguramente acerca de un puñado de empresas en las que sus trabajador esperaban al viernes por si acaso les tocaba una carta de despido que llevarse en fin de semana.

Aunque casi todas esas finalizaciones serían realmente un despido improcedente que el trabajador en casi ningún caso demanda, por ello el despido nos es caro, en terminos globales, en base a esa elevada temporalidad de la contratación por la que a los trabajadores sólo se les indemniza con ocho días de salario por año trabajado. Más barato sería casi gratis. Y a veces es así, Porque en muchas ocasiones, no se paga la indemnización, bien porque no hay indemnización por fin de contratos de interinidad, porque tampoco la hay por el fin de los contratos en prácticas, de formación, de inserción o de relevo o el fin de un contrato en periodo de prueba. O simplemente porque los trabajadores en tiempos de empleos escasos renuncian a ella, por un compromiso de nueva contratación cuando vengan tiempos mejores por lo que por cada trabajador que demande habrá diez mil que no lo hagan.

Respecto al amplio abanico de modalidades de contratación, este no es para tanto, a priori sólo son dos en la práctica para empezar: temporal por obra o servicio y temporal eventual. Si el trabajador demuestra durante años ser capaz de trabajar más de lo que tiene que trabajar y cobrar menos de lo que le correspondería cobrar entonces pasa a la modalidad de indefinido, por lo que el trabajador seguirá teniendo las mismas condiciones laborales pero la empresa pagará menos en su cotización a la Seguridad Social.

Y esta es una realidad absolutamente indiscutible que hace que ninguna de estas tres razones sean válidas para amparar cualquier reforma laboral, pese a que llevemos años oyéndolas repetir como un mantra. Ojo a los frases hechas, rápidas, en un aquí te pillo aquí te mato. Menos de cinco millones de parados, es la mayor medalla que en este ámbito pueden llevarse cuatro años de gobierno conservador. El número de parados descendió en un millón de efectivos, aunque se han perdido casi 105.000 puestos de trabajo por el camino, con una reforma laboral entremedias a un periodo de gravísima recesión económica y un aclamado inicio de recuperación.

También voces expertas han alertado en los últimos tiempos de la precarización del mercado laboral que también presentan una tendencia al alza en los contratos con jornada a tiempo parcial, y el autoempleo, porque los españoles nos hemos familiarizado con este concepto durante la legislatura. Muchas personas han optado por esta vía para hacer frente a la crisis laboral y eso también se refleja en los datos: hoy hay 101.000 autónomos más teniendo en cuenta que la población activa se ha reducido.

De forma paralela, se han reducido los asalariados, desde los 15 millones hasta los 14.900.000.
Y tenemos una situación en los hogares que sigue siendo preocupante, con un sector servicios que se afianza como impulsor del mercado de trabajo lo que viene a reafirmar esa fuerte debilidad.
Por ello ojo con los mantras que cantan victoria, no por mucho repetir una mentira se convierte en verdad al desfasado estilo de Goebbels, tachado en una biografía de Longerich de nazi enano y ligón.

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