EURO

¿Es tan bueno que baje el petróleo?

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photo_camera El precio del petróleo bajó en las últimas semanas.

El gobierno ha soltado eufórico que la bajada del precio del petróleo va a suponer una inyección de 10.000 millones de euros a la economía, y que repercutirá en las arcas públicas

Recientemente, el gobierno ha soltado eufórico que la bajada del precio del petróleo va a suponer una inyección de 10.000 millones de euros a la economía, y que repercutirá en las arcas públicas, vía:

1) ahorro de intereses de la deuda, al mejorar la confianza en la economía, con menores necesidades de financiación al comprar ahora un petróleo más barato.

2) mejora en la balanza comercial, al tener que importar un 70% de nuestra energía en España, suponiendo un menor coste esta importación.

3) mejora en el déficit público, al gastar menos en estos dos últimos conceptos, y poder destinar este remanente en  otras partidas sociales, manteniendo constantes los ingresos.

En fin, una retahíla de beneficios, incluso yo lo he notado a la hora de repostar en la gasolinera o al suministrarme el gasóleo. Es más, debido a la fortaleza del dólar, ya que, como consecuencia de un mayor impulso de la economía norteamericana, el euro se deprecia, favoreciendo las exportaciones a terceros países.

No solamente eso, como consecuencia de una devaluación interna de España, vía ajustes de salarios y condiciones laborales de estos últimos tres años, con una mayor flexibilización laboral, todo invita  al optimismo: mayor inversión extranjera, con mayor necesidad de mano de obra en fábricas de automoción para nuevos componentes y modelos de coches de los próximos años (Citroën).

Todo es maravilloso, pero pasemos ahora a la cara oculta de este hecho, plasmadas en la problemática de una PYME :

1) Puedo adquirir gasóleo más barato para fabricar mis productos, pero los clientes del extranjero rusos, venezolanos, iraníes, árabes o mexicanos no pueden comprármelos, a pesar de una depreciación del euro, debido a que sus economías dependen de los ingresos de exportación de petróleo. ¿Consecuencia? Pierdo cuota de mercado.

2) Puedo equipararme con el dólar, con un euro más barato, pero mis importaciones de petróleo están referenciadas en dólares, al igual que otros productos, con lo cual el posible beneficio de un petróleo más barato queda mitigado  con el encarecimiento de otras referencias. Por ejemplo, si tengo que importar castañas de Chile, éstas salen más caras debido al tipo de cambio euro/dólar y trastocan los menores costes de suministro de gasóleo.

3) Si estos países dependientes del petróleo efectúan proyectos o licitaciones internacionales con mi empresa, éstas quedarán paralizadas o ralentizadas debido a un menor presupuesto, como consecuencia de un ajuste en sus finanzas públicas debido a un petróleo con menos margen de beneficio.

4) En definitiva, debido a unos menores costes generales (etiquetas, mano de obra, depreciación del euro…) mi producto es más competitivo, pero por causas puramente coyunturales, no estructurales (por ejemplo, debido a una inversión en maquinaria), con lo cual se crea un espejismo económico que no sabemos cuánto puede durar.

5) ¿Cuánto más tiempo dure este espejismo mejor?. No olvidemos que en diciembre de 2008, en plena crisis económica, el petróleo alcanzó su nivel más bajo en años, 36,61 dólares el barril brent, debido no a una sobreproducción, como actualmente está ocurriendo en la actualidad, sino debido a una contracción de la demanda. Bien es cierto que este petróleo caro ha impulsado una mayor eficiencia energética (coches eléctricos, inversión en energías renovables…) y ha impulsado vías alternativas de extracción de recursos naturales (fracking) en esta última década, pero no debemos olvidar que la demanda económica aún está en una situación de crisis económica de la que tardaremos en recuperarnos años.

A mí me ayudaría, más que el petróleo bajase de precio o que el euro se depreciara, para ajustar las cuentas macroeconómicas, que el consumidor, en vez de poseer 20 euros más para llenar el depósito de gasolina durante algunos meses, también tuviese un trabajo estable, y más disponibilidad económica con un menor cargo en sus seguros sociales y su IRPF, y que ese menor ingreso tributario se compensara con un menor gasto público en administraciones paralelas y absurdas y una mayor eficiencia pública, no destinado a rescatar bancos, cajas de ahorros o televisiones públicas, sino a ayudar a contratar a las PYMES o a no gravar a los autónomos.

Así nos reiríamos todos del precio del petróleo y de la depreciación del euro con una sociedad que no dependiese de estos componentes externos, sino de su propia capacidad para salir adelante.

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