Alfonso Borrego: “Lo que me hace enojar de España es que se creyeron el mito”

Descendiente del jefe apache Gerónimo, Alfonso Borrego cuestionó la “leyenda negra” que rodea la presencia española en Norteamérica

¿Cuál es la verdad detrás de lo que realmente sucedió en la América bajo dominio español? A ojos de Alfonso Borrego, descendiente del legendario jefe apache Gerónimo, algo muy diferente a la historia que luego se ha contado y popularizado. Así lo hizo ver ayer en una nueva conferencia del Foro La Región que tuvo lugar en el Centro Cultural Marcos Valcárcel. Borrego fue presentado por Xosé Ramón Campos Álvarez, profesor de Historia de América de la Universidade de Vigo.

La figura de Oñate

Borrego se centró, especialmente, en la figura de don Juan de Oñate y en el Camino Real de Tierra Adentro. Oñate lideró la exploración de Nuevo México a finales del siglo XVI. “Fue juntando una expedición de 539 personas desde la ciudad de México. ¿Cuántos soldados llevaban? 120”, relató Borrego. Oñate subió por esta ruta hasta Okhay Owingeh. Sin embargo, ante las acusaciones de que el explorador dirigió una campaña de matanza de “indios”, los principales componentes de la expedición “eran familias, hombre, mujer y mínimo dos niños; van a poblar”, contrapuso Borrego. “Si iba a matar a todos los indios, como dicen, iba a llevar puros soldados. Para que vayan viendo cómo cambia la historia”, añadió.

Cuando Borrego comenzó a investigar por su cuenta, se percató de que muchas piezas no encajaban. Sobre “las atrocidades que les hicieron los españoles a los indios”, cuenta que “cuando comencé a estudiarlo no me cuadraba”. Había un mito que emborronaba la verdad y que se contagió también a países como México. “Entiendo el orgullo de un pueblo que acaba de nacer”, aclaró, pero puso en cuestión que los mexicanos se enorgullezcan de la expulsión de los españoles. “¿Qué piensan, que estaban esperando en barquitas en el Pacífico a que se marcharan? Son los mismos”, aseveró. Tan significativo es el legado en el país norteamericano, que comenzó a enumerar preguntas retóricas: “¿Qué hablas? Español. ¿Qué tocas? La guitarra española”.

Un mito autoasumido

El descendiente apache fue firme en cuanto a este mito oscuro respecto a la presencia española en Norteamérica: “Lo que me hace enojar cuando vengo a España es que ustedes mismo se lo creyeron. Se creyeron el mito. Vayan para Puebla, México. Hay 364 iglesias, podemos ir a una cada día. ¿Y eso de dónde vino? De aquí”.

Para disipar esa niebla, decidió sumergirse y estudiar la expedición de Oñate. Una expedición que, según el relato de Borrego, acabó de forma muy diferente a la llegada de los anglosajones al continente. “El día que pasan por San Elisario, le llamamos el nacimiento del sudoeste de Estados Unidos. Trae todos los animales domésticos: cerdos, gallinas… no había nada de eso”, contó. También llegaron los caballos y su aprovechamiento como montura, algo desconocido para los habitantes naturales del lugar, tal y como relató el ponente del Foro de ayer.

Mientras tanto, en las zonas donde llegaron los ingleses no hay indígenas, según dijo. “¿Por qué? Porque la diferencia entre un español y un inglés es que los ingleses mataron a casi todos los indios hasta los estados de nombre español. Esa es la absoluta verdad”, manifestó Borrego.

“Si te vas a México, ahí están los indios. Nicaragua, Costa Rica, Colombia, ahí están. Puedes irte a Perú, Chile, Venezuela; ahí están. En Brasil, que era portugués, ahí hay indios”, enumeró el descendiente apache. Luego, continuó: “Vamos a las Bahamas: ni un indio. Islas Vírgenes: ni un indio. Vamos a Aruba: ni un indio. Jamaica: ni un indio. Donde están los ingleses, ni un indio”, lamentó Borrego antes de preguntar: “¿Qué pasó? ¿Quién los mató? Piensen un poco. No cuadra”.

Cerró su conferencia con la llegada del Ejército estadounidense a Nuevo México. Cuando venían “barriendo” a todos los indios en el “Trail of Tears” -el Sendero de Lágrimas, una limpieza étnica de los nativos-, “se encuentran con un apache encima de un caballo, a pelo, con un rifle. Dicen los gringos: ‘¿Quién les dio rifles y caballos?’ Gracias, don Juan de Oñate”. Esa es, sentencia Borrego, “la verdad”.

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