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"Es buenísimo vender la zona por encima de los individualismos"

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photo_camera Álvaro Pérez Navazo.

Álvaro Pérez es, probablemente, la persona que mejor conoce los vinos de Abadía Retuerta. A esa bodega de la Ribera del Duero, en la provincia de Valladolid, llegó en octubre de 1997, poco después de concluir sus estudios en la escuela de Ingeniería Técnica Agrícola de la Politécnica madrileña, y allí sigue

En ella elaboró su proyecto de fin de carrera y durante las dos décadas siguientes ocupó gran parte de las responsabilidades de una industria vitivinícola. Fue encargado de sus viñedos, director de ventas y márketing y en la actualidad se ocupa de la dirección de comunicación de la firma. Ha sido, además, uno de los progenitores de un concepto que ahora se conoce pero en 1998 sonaba aún lejos: Enoturismo. Impulsó en Abadía Retuerta el negocio de Experiencias Únicas, una fórmula pionera en aquella zona vinícola. Y la que presentará esta tarde, a las siete, en la Casa da Cultura de Verín, intentando convencer a los asistentes de que el enoturismo "debe convertirse en un producto más de la bodega".

Estaba previsto con anterioridad, pero menudo momento para hablar de enoturismo después de las tremendas heladas.

Pues sí, lamentablemente, sé que han sido importantes, pero hablaremos también de ello para quitar un poco de hierro al asunto, porque aún estamos a tiempo de ofrecer soluciones válidas. 

Aunque será esta nueva moda del enoturismo el gran protagonista. 

Sí, está muy de moda, y no quisiera ser presuntuoso pero Abadía Retuerta ha sido una de las bodegas que ha estado un poco a la vanguardia y a eso vengo, a contar sus bondades y también las dificultades que nosotros hemos sufrido. 

¿Un buen vino necesita del enoturismo?

Yo diría que sí, el consumidor no se quiere parar en la botella, quiere conocer los procesos, saber de dónde viene, conocer al enólogo. El vino no es una necesidad, es un bien de lujo, y es mucho de afición. Y ahora que la información es tanta en Internet, el cliente quiere tener la experiencia. 

¿Puede ocurrir que un producto de gran calidad pierda posiciones en favor de otra bodega con caldos de peor calidad pero con una clara apuesta por este tipo de iniciativas?

Cada grano de arena suma, pero hay grandísimas bodegas que no están abiertas al público, como Vega Sicilia, y no han dejado de vender. No creo que un vino se venda por sus instalaciones. 

Quiero pensar que esta fórmula sería incluso más ventajosa si la iniciativa fuese más colectiva y no de una única bodega.

El cliente valora muchísimo la variedad. Es buenísimo vender la zona por encima de los individualismos, que abran hoteles, bodegas, que haya turistas... Es un negocio más. Las minienvidias deben corregirse.

¿Alguna recomendación para el lector consumidor de vino?

Para ese y para el que no lo consume: Que la gente viva las cosas, que no se lo cuenten.

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