La frontera de la desconfianza

Aunque se siga sin confiar en la autogestión, el personal está concienciado para seguir frenando la pandemia de covid-19 sin necesidad de que lo pastores el mando único decretado por el estado de alarma. El Gobierno central y los autonómicos, cuando recuperen las competencias, deben ocuparse de robustecer la sanidad con más manos en atención primaria y de abarrotarse de material de protección para estar prevenidos por si se produce el anunciado rebrote; la distancia social ya no necesitará marcas ni guías. La frontera de la desconfianza se ha levantado incluso en las localidades acostumbradas a recibir visitantes. Los últimos pasos de la serie "A un metro" se dan en Puebla de Sanabria, pueblo turístico de encanto incalificable y fronterizo con la provincia de Ourense. La lindante comarca de As Portelas o Alta Sanabria ha ascendido hasta el primer peldaño de la "desescalada", pero Puebla, como todas las capitales de Castilla y León, permanece en la fase 0 de alivio, que suena a duelo largo. Resulta sorprendente la resignación de los vecinos ante la orden de mantenerse en la colmena mientras en otras zonas, como la vecina Galicia, la peña ya está de terraceo. "Lo único malo es que nos joden la cerveza", comenta un jubilado que pasea con un amigo por la calle del parador. "La cerveza nos la tomamos en casa, lo importante es estar bien porque el día que abran la mano vienen todos a refugiarse aquí y se va a liar", añade el colega. Castillo de Puebla de Sanabria Ese "todos" engloba a los sanabreses que a partir de la década de los 50 hicieron las maletas para ganarse la vida pilotando un taxi en Madrid. La comarca contaba en 1950 con un censo de población de 33.308 habitantes, al comenzar el actual siglo apenas superaba los 8.000 y la población registrada en el padrón del año pasado era de 5.830 habitantes. "Cuando uno terminaba de estudiar se marchaba a Madrid, era la salida. Y una gran parte se empleó como taxista porque había conocidos y familiares, trabajo que además permitía regresar para ayudar en las tareas del campo", explica un hombre de unos 40 años en la calle Rúa que asciende hasta la plaza mayor y al castillo, desde donde se contempla una imponente vista del río Tera. Es sobre la una de la tarde del sábado y el periodista se ha colado en una conversación sobre la conveniencia de continuar anclados en la fase 0. "Aquí no estamos preparados para dar una respuesta en el centro de salud, en caso de que haya un rebrote tendríamos que ir a Zamora y con tanta población mayor sería un desastre", razona uno de ellos. La prudencia de Verónica Casado, consejera de Sanidad y reconocida en 2018 como la mejor médico de familia del mundo, está recibiendo más adhesiones que críticas, incluso de las fuerzas de la oposición al Gobierno a dos manos de PP y Ciudadanos. "Si no quieren que pasemos de fase también puede indicar que no piensan invertir un duro para mejorar la sanidad. Mira Feijóo, se lanzó a hacer test rápidos. Que luego fallaron... pero por lo menos lo intentó y quiere tirar para adelante", apunta el otro vecino al detectar el origen del periodista por el acento. "El día que abran la mano y permitan el paso entre comunidades vendrán todos los madrileños que se han quedado sin trabajo a refugiarse aquí y tendremos un problema", sentencia. Evasión Masiva Es la segunda persona que aventura una evasión masiva de la capital del Estado con la intención de regresar a la tierra de la que se salió. La advertencia fue elevada a la Subdelegación del Gobierno en Zamora a principios del mes de abril para que incrementase los controles, al detectarse un aumento de forasteros abasteciéndose en los supermercados. Durante los 150 kilómetros que separan León de Puebla de Sanabria el periodista sólo se cruzó en la misma dirección con dos turismos y una docena de camiones. A la altura de Rionegro del Puente, en sentido contrario, circulaba la inconfundible franja roja de un "peseta" o "pesetero2, como llamaban a los taxistas madrileños por el precio de las primeras carreras. Parece contradictorio vivir del turista y desconfiar del visitante o combatir la despoblación sin aceptar la incorporación de gente llegada de otros pagos. "Sí, vivimos del turismo y muy bien, por cierto, pero ahora a ver qué pasa. Tendrá que venir un turismo europeo y muy controlado. Y a los asiáticos habría que prohibirles esos mercados húmedos de animales salvajes". Poco después, otro vecino reconoce que"está bien no pasar de fase para asegurar un poco más la desescalada. Una semana más no importa". Llevará tiempo derribar la frontera de la desconfianza. Al otro lado, Galicia sigue.