Los líderes de PSdeG y BNG coinciden en cómo contrarrestar las políticas de recortes y sólo discrepan en el autogobierno

Pachi Vázquez y Jorquera ponen en escena que pueden formar gobierno

El candidato del BNG, Francisco Jorquera (i.) y el del PSdeG, Pachi Vázquez, en el transcurso del debate. (Foto: Xoan Rey)
El PP regaló a socialistas y nacionalistas una hora para zurrarle a Feijóo. Si la estrategia de los populares era desatar la preocupación por la llegada de otro bipartito o provocar fricciones entre Pachi Vázquez y Francisco Jorquera, la treta puede salirle en un tiro en el pie. Todo el mundo sabe que tanto al PSdeG como al BNG no le queda más remedio que ponerse de acuerdo para cumplir con un objetivo que comparten también el resto de fuerzas políticas que concurren a las elecciones con posibilidades de sentarse en el Parlamento: desalojar a Feijóo de la Xunta.
El PP le ha concedido a sus rivales políticos tres oportunidades para tocarle la cara a Feijóo. Anteayer fue Pachi Vázquez el que se acercó más a los problemas de la gente ante el candidato del PP, que utilizó la coartada del déficit y la disculpa de que en otras comunidades están peor para justificar el paro, el copago de los pensionistas y los recortes, el aumento de la deuda pública, la disminución de docentes en las aulas y de cirujanos en los quirófanos, el aumento de las tasas a partir de la segunda matrícula universitarias, la supresión de la gratuidad de los libros de texto...
Ayer, ni se comprendió que la moderadora Marga Pazos recordase en varias ocasiones que no se podían interrumpir . No tenían la mínima intención de hacerlo. Se limitaron a ir lanzando su aguijones contra las políticas de Feijóo y de Rajoy, escenificando de paso que sí pueden llegar a un pacto para gobernar.
Claro que en la reforma del Estatuto mantuvieron las distancias como se mantienen las apariencias. Vázquez no quiere un paso atrás en el autogobierno. Jorquera reclama un paso al frente para conseguir un concierto como los vascos. El primero no es partidario de superar la Constitución sin el consenso de todas las fuerzas políticas estatales, el segundo ve fundamental tocar el texto para conseguir más autogobierno y que las empresas con sede social en Galicia tributen aquí para fijar después una asignación al Estado. Con diferencias, pero con espacio para entenderse.
El objetivo era Feijóo. Ya desde la primera intervención, Vázquez se ocupó de airear una información adelantada por El País en la que dice que el Tribunal de Contas detectó que Feijóo desplazó 411 millones de facturas impagadas del 2010 al 2011. Este informe es una vía de agua en la pregonada solvencia del presidente. Jorquera recordó que Zapatero y Rajoy habían llegado a un acuerdo para reformar 'injustamente' la constitución y fijar el techo de gasto, pero Vázquez esquivó la polémica.
Coincidieron en apostar por una banca pública; por un instituto de creédito para recuperar los sectores productivos, por blindar los servicios sociales; por cambiar la fiscalidad para que tributen los bancos; por aumentar impuestos a las rentas más altas, a las grandes superficies comerciales; por devolver la gratuidad de los libros de texto; por la supresión del copago sanitario a los pensionistas; por el empleo entre los más jóvenes; la pesca; el naval... Palabras distintas, mismas propuestas.Hasta se escuchó varias veces el 'no puedo estar más de acuerdo'. Faltó la firma. Hoy Feijóo volverá a ser martilleado por un Jorquera que no asumirá un papel tan dulce. Para alguien que presume de buen gestor tendría que saber que ha concedido tres ocasiones o cuatro, según se mire, para recibir golpes y solo dos para devolverlos.

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