La flota marisquera que faena en Mauritania, -hay un alto porcentaje de pescadores gallegos-, tiene esperanza en que la Unión Europea (UE) y ese país renueven el acuerdo pesquero este mes, días antes de que caduque, según el presidente de la Asociación Nacional de Buques de Pesca Congeladores de Marisco (Anamar), Ángel Muriel.
El presidente de Anamar ha declarado hoy que los pescadores confían en que los representantes europeos y mauritanos logren impulsar un nuevo compromiso en la próxima ronda de negociación que, según la misma fuente, se ha fijado entre los días 24 y 26 en Nuakchot, la capital mauritana.
El pacto pesquero con Mauritania, considerado el más importante para la flota comunitaria, expira el 31 de julio y afecta a unos 60 barcos españoles -gallegos, andaluces, canarios o vascos-, dedicados a la captura de marisco, merluza negra y cefalopoderos (pulpo o calamar).
De estos navíos, unos 25 son marisqueros y tienen su base en Andalucía, según Anamar, con sede en Huelva.
Muriel ha señalado que, aunque existen discrepancias entre la UE y Mauritania, no es la primera vez que la renovación de este acuerdo se juega 'en el último minuto'.
Entre los puntos que dificultan un compromiso, destacan las demandas por parte de Mauritania sobre la compensación económica a cambio de permitir faenar en sus aguas a los barcos europeos.
En el convenio actual, la UE tiene licencias para 110 barcos pesqueros y en contrapartida abona a esa nación 76,25 millones de euros anuales, lo que constituye una parte importante de los recursos de su presupuesto.
Sin embargo, Muriel ha señalado que, del lado europeo, para la flota existen 'condiciones técnicas' importantes que, si no se consiguen, hacen 'inviable' el acuerdo.
En el caso de los marisqueros, ha añadido, un requisito es la aceptación de un arte de pesca, la 'cadena marisquera', sobre la que existen informes científicos favorables.
Pero para los barcos europeos hay otra cuestión importante, la intención de Mauritania de establecer unas zonas de pesca que en la práctica 'alejarían de la costa' a los buques europeos.
En cuanto a los cánones que deben pagar los armadores para acudir a faenar, Muriel espera que en un nuevo acuerdo 'se mantengan dentro de lo razonable' porque en estos momentos están 'al límite', lo que se une a la situación crítica de la flota, por otros problemas como el coste del combustible y los precios bajos del pescado.
El pacto pesquero con Mauritania, considerado el más importante para la flota comunitaria, expira el 31 de julio y afecta a unos 60 barcos españoles -gallegos, andaluces, canarios o vascos-, dedicados a la captura de marisco, merluza negra y cefalopoderos (pulpo o calamar).
De estos navíos, unos 25 son marisqueros y tienen su base en Andalucía, según Anamar, con sede en Huelva.
Muriel ha señalado que, aunque existen discrepancias entre la UE y Mauritania, no es la primera vez que la renovación de este acuerdo se juega 'en el último minuto'.
Entre los puntos que dificultan un compromiso, destacan las demandas por parte de Mauritania sobre la compensación económica a cambio de permitir faenar en sus aguas a los barcos europeos.
En el convenio actual, la UE tiene licencias para 110 barcos pesqueros y en contrapartida abona a esa nación 76,25 millones de euros anuales, lo que constituye una parte importante de los recursos de su presupuesto.
Sin embargo, Muriel ha señalado que, del lado europeo, para la flota existen 'condiciones técnicas' importantes que, si no se consiguen, hacen 'inviable' el acuerdo.
En el caso de los marisqueros, ha añadido, un requisito es la aceptación de un arte de pesca, la 'cadena marisquera', sobre la que existen informes científicos favorables.
Pero para los barcos europeos hay otra cuestión importante, la intención de Mauritania de establecer unas zonas de pesca que en la práctica 'alejarían de la costa' a los buques europeos.
En cuanto a los cánones que deben pagar los armadores para acudir a faenar, Muriel espera que en un nuevo acuerdo 'se mantengan dentro de lo razonable' porque en estos momentos están 'al límite', lo que se une a la situación crítica de la flota, por otros problemas como el coste del combustible y los precios bajos del pescado.
