Las tiendas de compra-venta se han multiplicado por cinco en las ciudades gallegas

Lacompetencia parece feroz y en el parabrisas de un coche aparcado a escaso metros brilla el dorado del folleto de un establecimiento ubicado en el centro de la capital gallega. Bucan oro y lo dicen en seis idiomas diferentes. “Compro oro. Mercamos ouro. We buy gold. Wir kaufen gold. Nous achetons de l'or. Noi cumpârâm aur”.

El anunciante asegura llevar desde 1970 en el sector y está dispuesto a adquirir todo tipo de piezas: nuevas, rotas, usadas, dentaduras, lingotes, monedas, relojes y joyas de cualquier clase. Lanza mensajes directos a posibles vendedores. “Oro=euros. Mejoramos cualquier oferta. Pago al momento. Dinero rápido, sin trámites y en efectivo. Consúltenos antes de vender. Pagamos más que nadie. Ojo, no se confunda”. Y los grandes caracteres los reserva para los precios: hasta 33 euros por gramo de 24 quilates y hasta 22 euros por gramo de 18 quilates. Un asterisco (*) matiza la oferta: “*según cotización”.

La compra y venta de oro es un negocio en alza en estos tiempos de crisis. Los establecimientos dedicados a eta actividad han proliferado en los últimos años porque sus promotores han encontrado en ellos una oportunidad laboral y una alternativa empresarial cuando la tasa de desempleo está en niveles máximos.

Los clientes, por su parte, encuentran a pocos metros de casa un lugar para vender las joyas y objetos personales que ya no usan; han encontrado la fórmula ideal para deshacerse de aquel anillo que nunca usan y, al mismo tiempo, llegar con desahogo a finales de mes.

Perfil del cliente
Los empresarios del sector, muy reacios a hacer declaraciones, aseguran que el perfil del clientes es “difícil de definir” porque a sus establecimientos acuden personas “con diferentes urgencias, distintas necesidades y diversas motivaciones”. A sus mostradores llegan objetos de todo tipo. “Aunque los más frecuentes son los anillos y las pulseras, también adquieren otras piezas menos convencionales”, explica Enrique Moreira, propietario de una tienda en Milladoiro (Ames). “Entre los más exótico que ha entrado en la tienda están la dentaduras o las condecoraciones militares”.

La maltrecha economía, la misma que ha favorecido la aparición de este tipo de negocios, es la que empuja a cada vez más personas a deshacerse de sus joyas para tener liquidez; en la venta de oro encuentra una solución rápida. “El precio no ha dejado de crecer en los últimos años y, aunque muchos analistas aseguran que se moderará en cuando el dólar se recupere, este metal precioso sigue siendo un valor seguro”, explica Moreira. “Parece algo nuevo en España, pero otros países europeos gozan de una gran tradición. Alemania es el gran mercado europeo”.

Las necesidades económicas son las que mueven a más de 90% de los clientes de estos establecimientos, pero hay quien lo hace por otros motivos. San Valentín o un aniversario; casi cualquier excusa es buena para regalar una joya a la pareja. Pero, cuando se acaba el amor, ¿qué hacer con esas piezas?. Muchas acaban en las cajas fuertes de las tiendas de oro, paso previo por la balanza y las pruebas de pureza. Los propietarios reconocen que es importante el volumen de operaciones que son consecuencia de una ruptura sentimental, pero aseguran que hay otros motivos: herencias, regalos que no siempre traen buenos recursos o joyas que pasan de moda.

“La negociación suele ser cordial y se cierra siempre que las dos partes están satisfechas. Algunas veces tenemos que recordar a la gente que la joya pierde hasta un 60% de su valor en cuanto sale de la tienda”, explica el propietario de un establecimiento compostelano que estudia la posibilidad de abrir otro en la provincia coruñesa.
El negocio parece boyante por el momento y estos negocio ocupan ahora los locales que la crisis ha ido vaciando en los barrios de las diferentes ciudades gallegas. Fuentes del sector estiman que la oferta se ha quintuplicado en algunas localidades durante los últimos tres años, pero aseguran no tener datos oficiales pese a que la Delegación del Gobierno cuenta con un registro para el control diario de las transacciones en estas tiendas a través de la Policía y la Guardia Civil.

lagunas legales
Aunque esa supervisión existe, varios informes alertan de la lagunas en la regulación de estos establecimientos. Cualquier persona sin conocimiento previo puede desarrollar esta actividad porque el nivel de exigencia es mínimo. Para abrir un negocio basta con solicitar la licencia de apertura, instalar una alarma, disponer de caja fuerte y tener una puerta blindada para las dependencias donde se guardan las joyas.

El modus operandi es sencillo: compran oro a particulares para, después de reciclarlo, ponerlo de nuevo en el mercado a un precio muy superior al que han pagado. La referencia debería se el mercado de Londres, pero los grandes inversores aseguran que las tiendas pagan el oro más de un 30% por debajo del precio establecido por las cotizaciones del mercado londinense. Buena parte de las tiendas están controladas con franquicias que, mediante comunicaciones internas, establecen las tablas de precios que deben regir las negociaciones.

Quienes atienden detrás del cristal de seguridad aseguran que, “en contra de lo que muchos dicen”, no existe ninguna irregularidad y que este tipo de tiendas funcionan como el resto de los negocios. “Nadie viene aquí obligado y, si decide vender, lo hace con todas las garantías. Pesamos las piezas delante de los clientes con balanzas de precisión y realizamos las pruebas de pureza con toda transparencia. Si no está satisfecho con la oferta, puede ir a la competencia”, explica el propietario de una tienda.

Un valor seguro cuando llegan los malos momentos y la crisis
El 4 de octubre de 1869 está marcado en la Bolsa de Nueva York como el Viernes Negro. John J. Gould, al provocar un estrangulamiento del mercado del oro, desencadenó el primer crack bursátil. El banco Jay Cooke and Company y las compañías ferroviarias se arruinaron. Fue la primera de las grandes crisis que padecería el primer mercado financiero del mundo que, superado el gran golpe de 1929, siempre se ha recuperado.

Ahora que vive jornadas turbulentas, el oro sigue encadenado avances en la bolsa mercantil neoyorkina, siempre por encima de los 1.500 dólares por onza, impulsado por su función de inversión refugio antes los renovados temores sobre la crisis de deuda. Los miedos inflacionistas empujan a los grandes inversores a buscar en el oro un lugar seguro donde depositar sus fondos y eso lo notan los ciudadanos “de a pie”, a este lado del Atlántico y en las calles de cualquier localidad gallega, en la proliferación de locales con llamativos reclamos publicitarios.

“Compramos oro y plata. Todo tipo de artículos: cadenas, anillos, pulsera, relojes, dentaduras, etc. No importa estado. Máxima tasación del mercado, pago al instante. Servicio a domicilio. Máxima discreción”. Ese es el reclamo de una empresa con sede en Santiago y sucursal en Ordes (A Coruña) que, a modo de promoción especial, ofrece a sus clientes un vale de 15 euros adicionales por cada diez gramos'.

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