Vinos de los paisajes más extremos

Como todos los años, el Valle de Aosta se convierte en la última semana de septiembre en el escenario en el que compiten los vinos de los paisajes más extremos del mundo. No solo es viticultura heroica de montaña, como ocurría en las primeras ediciones de ese concurso organizado por el Cervim, el instituto para la investigación y estudio de la viticultura de montaña. También en aquellos lugares en los que las condiciones de cultivo resultan especialmente complejas, ya sea por tratarse de islas volcánicas, viñedos con pendientes superiores al 30 por ciento o altitudes que suponen un reto para el desarrollo de la vid.

El fallo del concurso se conocerá la semana que viene y es seguro que entre los ganadores habrá numerosos vinos procedentes de la Ribeira Sacra, la región vinícola gallega que ejemplifica las virtudes que se valoran en este certamen. Entre tanto, hemos traído a la sección de esta semana algunos de los vinos que han competido con los gallegos en la edición de 2022. 

Entre los ocho que forman parte de esta selección veremos blancos y tintos, vinos jóvenes, con crianza y reserva de regiones tan dispares como Kajetia, una región de Georgia en las montañas del Cáucaso, donde se cree que comenzó la vinicultura hace ocho mil años y de la que llega el primero de los vinos, elaborado con una variedad autóctona de aquella región, saperavi, con una crianza de 3 años en barricas de roble. O un merlot con 16 meses de crianza, elaborado en el cantón del Ticino, en Suiza. O un riesling de vendimia tardía del Palatinado alemán. O un vino francés de la región de la Provenza-Alpes-Costa Azul, de la pequeña localidad de Suzette (que no tiene nada que ver con el origen de los crepes suzette). Los tres primeros de la fila inferior proceden de islas volcánicas. El primero de ellos, de Sicilia, al pie del Etna, fruto de cepas prefiloxéricas que se cultivan en “campos tan oscuros como la brea y ardientes como las llamas del apocalipsis”. Le sigue un verdelho de la isla de Pico, en Azores y la última propuesta insular llega desde Tenerife. Cierra la lista un vino argentino cuyo viñedo se encuentra a 1.300 metros sobre el nivel del mar.

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