En Feces de Abaixo este sábado se respiraba desconcierto e inquietud ante la nueva medida dictada por el Gobierno portugués: el cierre de la frontera con España.
Esto afecta a los vecinos de este pueblo fronterizo del Concello de Verín que, desde siempre, ha vivido del flujo de movimiento que genera entre portugueses y españoles la Raia.
La pregunta que se hacían todos era la misma: ¿Será igual que en el confinamiento de marzo? Todo parece indicar que sí. Desde hoy solo se permitirá cruzar de un país al otro a personas que justifiquen el movimiento. Podrán pasar la frontera acreditándolo por motivos laborales, por traslados a los lugares de residencia habitual, por ser estudiantes en el país vecino y parejas que lo justifiquen en el registro público.
Ante esta situación, a pocas horas de que se dispusieran controles en la frontera y se cortasen todas las entradas al país luso, el tránsito de vehículos en Feces ya era escaso, aunque algunos portugueses "aproveitan para vir encher o depósito", asegura Juan José Feijóo, encargado de la única gasolinera en Feces de Abaixo. Sus previsiones son demoledoras: "Calculamos que sexa un pouco como marzo, cunha caída dun 85% de ventas".
Hasta hoy los portugueses, a pesar de que Galicia estaba cerrada perimetralmente -a falta de controles- se acercaban a la Raia para efectuar sus compras, "pero a contagotas", señala Miro Cid de comercial Celia-Miro, que recordaba que antes "esto era un non parar, viñan autobuses sempre, e agora o último que veu traía só 10 viaxeiros". También desde Loterías y Apuestas del Estado de Feces, José Manuel Dosantos remarca que "o 90% dos clientes son portugueses, polo que se vai notar o peche".
"Estamos en terra de ninguén e ninguén se preocupa por nós, dice el comerciante Antonio Dosantos
El cierre de la frontera hace que los comerciantes de la zona bajen sus persianas sin bajarlas realmente, como contaba Antonio Dosantos, presidente de la Asociación de Vecinos y dueño del comercio Toni. "O comercio da fronteira depende case ao 100% de Portugal, se pechan esta, o comercio queda a cero", lamenta Dosantos, que además de preocupación y pena siente enfado, ya que "estamos en terra de ninguén e ninguén se preocupa por nós, só para pagar impostos, pero para conceder axudas non existimos".
Esta sensación es colectiva y desde Supermercado Julio aseguran que "nin en Lisboa, nin en Madrid se dan conta de que Feces é un paso fronterizo e vivimos desto".
Además, "esto é a Raia, é un mundo a parte", declara Ana Lombao, trabajadora de la gasolinera, en la tónica de la falta de ayudas que se conceden al pueblo. Lombao añade que "en marzo foi unha penuria, moi moi duro, así que eu tan só espero que non sexa como antes".
En términos económicos todos los comerciantes coinciden en que se perdió alrededor del 80% de la facturación con respecto a años anteriores. "Sobrevivimos porque somos propietarios dos negocios e levamos moitos anos traballados, se non, non habería forma", lamenta Dosantos.
Y es que parece que Feces de Abaixo es el "patito feo" del que nadie se acuerda. Desde mediados de la década del 2000 la afluencia de clientes empezó a bajar. "Antes eramos 69 negocios e agora tan só hai sete", y el coronavirus "está rematándonos", añaden desde el comercio Toni.
Este domingo es el primer día del cierre de la frontera, que se prolongará hasta el 10 de febrero, y aunque la preocupación, dudas y desconcierto ya estaba presente estos días atrás en la frontera con Portugal, ahora Feces de Abaixo respira diferente, con un desánimo colectivo que gira entorno a la cuestión de "e agora, que pasará?".
