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El remodelado Parador de Monterrei abre sus puertas

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photo_camera Impresionante imagen de la fachada del nuevo parador, con el patio de las Damas al fondo.

Numerosos visitantes recorrieron en su primer fin de semana operativo las lujosas instalaciones

Cinco días, cinco jornadas con el cartel de completo. Este es el balance que arrojan las habitaciones habilitadas en el palacio de los Condes de Monterrei, instalaciones del nuevo complejo hotelero de Paradores. En la tarde de ayer, la de la visita guiada por uno de sus recepcionistas, Rubén Cibeira, el recinto estaba lleno de turistas. No había dependencia a la que no se accediese que no contase con dos o tres personas en su interior, evidencia del carácter público del rehabilitado monumento, al que sólo queda restringido el acceso al pasillo de los dormitorios en la primera de las plantas. Todas las demás dependencias, salvo aquellas limitadas al servicio y al propio mantenimiento del parador, tienen libre tránsito. 


Desde recepción se accede, en la planta baja, a la cafetería, que en próximas fechas estará abierta al público, no sólo a los clientes del complejo hotelero si no a todo el que desee tomarse un café entre tanta historia. Cuenta con escasas mesas pero amplía su capacidad en la terraza que comunica con el patio ajardinado del edificio. 
Ya en la primera de las plantas, a la que se llega por la escalera que parte desde la entrada principal, se hallan las siete habitaciones construidas en el palacio. Una, a la izquierda, en la subida de la torre de las Damas y seis más a la derecha, que surgen dentro del espacio original con volúmenes en cierta manera independientes, y con parámetros y cubiertas propias con el ánimo de salvar la altura del habitáculo en el que se han edificado. Sobre esos dormitorios, se levanta un pequeño prisma, destinado a otra habitación, concretamente la 601.

La explicación que ofrece el equipo redactor del proyecto para esta solución, que fácilmente se aprecia desde la segunda de las plantas en la torre de las Damas es su carácter reversible y la imposibilidad de respetar la altura original del monumento que obligaría a techos excesivamente altos. 
En el edificio de la Casa Rectoral se completa la oferta de alojamiento con otras cinco estancias. Ese inmueble consta de dos plantas y tiene además vinculados dos patios, a los que se accede desde la zona de estar de esa habitación, la número 302. Su pareja en el mismo nivel sobre la superficie ha sido diseñada expresamente para aquellos huéspedes con movilidad reducida. 


Las otras tres habitaciones se encuentran ya en la primera planta de la Rectoral. La más próxima a las escaleras se desarrolla en dos estancias, una primera con armarios y cuartos húmedos, con separación de aseo y baño, y la segunda con el dormitorio. Es precisamente esa planta desde la que se accede a un idílico recinto, la solana, con vistas sólo mejorables desde lo alto de la torre de las Damas. 


En cuanto a la estética, todas las habitaciones son de estilo contemporáneo -contraste llamativo que sorprende a muchos de los visitantes que conocían el antes y el después de la fortaleza-, con sus paredes revestidas de madera decapada y una máscara de cigarrón en cada una de ellas, elaborada por un artesano local.

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