Incendios

Los rostros de la tragedia: “Perdémolo todo. Agora non teño nin onde meter unha pita"

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photo_camera A la izquierda, Pura Fírvida y José Redondo. En el centro, Marina Gómez. A la derecha, Avelino González. (Fotos: Sabela Souto)
San Cristovo se llevó la peor parte del mayor incendio de Galicia de 2020, con más de un millar de hectáreas ardidas

Si alguien sufrió los daños del incendio forestal de Cualedro y Monterrei, esa fue Marina Gómez. Sin capacidad para reprimir las lágrimas, esta vecina de San Cristovo hace balance: "13 coellos, cinco galiñas, pementos, cebolas, unha viña de 2.000 metros e leña. Perdémolo todo. Toda unha vida traballando para que che quiten todo".

El fuego de este miércoles terminó por reducir a cenizas la pequeña nave que Marina tenía con su marido y en donde cultivaban productos del campo y cuidaban animales para autoabastecerse. "Non puidemos salvar nada. O meu marido leva dende onte sen comer nada e pasou moitos nervios tendo unha arritmia no corazón. Agora non teño nin onde meter unha pita e nós temos unha paga pequena para os dous".


“No pudimos pegar ojo en toda la noche, menudo miedo pasamos"

Pura Fírvida y José Redondo no pudieron conciliar el sueño la noche del miércoles. La proximidad de las llamas a su vivienda de San Cristovo les sumió en el pánico más absoluto. Sin tiempo para recuperarse del susto, a primera hora de la mañana de ayer se afanaban, con sus propios cubos y un calor extremo, en ayudar a los efectivos de la UME que refrescaban el perímetro más próximo a su vivienda, pues por momentos se reavivaba el fuego.

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"Lo peor es si se mete por la parte de arriba. Menudo miedo pasamos", asegura Pura. "Tenemos árboles de la finca de al lado que nos están dando encima del tejado y es que hay mucha suciedad, incluso ruedas y plásticos", añade señalando estos enseres en un terreno próximo a su casa. "La noche fue dura. Algunos agentes nos decían que nos tranquilizáramos pero era difícil", recuerda José.


“Tengo 81 años y nunca vi nada así. No hay ni 20 centímetros de verde"

Avelino González perdió todo el trabajo realizado en los últimos meses en su invernadero. Reconoce que, por lo menos, no pasó el miedo de muchos de sus vecinos, a los que las llamas tocaron a la puerta. Ayudó en lo que pudo refrescando algunas zonas. "No recuerdo algo tan fuerte. No quedan ni 20 centímetros de verde. Tengo 81 años y nunca vi nada así. Es cierto que viví algunos incendios, pero se apagaron fácil", reconoce.

En su huerto de San Cristovo, Avelino no podrá cosechar los frutos: ni cebollas, ensaladas o tomates. "Me ardió también el depósito para regar. Menos mal que no pasó lo mismo con el motor", asegura Avelino, quien sí se lamenta del peligro que conlleva el estado de algunos de los "carballos" calcinados próximos, a punto de caer sobre la finca.


“Nos decían que no saliéramos de casa, pero el humo no se aguantaba"

Antonio Pérez observa desde su vivienda de San Cristovo la triste panorámica tras los incendios: un entorno completamente negro. Cerca de una de sus viviendas las llamas rozaron la puerta. "Nos decían que no saliéramos de casa pero, ¡a ver quien aguantaba el humo! Tuvimos que marcharnos", asegura.

"Tenía varios manzanos plantados alrededor de la casa, también unas cepas, cerezos y perales. Me ardió todo. Por suerte salvé las gallinas y los conejos. Los metí para adentro y empecé a darles agua con la manguera. Lo pasé mal porque se achicó el pozo, pero bueno", añade. Reconoce que, a media tarde, vivió el peor momento. "El fuego tardó como una hora en llegar hasta aquí, pero después fue rápido", explica. "Yo ya viví otros incendios aquí, estoy acostumbrado y pude controlar el miedo", añade el vecino. 

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