Los atentados de la semana pasada en Bombay amenazan al precario equilibrio entre hindúes y musulmanes

El atentado de Bombay ha profundizado la brecha entre los hindúes y los musulmanes de la India, con reacciones de sospecha hacia una minoría que compone el 13 por ciento de la población y llamamientos a la guerra contra la vecina Pakistán. 'Desgraciadamente, cada vez que pasa algo así, la comunidad (musulmana) se siente más arrinconada', dijo una profesora de la Universidad de Delhi, Vijaya Venkataraman.
La imagen de los musulmanes de la India 'está afectada por el terrorismo desde hace mucho tiempo' y los ataques terroristas 'sólo colaboran a empeorarla', lamentó un profesor español que enseña en la universidad musulmana de Delhi, Enric Donate. Donate admite que, hasta que no se identifica como 'español y cristiano', encuentra reacciones de 'desconfianza' cuando dice que es profesor de la Universidad Jamia Milia. Aunque se suma a una serie de atentados que han golpeado a distintas ciudades indias en los últimos seis meses, la audacia del asalto a Bombay, la resistencia de los terroristas durante dos días y medio y la atención internacional captada han marcado una diferencia en la India.

La ira de la población no se aplaca y el Gobierno, que desde 2004 ha impulsado un proceso de diálogo con Pakistán y medidas para neutralizar la discriminación que sufre la población musulmana dentro de la India, se ha enzarzado en una grave disputa con el país musulmán vecino. 'La situación me preocupa mucho. Están surgiendo sentimientos muy peligrosos. Mis amigos, que nunca han sido antimusulmanes y hasta discutían con quienes los criticaban, ahora piensan que hay que cazarlos a todos y matarlos o echarlos de nuestro país', se dolió una residente de Bombay, Aditi Varma.

La ciudad de Bombay acoge a una importante población musulmana, que también se concentra en estados del norte de la India. Varma, la joven residente de Bombay, advirtió que esos sentimientos, 'si no a una guerra, pueden llevar a estallidos de violencia comunal en el país como pasó antes en Gujarat, y eso nos afectará a todos' porque 'en estos incidentes, no se ve a quién se mata'.
Precisamente hoy se conmemora en la India el XVI aniversario de un episodio que ha contribuido a emponzoñar las relaciones entre las dos principales comunidades religiosas del país: la demolición por radicales hindúes de la mezquita de Babri, una joya del siglo XVI en la localidad norteña de Ayodhya levantada sobre el lugar donde nació el mitológico dios hindú Ram. Aquella destrucción generó una ola de violencia en toda la India en la que se calcula que murieron 2.000 personas. También sirvió de pretexto a los terroristas que asolaron Bombay por primera vez, en marzo de 1993, con bombas en puntos estratégicos de la ciudad que mataron a 257 personas, y a los que la han atacado la semana pasada.

El incendio de un tren de peregrinos hindúes que volvía del lugar santo de Ayodhya fue el desencadenante de otro de los capítulos negros de la Historia india reciente: la masacre, aún impune, de un millar de musulmanes en febrero de 2002 a manos de turbas hindúes el estado de Gujarat (oeste). 'No me gustan las reacciones que observo. Hay gente que dice que Pakistán debería ser borrado del mapa', se escandaliza Venkataraman. 'Debemos tener mucho cuidado de no equiparar a terroristas con una comunidad', advirtió el profesor de Historia de la Universidad de Delhi Devesh Vijay, una opinión compartida por la jefa del Departamento de Hindi, Asha Gupta, quien recordó que también hay 'ejemplos de otros terroristas de otras comunidades en la India'.

Para Vijay, que reivindica el mensaje de no-violencia del 'mahatma' Gandhi, los indios no deberían olvidar que lo ocurrido es parte de 'un fallo sistemático mayor'. 'Y en ese sentido, nosotros también somos culpables como votantes... Si delincuentes son elegidos para los Parlamentos, entonces cada ciudadano es responsable' de las desgracias que padece la India, opinó el historiador. 'Necesitamos hacer más amigos y no añadírselos a los grupos que están detrás de los terroristas', reclamó. A su voz se suma la de Ravinder Verma, cuyo hijo pasó una noche atrapado en el hotel Oberoi tras el asalto terrorista, y que se manifiesta 'totalmente en contra' de la guerra con Pakistán o el odio hacia los musulmanes.

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