No se construyó Roma en un día

Italia es una de las puertas por las que Africa intenta alcanzar Europa, Eldorado engañoso para los emigrantes desesperados que vienen con una mano delante y otra detrás en busca de una vida mejor. Su proximidad al continente africano la convierte, junto a España, en lugar de paso de este nuevo e incesante éxodo migratorio de proporciones cada vez mayores, un desplazamiento de población incontenible que va de la miseria a la aventura. No pasa una semana sin que se revele una nueva tragedia de estas arriesgadas travesías de barcazas atestadas de viajeros clandestinos en el Mediterráneo occidental.

Hace poco, de los 5.000 inmigrantes rescatados ante las costas africanas, 30 fueron hallados muertos, sus cadáveres aparecieron hacinados en las bodegas de un viejo pesquero, no se sabe si asfixiados o ahogados. Las mafias de traficantes de hombres cobran 1.000 euros por el pasaje desde Libia, por ejemplo, deuda que contraen y que deben reembolsar los inmigrantes después con su indigente salario, comercio abyecto que debería figurar en la "Historia Universal de la Infamia", de Jorge Luis Borges.

Llueve sobre mojado. Les voy a dar algunos datos que son más elocuentes que los comentarios, una cifra vale a veces más que mil palabras. En octubre último, cerca de 400 inmigrantes africanos perecieron en dos naufragios consecutivos frente a la isla de Lampedusa. El gobierno italiano, que reclama la implicación de Bruselas para resolver este grave problema del sur de Europa, tiene que enfrentarse a él casi en solitario y ha puesto en pie un dispositivo de rescate que ha designado con el histórico nombre romano de "Mare Nostrum". La comisaria de Interior de la Unión Europea, Cecilia Malmström, anunció no obstante que se ha concedido una ayuda de cuatro millones de euros al Gobierno de Italia, que por su parte, desbordado por los acontecimientos, planea lanzar una misión militar contra las mafias de mercaderes de inmigrantes.

Dos referencias más que nos proporcionan las agencias de noticias y que nos darán una idea de la gravedad de esta "hégira" económica que no cesa: la Marina italiana ha socorrido en lo que va de año a más de 67.000 personas que intentaban atravesar el canal de Sicilia y se han rescatado afortunadamente 435 inmigrantes de esa zona, la mayoría niños que podrán construir sus vidas alejados de la pobreza, aunque para ello tengan que perder su identidad y su nacionalidad de origen: son los llamados genéricamente subsaharianos.



RECUPERAR EL ALMA DE EUROPA

La inmigración desde África es un asunto crucial más para el recién llegado primer ministro italiano, Matteo Renzi, por si tuviera pocos. Tras la prolongada y corrupta era de Silvio Berlusconi, que duró más de 17 años en tres periodos, el gobierno tecnócrata de Mario Monti y el socialdemócrata de Enrico Letta, Italia parece esperar mucho de Renzi, ex alcalde de Florencia, de 39 años, jefe del Gobierno desde febrero de 2014, pero que ya apunta maneras: obligó a dimitir al alcalde de Venecia por un asunto de corrupción.

Líder del Partido Democrático (PD), prometió la semana pasada la renovación de la política italiana e incluso de la europea. En su discurso en Estrasburgo como presidente semestral de la Eurocámara se reveló como un reformista proactivo que se ha puesto manos a la obra.

Tiene mucha tela que cortar: cambiar la ley electoral italiana, modificar los poderes del Senado que ahora puede vetar leyes y hace a Italia ingobernable, y en lo económico, el difícil trío de ases: estimular el crecimiento, flexibilizar los impuestos y crear empleo. Serán sus trabajos de Hércules, que acomete con determinación según la prensa italiana, curada de espantos, pero que mira con esperanza a la tabla de salvación que supone Renzi, quien de momento parece llegar con energías para dar y tomar.

Esta primera alocución en el Parlamento Europeo, sin leer, de gran facundia, llena de referencias cultas como corresponde a un político ilustrado de una Italia de prestigioso pasado en artes y letras, sorprendió porque no consistió en un catálogo de buenas promesas, sino un llamamiento inesperado "a recuperar el alma de Europa". Una profesión de fe europeísta como solución de los problemas del momento. No entró en detalles por ahora, se limitó a dar un primer aldabonazo.



SÍSTOLE Y DIÁSTOLE DE EUROPA

Sus enemigos exteriores son los euroescépticos, como los seguidores del recientemente constituido Grupo Europeo por la Libeertad y la Democracia, formado en la Eurocámara por 48 eurodiputados procedentes del partido populista UKIP del Reino Unido, que dirige Nigel Farage, y del italiano Movimiento 5 Estrellas de Beppe Grillo así como por una diputada tránsfuga del Frente Nacional de Marine Le Pen. Las ideas de todos estos constituyen el reverso de la medalla de las de Renzi. Este último acaba de declarar justamente: "Si hacemos las reformas necesarias, el populismo ya no tendrá futuro".

Ahora bien, en opinión del flamante primer ministro, las pasadas elecciones europeas muestran el hartazgo ante las políticas de austeridad que a la postre conducen a la recesión. Criticó lúcidamente a las instituciones europeas por haber interpretado a su modo el binomio Pacto de Estabilidad y Crecimiento, inclinando demasiado la balanza hacia la estabilidad, defendida a machamartillo por la canciller Angela Merkel, en detrimento del crecimiento, bandera que enarbola Renzi junto a la de una mayor integración, sístole y diástole del corazón de la actual Europa.

En la misma sesión del Parlamento de Estrasburgo a la que me he referido, se asistió a un enfrentamiento significativo que refleja estas dos posturas antagónicas. El nuevo presidente del Partido Popular Europeo, el alemán Manfred Weber, rechazó la flexibilidad demandada por Renzi en las reglas para mantener saneadas las finanzas públicas y señaló como apuntándole con el dedo que la deuda italiana haya llegado al 133% del producto interior bruto (PIB), sólo superada por Grecia. El socialdemócrata Matteo Renzi le recordó entonces a su contrincante político que en 2003 se consintió que Alemania se saltase los límites del Pacto de Estabilidad y eso fue lo que le permitió crecer. Un duelo de enfoques y posturas izquierda-derecha irreconciliables.

En resumidas cuentas, chocan las dos Europas, la del norte, calculadora, que no quiere poner en peligro lo conseguido, y la del sur, que necesita inversiones para impulsar el desarrollo, una ecuación que deben despejar los dirigentes europeos para salir del atolladero actual.

En fin, advertimos para los impacientes: "No se construyó Roma en un día", como reza el refrán italiano.

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