La grieta fue sellada gracias a la inyección en el subsuelo de la central nuclear de silicato de sodio

Los técnicos logran frenar el vertido radiactivo al mar

Un grupo de 'marines' de EE.UU. hacen un alto en las labores de limpieza de Kesennuma. (Foto: DAI KUROKAWA)
Los técnicos de Tepco, la empresa que gestiona la central nuclear de Fukushima, consiguieron ayer sellar una fuga que vertía agua altamente radiactiva al mar desde la central, una noticia positiva frente a las preocupaciones de países vecinos y de pescadores.
Los operarios consiguieron a primera hora de ayer frenar la filtración de agua radiactiva que fluía al Océano Pacífico desde la pared de una fosa cercana al reactor 2. La grieta, descubierta el pasado sábado, fue sellada gracias a la inyección en el subsuelo de la central, cerca del reactor 2, de silicato de sodio, un polímero soluble que al endurecerse bloqueó la salida de agua contaminada.

La Agencia de Seguridad Nuclear de Japón pidió ayer a Tepco que vigile la fosa por donde escapaba el agua radiactiva y que contribuyó a que la radiación en el mar llegará a superar 7,5 millones el límite permitido del yodo 131. La Agencia recordó que aún existe la posibilidad de que el agua radiactiva, que podría provenir del núcleo del reactor 2, salga por otras zonas dentro de la central.

Las miles de toneladas de agua que se estuvieron bombeando a los reactores de 1 a 4 para refrigerar las piscinas de combustible crearon un gran flujo de agua radiactiva que anegó las instalaciones de la central de Fukushima. Para evitar nuevos problemas, Tepco está liberando desde el lunes al mar 11.500 toneladas de agua de baja radiactividad para dejar espacio dentro de la central al agua con mayor radiación, una operación que se espera dure hasta este fin de semana.


PELIGRO DE EXPLOSIÓN

La rutina en la central de Fukushima sigue sufriendo altibajos ante la perspectiva de que la lucha contra las radiaciones se prolongue después del verano, cuando se podría colocar un recubrimiento sobre los reactores para contener las emisiones radiactivas. La lentitud con que avanza la refrigeración en los últimos días, a causa de las filtraciones radiactivas, hizo que la presión haya aumentado en el reactor 1, una de las unidades que podría sufrir daños en el núcleo. Esto provocó que aumente el hidrógeno en la contención primaria, una estructura de acero y hormigón que protege al peligroso núcleo, lo que a su vez eleva el riesgo de una explosión en ese vital edificio de seguridad. Para evitar una detonación, Tepco tiene previsto inyectar lo antes posible nitrógeno, un gas inerte que desplazaría al hidrógeno y reduciría el riesgo de explosión, algo que la Agencia de Seguridad Nuclear considera que 'no es inminente'. Este procedimiento podría durar días y repetirse en los reactores 2 y 3, los otros dos que estaban funcionando cuando Fukushima fue golpeada por el terremoto y posterior tsunami del 11 de marzo, que desactivó los sistemas de refrigeración.

Ahora para los japoneses la mayor preocupación sigue siendo los niveles de contaminación detectados en el agua y el aire en los alrededores de la central. Los pescadores reclamaron ayer compensaciones por los perjuicios del accidente nuclear, y criticaron a Tepco y al Gobierno por verter agua radiactiva al mar sin consultarlos. Asimismo, el lanzamiento de agua radiactiva preocupa a países como Corea del Sur, que pidió o ser informado con más detalle y premura, una demanda similar a la de Rusia.

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