OURENSE NO TEMPO

Las cañas en la fuente

Los avances y el paso del tiempo son los culpables de que en ocasiones tengamos que explicar a nuestros hijos, lo que a nosotros nos parece obvio. ¿Recordáis la frase: “Tanto va el cántaro a la fuente…?”, ¿cuántos mozuelos y mozuelas de hoy en día no la habrán escuchado nunca? Incluso los de nuestra generación, que sí la escuchamos, era ya con otro sentido, solía ser una semiamenaza materna, insinuando que la zapatilla se estaba recargando porque el límite de su paciencia estaba próximo. Siendo eso cierto, el tema de las cañas en la fuente ya suena a prehistoria, ¿no?


Que no echen agua fuera de las pilas. Otrosí que porque los que vienen a coger el agua a las fuentes con cañas, e otras cosas, ponen las cañas en los caños, e la dexan verter fuera de las pilas, e pilares, y el agua se pierde, e derrama, e las plaças e derredores de los pilares se ensuzian, e hacen cenagales que huelen, e parecen mal, ordenamos que ninguna persona ponga las cañas de manera que vierta el agua fuera de la fuente, so pena de un real por cada vez para el aguazil, o almotaçel que le tomare, e que le quiebren la caña e basija. (Ordenanzas del Cabildo  de Tenerife)

Por extraño que parezca, tener agua corriente en las casas es un “lujo” que nuestros padres no disfrutaron de niños (me refiero a los de mi quinta, los de los años 50), de nuestros abuelos ya ni hablamos.

Las primeras fuentes urbanas, eran muy sencillas, generalmente un caño a baja altura, saliendo directamente de una pared más o menos decorada en la que la naturaleza había decidido que muy cerca existiera un "naciente": la Burga, la fuente del Rey, o la antigua fuente de la plaza de San Marcial, "fonte dos Coiros", son claros ejemplos de este formato. El objetivo era facilitar la recogida en baldes, cántaros y demás objetos del agua tan necesaria para el uso doméstico. Andando el tiempo, y con las mejoras en la tecnología de la conducción de agua, ya no se hacía necesario estar cerca del naciente; y así fue como las fuentes pasaron a ser, ya no solo un elemento útil, sino también en muchos casos un objeto bello. En Ourense, fruto de la desamortización del ministro Mendizábal, llegaron a la ciudad varias fuentes, ornamentales unas de Osera, y otra menos de San Esteban de Ribas de Sil (algunas ya están por el blog, y las que no están no tardarán mucho en visitarnos, por cierto os recuerdo que don Juan Andrés Hervella ha escrito un libro detallando precisamente las fuentes ornamentales ourensanas). El caso es que esas fuentes, estéticamente bellas, no eran precisamente prácticas para el uso diario, el caño quedaba demasiado alto, y no era posible recoger el agua. Para solucionar ese inconveniente, se utilizaban las cañas: unos tubos de bambú o similares, a los que se le unía un embudo en uno de los extremos.

Otro día hablaremos de la "labor social" de las fuentes públicas. Para que os hagáis una idea, ir media hora a la fuente era como estar veinticuatro horas viendo el "Sálvame" en la tele.

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