Ourense no tempo

Ourense no tempo | Historias de nuestros emigrantes

Las caras de felicidad son porque después de muchos años de trabajo y esfuerzo regresaban de vacaciones a su tierra, en esta ocasión el viaje era diferente. Pepe, con su mujer y unos amigos que acudieron a despedirlos.
photo_camera Las caras de felicidad son porque después de muchos años de trabajo y esfuerzo regresaban de vacaciones a su tierra, en esta ocasión el viaje era diferente. Pepe, con su mujer y unos amigos que acudieron a despedirlos.

Tengo en mi archivo unas cuantas aportaciones de ourensanos que han tenido que vivir la emigración, y cada uno cuenta la feria según le ha ido en ella. Hoy, y con el fin de animar a otros para que me faciliten fotos y datos, o ellos mismos las den a conocer, comparto algunos apuntes que me han regalado. En este caso son Pepe, Benito, Jesús, Manolo... 

Comenzaré por Manolo, no en vano me toca de cerca. El de este caballero es un caso muy especial, y de coger el hilo un buen guionista sin duda podría terminar siendo una interesante película. Comienza cuando con tan solo 12 años, la familia (o él, que su carácter siempre fue...) deciden que ya puede ir a foguearse por los secarrales castellanos; por su edad y tamaño, no podría segar, pero "atar" o llevar el botijo no requería excesiva fuerza. En poco tiempo aquellas tiernas manos del "niño" se llenaron de callos de "hombre". 

Ese fue su "veraneo" durante unos años, hasta que ya "polluelo", decide embarcarse hacia tierras más generosas. Sin pensárselo mucho, que él siempre fue de "arranques", se sube a un tren que lo llevaba hacia Francia, sin papeles, sin dinero, solamente una pequeña maleta y su decisión de salir adelante. 

No lo puedo afirmar y él no lo recuerda, pero probablemente fuera el "Shanghái" el tren que lo llevaba, aquel que desde Galicia llegaba hasta Cataluña, donde muchos rendían viaje y a punto estuvo de ser ese su caso. Al llegar a la frontera no se le ocurre otra feliz idea a un gabacho que pedirle los papeles, entre los que se exigía un contrato de trabajo. Con lo que le había costado conseguir el pasaporte, como para tener contrato; pero no había manera, aquellos franceses estaban dispuestos a perderse a un excepcional trabajador, ¡allá ellos! 

Manolo nunca tuvo problemas para hacer amigos, y mientras esperaba a ver qué solución le proponían los franchutes, conoce a otros españoles que le comentan que en Suiza eran menos exigentes y que pagaban mejor, con lo cual no se lo pensó, dejó con la palabra en la boca a los guardias de frontera y subió a un tren que le llevó a "su Lausana", donde a lo mejor otro día continúo con la historia, pero ya os avanzo que no le fue nada mal. Eso sí, cuando decidió tener familia, volvió en busca de una ourensana, pero eso ya es otra historia...

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Por su aspecto pensaríais que se ganaba la vida de bailarín flamenco; nada más lejos de la realidad. Que no os confunda su look. Manolo no tardó en ser propietario de una pujante Imprenta. Nunca le asustó el trabajo.

Hay otros casos, como el de mi amigo Jesús: 

No lo imaginaba de joven, cuando pasaba aquellas tardes de verano en As Poldras a la vera del pazo de los Marquina, ni cuando cogió su equipaje para trasladarse a Sevilla a estudiar por la vía religiosa, pero casi sin darse cuenta se encontró en un país desconocido, con un idioma ininteligible y una sola cosa clara, "volver". Era el año 71 y en Wiesbaden la mano de obra escaseaba. Al ya establecido turismo de aquella zona termal se sumaban gran cantidad de grandes empresas, que con su creación atraían a otras, laboratorios farmacéuticos y químicos (hoy más de 80 marcas de prestigio, Abbott...), empresas de fotografía (cuna de la Wirgin) Agfa- Gevaert, Hoeschst, Henkell, Ferrari, Mitsubishi..., pero para alcanzar ese desarrollo las necesidades de mano de obra en aquellos momentos eran altísimas. En esas circunstancias eran muchos los compatriotas que habían aprendido un alemán básico y se dedicaban a informarse de qué empresas necesitaban trabajadores y con qué cualidades; regresaban al terruño para ofrecer a sus vecinos aquella vida y los que estaban ansiosos de ir a "ganar la vida" veían en estas ofertas una fabulosa oportunidad. (Ya ya sé que no todos eran honestos y que algunos ourensanos las pasaron canutas por culpa de ellos, pero también existía riesgo cuando ibas por tu cuenta.) Sin profundizar, diremos que en general, con mucho trabajo, las cosas fueron bastante bien. 

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Jesús, de niño, se podía permitir holgazanear, fue esa la única época en que lo hizo. Aun hoy, jubilado, no para de trabajar, sus gallinas...

Benito fue otro estilo de emigrante: no contento con su periplo por Venezuela en los 50, decide repetir en los 60, pero en esta ocasión decidió quedarse en la más cercana Holanda. De las dos etapas guarda recuerdos e historias, no en vano mientras trabajaba en el famoso Hotel Comercio de Caracas veía a diario as estrellas de Hollywood y personalidades de todo estilo que se acercaban a la de aquellas "rica" Venezuela. La etapa holandesa ya fue más tranquila, quizás el hecho de tener sus ahorros y no empezar de cero le permitieran ver otra emigración.CCI20042015_00002De benito Alvarez Prieto amigo iriarte estuvo en venezuela y holanda web_resultado

Año 52, Benito en el Hotel Comercio, de Caracas.

Y como siempre... me quede sin espacio para seguir, pero no puedo dejar sin al menos citar a mi amigo Pepe Iriarte, a quien aprecio y admiro. Solo apuntar que un buen día apareció en Uruguay con una máquina de coser y...

Pido perdón a los amigos que he dejado para otra ocasión, todas historias apasionantes, y no todas felices.

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