OURENSE NO TEMPO

El Hotel Roma y sus gentes

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photo_camera Doña Dolores Ándelo, con parte del personal del Roma a finales de los 20. (Fotografía de Guillermo Álvarez.)

La perdida estética y arquitectónica fue considerable, pero no la única.

Fue un polo de atracción para visitantes ilustres, y ofreció sus servicios a profesionales de todos los campos que encontraban en sus salones el lugar idóneo para darse a conocer (dentistas, oculistas, médicos ortopédicos, representantes de comercio, etc.). Hoy no tocaré el tema arquitectónico (existen varios proyectos en marcha), únicamente querría tener un recuerdo para todas las personas que de alguna manera contribuyeron a forjar la fama del Hotel Roma.

Los primeros datos relacionados con esta empresa nos conducen al entorno de 1870, citando a don José “Cuanda” Cruz, como propietario de una "fonda", situada en un entorno de crecimiento. Comenzaban a florecer organismos oficiales y las paradas de las líneas de pasajeros estaban muy cercanas; eso, unido a la presencia del seminario e instituto, fueron motivo de un evidente éxito empresarial. En aquellos tiempos las cosas iban a otro ritmo, y a pesar del éxito, no fue hasta 1889 cuando los propietarios decidieron acometer una gran reforma que aumentó el número de habitaciones y significó un paso más en cuanto a calidad. Es en ese momento cuando toma la nueva denominación “Hotel de Roma”.

José Mao Fernández asume el liderazgo del negocio y posteriormente decidiría continuar únicamente con el restaurante. Su fama aumentó hasta el punto de que en 1911 aparece referenciado en la Guía Michelin, quedándose pequeño. En 1913 se encarga al arquitecto Daniel Vázquez Gulías el diseño del nuevo hotel (como ya sabéis una fachada espectacular y una calidad de materiales y diseño que aun hoy estaría en un altísimo nivel), inaugurando en 1915.

En el nuevo edificio, es la familia Arias (1917) quien ocupa la dirección. Don Faustino Arias con la ayuda de su esposa e hijo (Leandro Arias), gestionaban también el restaurante del ferrocarril, poniendo en marcha un curioso sistema de catering: los pasajeros disponían de una carta de paellas (especialidad de los Arias) y al comenzar el viaje pedían a su gusto; al llegar el tren a la estación de Canedo, la paella era servida en el vagón restaurante, ¡un lujo! Son los Arias quienes instalan la terraza del Roma, que en los años cuarenta se convirtió en el “mirador” de la ciudad, desbancado poco después por las múltiples terrazas del Paseo.

En el año 25 se aborda una gran reforma del edificio: se añadieron tres plantas y se modernizaron todas las instalaciones, dotándose de ascensores al edificio y abriendo la barra de noche en la primera planta.

Según un anuncio de prensa, en esta época fueron propietarios Ramiro Lopo y Sicre (no tengo datos), sería un breve periodo ya que en 1927 toma las riendas del negocio el pontevedrés (de Sobrans-Mos) Adriano Campos. En su etapa se inaugura la cafetería del hotel y en la cocina comenzaba el reinado de doña Dolores Ándelo.

Finalmente, hacia 1935 (existen contradicciones en cuanto a la fecha, algunas fuentes lo sitúan en 1928), es Enrique Barciela, también propietario del Hotel Universal de Vigo, quien adquiere la titularidad, llevándolo a su etapa de mayor esplendor, al tiempo que tuvo que sufrir el ocaso de la empresa en los años 60. El hotel cerro el 4 de febrero de 1960, aunque la cafetería continuó funcionando hasta el 69.

Gracias a la colaboración de Fermín Castro Taibo, miembro de una saga de profesionales de la hostelería (los Castro formaron parte de la plantilla de los mejores restaurantes y cafeterías de la ciudad, San Miguel, Monterrey, Regidora, Mejicana, Alaska), puedo nombrar a varios miembros de la plantilla del Roma en sus últimos tiempos: en la conserjería estuvieron su padre, Manuel Castro Barciela (aunque de manera lejana, emparentado con el propietario), y su tío Bernardino Rivero. Junto a ellos estaba Vicente Rey, quien se encargaba de los equipajes de los huéspedes, desde su llegada a la estación ourensana y hasta la marcha del hotel. En la cafetería trabajó su hermano Tomás Castro Taibo.

Y gracias a las notas de la prensa local podemos saber que durante años, no había personalidad que pasara por Ourense y no se acercara al hotel, bien para pernoctar o, como le encantaba a la mayoría, para disfrutar de su cocina. Bodas, reuniones “de postín”, homenajes, despedidas, actos políticos, fiestas de Fin de Año, cualquier excusa servía para disfrutar del Roma.

En aquellos más de cincuenta años, sería interminable citar la lista de clientes. A modo de ejemplo citaré a los Mosquera, los García Tobio, los Outeiriño, los Blanco Merino, los Tejada, etc., que celebraron bodas en el Roma. Miss España (1933) Emilia Docet, Primo de Rivera (1935), la fotógrafo americana Ruth Matilda Anderson (1926) fueron algunos de los ilustres hospedados.

Quedan en el tintero infinidad de datos, pero el espacio no da para más, continuará…

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