Ourense, primeros días de la II Guerra Mundial

Estación de Ribadavia, escenario donde las hermanas Touza ayudaron a salvar muchas vidas.
photo_camera Estación de Ribadavia, escenario donde las hermanas Touza ayudaron a salvar muchas vidas.

Los periódicos de todo el mundo recogían en las portadas del día 2 de septiembre de 1939 lo acontecido el día anterior, que no era más que el comienzo de la II Guerra Mundial. Desde la actual Gdansk -entonces Dantzig o Danzig- el “gauleiter” Foerster (gobernador impuesto por los nazis) remite al führer el telegrama por el que anuncia que acaba de incorporar al Reich alemán el territorio polaco de Dantzig, “a fin de poner término a la mala situación en que se encuentra la población…”, decía el invasor como justificación. La historia se repite, con otros actores y lugares.

Pero no soy yo quién para opinar de esos temas; lo que a mí me gusta es traer a nuestra ciudad y provincia esos episodios, para intentar que no se olvide la historia cercana.

Ourense, a pesar de su situación geográfica, tuvo una participación muy laxa en el conflicto, pero no por ello nula. Al menos se pueden y deben recordar casos como el heroico de las hermanas Touza, que desde Ribadavia colaboraron a la huida de un buen número de ciudadanos judíos, lo que años después ellos o su descendencia se ocuparon de reconocer y agradecer.

Los grandes beneficios que en nuestras tierras dejó el negocio generado por las minas de wolframio, que levantaron la economía de zonas como la de Arnoia y Casaio -no es que los alemanes descubrieran su existencia, hacía años que las más interesantes se estaban explotando, pero sí fue mucho mayor la demanda-, provocaron que explotaciones en otras circunstancias no rentables se convirtieran en fuente de negocio.

Y el más desconocido, pero según parece real, tema de la operación Odessa, por la cual, en los últimos días de la guerra, un número desconocido de altos mandos del Ejército alemán, usaron la zona de A Limia como lugar de paso en su huida hacia Sudamérica, principalmente. Entiendo que el necesario secreto de la operación dificulte encontrar información, pero seguramente alguien aún recuerde algo. (Los escasos datos que tengo y la fotografía son fruto de los recuerdos de un, entonces, niño que conoció a los personajes de la imagen).

Pero dejemos eso para otra ocasión, hoy se trata de recordar cómo se vivían en Ourense aquellos momentos. Y lo primero que debemos recordar es que nuestra guerra aún daba sus últimos coletazos, y la normalidad estaba lejos de asentarse. Los cuatro meses transcurridos no eran “nada”. España se declara neutral, pero las noticias llenan los titulares de la prensa y el parte de Radio Nacional, ya imprescindible durante esos años, retomaba su protagonismo.

El caso es que poco a poco, aunque parezca difícil, todos se fueron adaptando. La vida continúa, aunque sea en las peores situaciones. Y la mayoría de casas tenían mucho que lamentar, así que, aunque preocupantes, esas noticias no parecían tan cercanas. Me atrevo a hacer ese comentario porque revisando la prensa local nos damos cuenta de que, en lo posible, la naturalidad era la pauta.

 El Losada, cine casi único en aquellos años (hubo varios intentos de pequeñas salas, pero…) programaba una película nueva cada día.

✔️ Uno de los locales de moda, el Café Madrid, anunciaba su traspaso por la enfermedad de uno de los socios. Y, hablando de traspasos, un dato personal: mi padre, entonces comenzando su vida laboral, ofrecía desde las oficinas de la gestoría La Actividad, en la que trabajaba, el traspaso de una concesión de automóviles ya en marcha. No he podido averiguar cuál cambió de propietario en esos años.

✔️ Gran novedad supuso la apertura del primer bar con terraza en el espolón de la Praza Maior; los “expertos” del terraceo ourensanos (que los había) se preguntaban si el dueño sería un iluso o un genio por explorar esa nueva ubicación. Hoy diríamos que un genio, pero yo he conocido épocas difíciles para los bares de esa zona.

✔️ Uno de los temas de conversación de los ourensanos versaba sobre si los cines y terrazas serían los culpables de que el Posío y la Alameda hubieran perdido su protagonismo en el ocio de la ciudad, y la conclusión era que la guerra había cambiado hábitos, y la gente prefería sentarse a pasar la tarde delante de un café que dando paseos. ¡Costumbres! Por cierto, ¿no os parece que, desde la pandemia, el tráfico y ambiente de las calles a partir de las 11 es casi inexistente? Será otro cambio de costumbres…

Supuestamente, un coronel de las SS y sus guardaespaldas, en Xinzo (1947).
Supuestamente, un coronel de las SS y sus guardaespaldas, en Xinzo (1947).

✔️ El Auxilio Social buscaba un matrimonio que quisiera prohijar un niño de dos años abandonado en Carballiño; por fortuna, gozaba de buena salud.

✔️ La Academia Villar Sueiro anunciaba las condiciones para conceder becas a sus alumnos, y por desgracia los necesitados eran muchos.

✔️ Las correrías de los chiquillos y ya no el robo de fruta ajena, que eso se podría perdonar, eran motivo de queja por el destrozo y los malos modos de la chiquillería, que pillada in fraganti huye a la carrera, pero tan pronto se encuentra segura hace burla del perseguidor.

Y para terminar, recordar cómo era el tema informativo, cierto que la prensa intentaba dar la información de manera inmediata, pero era la radio la que concitaba el interés de los ourensanos, y no había demasiada competencia. EAJ 57 era el indicativo que todos conocían, Radio Orense, aquella que don Ramón Puga convirtió en imprescindible. Nuestros mayores aún recuerdan muchas historias de aquellos tiempos, y la que más se ha difuminado en las memorias es que existía una programación de mañana en la que se intentaba informar de los precios del mercado y noticias locales con algo de música. Realmente hablamos de menos de una hora de emisión.

Las de más audiencia eran la emisión de mediodía y noche, cada una con poco más de una hora de duración, con el programa estrella: el diario hablado de Radio Nacional, el famoso “Parte”. Con él se añadía en la del mediodía la cartelera de los cines y algo de música, que era lo que también acompañaba la emisión de noche.

Como decía al principio, Ourense no es precisamente un lugar representativo de lo que fueron aquellos momentos convulsos de la historia mundial, pero no por ello se puede olvidar que, por voluntad propia o por imposición, fueron muchos los ourensanos que participaron en el conflicto y fueron demasiadas las pérdidas humanas. Ojalá ese tipo de situaciones no fueran nunca más una opción, pero…

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