SOCIEDAD

Asociaciones sin relevo generacional

Ourense cuenta con más de medio centenar de asociaciones vecinales, algunas de ellas históricas y de gran peso en el desarrollo de la ciudad y en el ambiente cultural y vecinal de los barrios. 

Es difícil entender una ciudad sin las asociaciones de vecinos de sus barrios. Las agrupaciones, intrínsecamente ligadas a la vida de las urbes realizan una importante labor y son las principales impulsoras de las mejoras en sus áreas. Más conocidas recientemente por su infinidad de cursos y talleres, sus presidentes destacan la función que muchas de ellas han tenido -y tienen- encabezando iniciativas para la mejora de parques, calles e incluso para la apertura de centros de salud.

Ourense cuenta con más de medio centenar de asociaciones de vecinos, además de dos federaciones que las agrupan. No hay zona de la ciudad que no cuente con representación desde su aparición en los años 80, pero ahora sus socios están más envejecidos y menos involucrados, algo que sus presidentes no consiguen explicar. "Lo malo que tiene el movimiento vecinal es que no hay gente joven que quiera inmiscuirse en él", reconoce Eladio Reinoso, desde la Asociación Arranxar, algo en lo que coinciden en el Casco Vello, cuya presidenta, María Justa Gutiérrez, justifica con el "desconocimiento" o las diferencias generacionales.

José Delgado, también insiste desde O Couto en la problemática, que justifica en la "falta de oportunidades en la sociedad actual", que "carece de tiempo". A pesar de ello, insiste en que sería bueno para los jóvenes participar para"hacer cualquier modificación social". Más pesimista es la presidenta de Ponte Canedo, Olga Giraldez, que aseguraba que no se puede "llevar de la mano a la gente, la mayoría de la juventud está más por botellones que por asociarse" e insistía en el "desinterés generalizado" y el cambio "para mal" de los tiempos.

Seixalbo, el contraste

El contraste lo marca Seixalbo, donde María Nóvoa, presidenta de su asociación, explicaba que la directiva es "bastante joven" y que la gente participa porque además es una localidad "atípica dentro del Concello, con mucha gente joven, vitalidad y asociacionismo". 

Precisamente, uno de los fundadores de esa asociación, Manuel Herminio Iglesias, que fue su presidente durante 16 años y vivió el inicio del movimiento cuando tenía unos 30 años, reflexiona ahora, con 66: "Posiblemente haxa un cambio e as novas xeneracións se encontraron con moitas cousas feitas e igual non ven tan necesario unirse” y continúa explicando que, cuando su generación inició las asociaciones necesitaban “reivindicar para conseguir milloras sociales", mientras que, ahora "a xuventude está máis dispersa noutros asuntos e tamén ten outros problemas, sobre todo de traballo, pero non  sabería explicar por que non se implica tanto".

Esperanza Martín, presidenta desde hace 40 años en Covadonga también incidía en la misma idea, “la juventud no está implicada”, reflexionaba, recordando todas las actividades con las que contó la Covadonga, de donde, explicaba que, incluso hubo dos campeones de España de lucha grecorromana, “la gente de antes estaba más unida, era más familia, la juventud ahora no se implica en nada", explica. Iglesias, también reflexiona que el movimiento tiene la misma función que antes pero con muchas expectativas cubiertas.

Implicación

Quizá estos sean algunos de los motivos por los que los jóvenes se mantienen distantes, pero lo cierto es que sigue faltando un relevo generacional, que Iglesias, considera que hace “muchísima falta” y dice "hai unha falta de implicación social importante, digamos que hai cabreo, que hai comodidade, que hai moitos servicios que antes non tiñamos, pero non existe esa inquietude social como existía naquel momento”. Cuando se le pregunta a Martín, la presidenta hace una clara reflexión: ”Si no es por los mayores, las asociaciones terminarán cerrándose”. 

Los logros y demandas de los barrios

Muchas de las asociaciones se crearon de la unión de los vecinos contra normativas, planes y situaciones con las que no estaban de acuerdo, y es que, su principal función es reivindicar mejoras para sus barrios, como reconoce Eladio Pérez Reinoso,  presidente de Arranxar y un hombre intrínsecamente ligado a este movimiento y que ya ayudó, años atrás a crear la federación Limiar. 

La labor no siempre es fácil, Reinoso explica cómo a veces uno "ya se cansa de reivindicar cosas que muchas veces la clase política no te hace caso" y pone como ejemplos las aguas del Barbaña y la situación de la cárcel o del puente de la Plaza de Abastos.

A pesar de ello, todas las asociaciones tienen reivindicaciones y logros a sus espaldas y algunas llevan años luchando por ellas. Un ejemplo es el de San Breixo de Seixalbo y los vertidos en el Barbaña o la carretera OU-105. Su presidenta, María Nóvoa, habla de la peligrosidad de un tramo en el que "quitaron pasos de peóns en vez de poñer", una situación que les preocupa especialmente porque consideran que se puede agravar con el AVE y explica cómo "legalmente non se pode cruzar para coller o autobús" y hay tres carriles de carretera sin arcén.

En el Casco Vello, María Justa Gutiérrez, también reconoce que una de las principales luchas de su asociación es que se conozca que el barrio "no es solo hasta el Concello", mientras que, en la asociación Centro, su presidente Ignacio Juan Martín, cuenta que los atascos son una de las grandes preocupaciones de sus vecinos, junto con la situación de parques como el de la Alameda del Crucero, donde dice que no se puede llevar a los niños porque siempre hay "gente bebida".

Son algunos de los muchos temas por los que se preocupan las asociaciones de la ciudad, que ya han conseguido mejoras como la de la calle Concejo, el centro de salud de O Couto, el ambulatorio de A Ponte o la recuperación de las riberas del Miño. 

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