Centenares de ciudadanos aguardan cada día desde las seis de la mañana en la cola ‘de la vergüenza’

LR- La cola de personas delante de la Comisaría para tramitar el DNI comienza a formarse a las seis de la mañana y a las ocho y media, cuando se abren las puertas, suma diariamente más de 200 personas. Durante horas, se repiten escenas que serían la envidia de un film de Almodóvar: como la espera es larga, los ciudadanos acuden con sillas de playa para sentarse, otros hacen ‘calceta’, leen libros o se lamentan de la espera. Después, y aún con número, el calvario puede durar toda la mañana.
Surrealista y kafkiano. Estas son las palabras que mejor definen la cola de personas que se forma a diario delante de la Comisaría provincial para tramitar el DNI que, por cierto, no puede renovarse en ningún otro punto de la provincia, al menos en verano, contrariamente a lo que dijo la Subdelegación en julio, que instaba a pedir el documento antiguo.

Vienen de toda la provincia, incluso de Valdeorras o la Baixa Limia y a lo largo de la extensa hilera pueden verse a diario personas en sillas de ruedas o apoyadas en muletas, algunas de ellas de avanzada edad. Otros optan por llevarse de casa la silla de la playa para sentarse mientras esperan, los hay que aguardan con un libro o el periódico, y hasta aparecen mujeres que se entretienen con la calceta.

La cola suele formarse cada día -desde hace varios meses- sobre las seis de la mañana. Antonio Fernández, por ejemplo, estaba ayer a esa hora ‘y ya teníamos 40 personas delante’, señaló. A las siete comienza a rodear la explanada de la Comisaría y a las ocho ya suele alcanzar la calle Curros Enríquez y la glorieta de las pirámides.

Las puertas se abren a las ocho y media de la mañana, cuando el personal comienza a rapartir los números y a tramitar el documento de identidad o el pasaporte (que va incluido en el mismo y penoso proceso). Es entonces cuando todas las miradas se dirigen a la puerta de acceso para controlar a los ‘listillos’ que intentan colarse. La frase que más se escucha es: ‘No empuje, estoy yo primero. Usted póngase a la cola’.

Los que logran conseguir un número acceden a una sala, pero la larga jornada no ha hecho más que esperar. Tener un número 70 de los 130 que dan cada día para el DNI supone esperar hasta las tres, cuatro o cinco de la tarde, lo que supone un calvario para el demandante que no es de la ciudad.

Una funcionaria atiende a los inmigrantes, otra hace pasaportes -menos cuando se toma un descanso- y media docena más se encargan de los documentos de identidad. Delante de ellas, decenas de personas, sentadas o de pie, aguardan más horas sin quitar ojo del panel hasta que sale su número y les atienden.

Patético.

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