Cerca de 27.000 ourensanos carecen de sucursal bancaria en su concello

Los últimos datos del Banco de España ponen de manifiesto el paulatino cierre de oficinas bancarias en Ourense. Según esta fuente oficial, es la provincia gallega que menos sucursales mantiene activas, la que más rápido las está perdiendo dentro de una dinámica general de cancelación de servicios y además la que más municipios ha dejado ya sin este tipo de dotaciones. Hasta 2010, Ourense estaba por delante de Lugo en atención bancaria física, pero durante aquel año cerraron 72 sucursales, relegándole a un último lugar en el que se ha mantenido, distanciándose cada vez más del resto de provincias. Así, en 2019 —última cifra disponible— el número de oficinas era ya la mitad que en la década anterior, con solo 182, mientras que Lugo tenía 219, Pontevedra, 422 y A Coruña 535. En la actualidad en Ourense 26 municipios de los 92 totales — casi 27.000 habitantes— ya no cuentan con ningún servicio presencial de atención bancaria, lo cual supone el 28,3% de ellos, casi un tercio, y afecta de forma directa a uno de cada diez ourensanos. Además, la situación tiene un alto riesgo de agravarse, ya no solo por la tendencia mantenida desde hace más de 15 años sino por la gran cantidad de municipios que resisten con tan solo una oficina. Así, el 76% de los municipios tienen una oficina o ninguna, tras haber descendido de 377 sucursales a tan solo 182 en 15 años. Por la provincia de Pontevedra solo están sin servicio los municipios de Dozón y Mondariz Balneario, que además es el más pequeño de Galicia con 2,32 kilómetros cuadrados de superficie. Solo el 3,28% de los municipios pontevedreses se encontrarían desprovistos de oficinas según los últimos datos. En el caso de Lugo, están desabastecidos los municipios de Ribas de Sil, Negueira de Muñiz y Ribeira de Piquín, lo cual supone el 5,97% del total. Son 10 por A Coruña (Aranga, Coirós, Paderne, Vilarmaior, Vilasantar, Cabanas, Lousame, Dodro, Santiso y Toques), un 10,75% del total. En cuanto a la velocidad de pérdida de oficinas, los lucenses tienen hoy un 32% menos de sucursales que en 2009. En A Coruña, Pontevedra y Ourense la reducción del número de sucursales ha sido de un 43,3%, 45,5% y 49,5%, respectivamente. Y a pesar de las iniciativas por promover el dinero electrónico, según la última encuesta del Banco de España, el efectivo sigue siendo el medio habitual de pago para la mayoría de los españoles, lo cual no ha evitado que cerraran en nuestro país un 17,6% de los cajeros entre 2008 y 2017. Abiertas un día o incluso unas horas Debido al éxodo continuado hacia las grandes ciudades, la fórmula para las zonas menos pobladas pasa por aperturas puntuales de las oficinas o autobuses que integran todo el dispositivo bancario, solución que emplea el municipio de Os Blancos en A Limia. En Sandiás, el Concello anunció la apertura de una oficina las mañanas de jueves. Como caso antagónico, Cualedro cuenta a día de hoy con cuatro entidades bancarias, y también están surtidas las capitalidades de A Limia y Monterrei. Hace seis años que cerraron las dos sucursales bancarias del municipio de Cenlle, una en la capitalidad y otra en Barbantes, pese a las protestas de los vecinos. Desde entonces, los residentes en este municipio tienen que desplazarse a San Amaro, Ribadavia o Leiro. Dos concellos de la comarca de Carballiño que nunca han contado con sucursales son Piñor, que utilizó las oficinas de San Cristovo de Cea hasta su desaparición, y Punxín. Por otra parte, la oficina bancaria de Larouco cerró en el año 2012. Abría tres días a la semana hasta que la falta de rentabilidad hizo que cerrara sus puertas. De hecho, Larouco sirvió en 2015 para que el Wall Street Journal ejemplificara la clausura de las sucursales en el rural español. Su alcaldesa defiende que la entidad quiso alquilar el local pero no lo logró. "La oficina ahí está, desmantelada", comenta, añadiendo que "no costaba nada poner un cajero". Los vecinos se ven obligados a bajar a la sucursal de A Rúa, a ocho kilómetros, para sacar efectivo. "Y no todo el mundo tiene facilidades para acudir", se lamenta. La reestructuración del sector hace ya siete años dejó sin servicio al concello de A Bola, en Terra de Celanova. El cierre de la oficina en 2013 generó numerosas quejas entre los vecinos, que ya se han acostumbrado a viajar hasta Celanova para realizar sus gestiones financieras. Estos desplazamientos son también cotidianos para los vecinos de Verea o Pontedeva. En el interior de la comarca de Terra de Celanova, el servicio bancario se ha reorganizado para atender a primera hora de la mañana a los clientes de la oficina de Vilavidal (Ramirás) y después a los de Fustáns (Gomesende). Los miércoles es el único día de apertura de la oficina de Quintela de Leirado, y los viernes, también de 8,15 a 14,15 horas, está abierta la de A Notaria (Padrenda). En A Baixa Limia, los cinco concellos disponen de oficinas bancarias, si bien en Muíños el horario de atención solo es de 8,15 a 11,00 horas. Un empujón más para la despoblación rural Desde el sindicato Comisiones Obreras encuentran un doble efecto negativo en el cierre de sucursales: "Este fenómeno empuja al empleo a la baja y provoca exclusión financiera en dos vertientes, la de la tercera edad, que no siempre sabe manejar ciertas tecnologías, y la geográfica, contribuyendo a la despoblación al tener un servicio menos" destaca Jorge Villarino, coordinador del sector financiero en CCOO Galicia. "La falta de acceso a internet y la desaparición de sucursales inhibe el mantenimiento de los núcleos rurales, entrando en un círculo vicioso". lamenta.