Ha trascendido que Jácome quiere presentar sus siglas a las elecciones autonómicas, cuando se convoquen, evidentemente. A salvo de la reacción en las bolsas mundiales, la noticia no puede tener mejor encaje en este Ourense atolondrado. Dice el alcalde que su intención es ser decisivo para la ciudad, con sus proyectos desequilibrantes, para doblegar la voluntad de cualquier gobierno de la Xunta.
Si obtiene representación, que esa es otra, las puertas del Parlamento se abrirán de par en par para recibir al líder de Lilliput, al Sancho Panza que llega después de gobernar Barataria, al Astérix que doblegó a los romanos y preservó la esencia de la aldea gala.
Por fin todos los gallegos tendrían derecho a disfrutar de su oratoria en el Parlamento, como un nuevo Emilio Castelar, de su capacidad para concebir el desarrollo de Ourense y de la comunidad gracias a su visión de Estado. La ciudad y la provincia llevan huérfanas de liderazgo durante décadas, lo que lastra su capacidad de desarrollo. Pero se acabaron las maldiciones bíblicas porque nos encaminamos hacia la Arcadia feliz. Ourense seguirá los pasos del nuevo Moisés que apartará las aguas del Mar Rojo, del Miño en este caso, para ir camino de la libertad y el progreso.
Todo esto gracias, claro, al alimento político que ha dado el PP, insuflando oxígeno a este experimento. Pues que prepare la factura, que le puede salir cara. Ya lo dijo el Conde de Romanones: “¡Joder, qué tropa!”
