ENTREVISTA

“Debería haber más conexión entre la cirugía de mama y la rehabilitación "

photo_camera María Álvarez Vázquez.

El cáncer de mama es, sin duda, uno de los cánceres sobre el que más campañas informativas, de concienciación y de prevención existen. Resulta, por lo tanto, especialmente llamativo que una de sus inevitables consecuencias, cuando se produce la extirpación de los ganglios, el linfedema, sea un gran desconocido.

El cáncer de mama es, sin duda, uno de los cánceres sobre el que más campañas informativas, de concienciación y de prevención existen. Resulta, por lo tanto, especialmente llamativo que una de sus inevitables consecuencias, cuando se produce la extirpación de los ganglios, el linfedema, sea un gran desconocido. En el 2008, en O Barco, dos médicos: Arias y María Álvarez crearon un protocolo para la prevención de esta enfermedad que empeora la calidad de vida de las personas y, desde hace poco más de un año, el CHUO es el único hospital gallego que ofrece atención a pacientes ingresadas o inmediatamente después de la cirugía como medida preventiva, gracias a la dedicación de la médica de rehabilitación María Álvarez.

¿De qué se habla cuando se habla de un linfedema?

En tratamientos de cáncer, bien sea de mama, ginecológico o de otro tipo, a veces los ganglios pueden estar invadidos por el tumor y hay que eliminarlos o se hace en prevención. Al hacerlo, se altera la anatomía y el líquido de ese brazo o pierna e incluso cara, no tiene donde ir. No se puede drenar, así que el miembro tiende a hincharse, y, además produce dolor. Eso es el linfedema, que puede tener hasta cuatro estadios diferentes. A la larga da muchas complicaciones, porque cuando aparece nunca se cura. Y siempre va a aparecer. Por eso es tan importante la prevención. Además, el sistema linfático, el que regulan los ganglios, también actúa en el sistema inmunológico, así que estas pacientes son más proclives a tener infecciones. Se merma mucho la calidad de vida del paciente y puede dar muchas complicaciones.

Es pionera en la creación de un protocolo para prevenirlo, ¿cómo surgió?

El doctor Arias y yo trabajábamos en O Barco y comprobamos que no había nada hecho sobre el linfedema hasta ese momento. Veíamos pacientes que padecían esta enfermedad, con brazos hinchados y con dolor, que no sabían lo que les estaba pasando. Incluso compañeros de profesión todavía desconocen lo que es esto. Es un tema desconocido, sobre todo para la paciente que tampoco sabe adónde tiene que acudir. Estaban un poco olvidadas.

¿Qué plantearon?

Inculcamos la necesidad de poder ver a las pacientes lo antes posible, cuando están ingresadas o, al menos, ya en el posoperatorio inmediato. Estoy dentro del comité de mama, para poder participar en las reuniones donde se debate la actitud a seguir con la paciente. Es cierto que en ese momento, es mucha información para ellas, pero es necesario para que sepan dónde tienen que ir.

¿La prevención puede evitarlo?

Sí, totalmente. Si se hacen los cuidados y los ejercicios, está comprobado científicamente que tarda mucho en aparecer el linfedema, y que cuando aparece, como está bien tratado, se queda en un estadio más leve.

¿Qué debe hacer la paciente ?

Lo primero que hago es informar de todo lo que les han hecho para que sepan qué pasa y qué puede pasar. Después las exploro, las veo y las valoro. Lo más importante es hacer una tabla de ejercicios, incluidos en el protocolo que hicimos, que están avalados. También se les ofrecen consejos como evitar baños de agua muy calientes o fríos, evitar pulseras o hidratar muy bien la piel. Y, por último, recomendaciones médicas como, por ejemplo, evitar que en ese brazo se tome vía alguna ni la tensión. En este caso, a veces ni las enfermeras conocen que no se pueden hacer estas pruebas, así que la formación a los profesionales también es muy importante.

¿Cómo la reciben las pacientes?

Un poco asustadas porque no saben muy bien lo que es. Después piensan que es un problema más que no contaban con él. Luego lo aceptan bien, porque no es algo agresivo. Lo más difícil es lograr que consigan la constancia en los ejercicios, porque deberían hacerlo tres veces al día toda la vida. Pero notan la mejoría.

¿No es paradójico que se hable tanto del cáncer de mama y se ignore el linfedema?

Igual se debe un poco a la falta de organización de todos. A veces, en el hospital está todo pautado y se da más importancia a unas patologías que a otras. El campo del linfedema es un campo del médico rehabilitador. En un cáncer, se prioriza la cirugía, la oncología y parece que todo lo demás se abandona. Es cierto que no es algo maligno, pero es vital para tener calidad de vida. A nosotros nos parece algo sangrante.

¿Es una cuestión económica?

No, para nada. Son cosas sencillas de aplicar. Aquí no hay ningún gasto de ningún tipo. Es algo tan sencillo, como que el trabajo lo llevo yo, que subo y bajo al hospital. Lo hago porque me apetece y porque por algo hice el protocolo. Una paciente con cáncer de mama no puede no saber lo que es un linfedema, porque lo va a padecer.

¿Debería implantarse obligatoriamente esta atención?

Eso sería lo ideal. Habría que encaminarse a que fuese obligatorio. Reconozco que es complicado y que conlleva mucho trabajo, pero debería haber más conexión entre la cirugía de mama y la medicina de rehabilitación.

¿Qué haría falta para ello?

Voluntad por parte de todos los implicados. Es logística pura y dura, porque no conlleva ningún gasto económico. Esto está un poco en tierra de nadie, se trabaja como hace diez o doce años, y la incidencia del cáncer de mama es cada vez en gente más joven, sobre los 40, y de más volumen. Habría que hacer un estudio para ver qué está pasando.

¿Se le concede la importancia que tiene a esta especialidad?

Esto parece el cajón de sastre. Cuando alguien no sabe que hacer con un paciente, lo manda a rehabilitación. Aunque en los últimos años, ha ganado un poco más de importancia. Es una especialidad nueva y está totalmente infravalorado lo que hacemos. Nuestros propios compañeros no conocen parte de nuestro trabajo. Muchos incluso no creen en ello. Es una especialidad tan importante como la cardiología, sin duda. Hay que ponerla en valor y hay que concienciar a los pacientes y a nuestros propios compañeros. No somos masajistas, somos médicos rehabilitadores.

¿Vamos a un fisioterapeuta antes que a un médico rehabilitador?

Totalmente, sobre todo aquí en Ourense. La gente va directamente al fisio ante cualquier dolor, sin conocer siquiera lo que tiene y cuál sería el tratamiento más adecuado. No siempre todo es recomendable. El circuito tendría que ser ver nosotros al paciente, explorarlo, diagnosticarlo y después decidir el tratamiento adecuado. Hacemos un estudio del paciente.

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