'Es doloroso ver que a la gente apenas le cuesta dejar a un compañero'

María del Campo, recibe 'achuchones' de varios perros. (Foto: Martiño Pinal)
Los perros y gatos abandonados o perdidos en la ciudad tienen sus particulares 'ángeles de la guarda', un grupo de personas que ahora están encabezadas por María del Campo, la nueva presidenta de la Asociación Protectora de Animales (Progape), que gestiona desde hace 13 años la perrera municipal.
¿Cómo llega a la protectora y a ser presidenta?
Llegué hace cuatro años por mediación de un conocido, sin saber lo que iba a encontrar. Empecé a venir a diario, compaginándolo con mi trabajo, y enseguida empezó a ser parte imprescindible de mi vida. En este momento, Rosa (Jarrín, anterior presidenta) necesita un descanso y dio el relevo. Yo era la vicepresidenta y al cesar ella, ayudada por gente muy válida, formamos una nueva directiva.

¿Cuáles son sus objetivos?
El principal siempre es intentar llegar a todos los animales, denunciar casos de maltrato, conseguir que la gente realmente se tome esto en serio y encontrar casa a cada uno de los animales que viven aquí.

En la perrera hay unos 600 animales, ¿falta sensibilización?
Necesitamos ser como en países como Alemania, en los que no se concibe que haya protectoras. Las que hay allí son a lo mejor de alemanes que buscan perros de otros países como España para moverlos allí, pero no son abandonados en Alemania porque allí no se contemplan esas barbaridades. Nosotros lo hemos normalizado, pero allí una ciudad como Ourense con una protectora de 600 perros es algo impensable.

De hecho, hay adopciones desde Alemania. ¿Cuántas y cómo las gestionan?
Al año pueden salir unos cinco o seis animales de media. Tenemos una colaboradora alemana que vive aquí pero tiene allí muchos contactos. Como viaja un par de veces al año, les mandamos una galería de los animales que hay. Ellos (los alemanes) buscan animales desahuciados, que prácticamente no se van a adoptar porque les falta una pata, porque tienen una edad o una enfermedad crónica. Son muy sensibles para eso.

¿Cómo llegan lo animales al albergue?
Lo habitual es que lleguen perdidos, ya sea con el lacero municipal o avisos ciudadanos. La mayoría no tiene microchip, porque la gente no está concienciada, y luego también hay propietarios que vienen a dejar su animal. Es de las cosas más dolorosas, ver cómo a la gente apenas le cuesta dejar a un compañero que ha tenido en su vida. Por el mínimo motivo, muchas veces llegan aquí.

¿Hay más abandonos con la crisis?
Sí que se nota. Los traen no porque no le puedan dar de comer si no, normalmente, porque vivían en una casa y tienen que cambiar a un piso más pequeño o dejar segundas viviendas.

¿Y bajan las adopciones?
No, la gente que viene aquí es porque los quiere y puede hacer un esfuerzo de apartar un poquito de dinero al mes para su animal.

¿Qué se puede hacer para reducir abandonos?
En la entrevista que hacemos para la adopción explicamos qué significa tener un perro. Aquí no están bien, pero tampoco mal, así que intentamos que sólo vayan a lugares que vayan a estar mejor que aquí, que no estén atados con una correa de un metro a cualquier poste. No se trata de buscarle propietario a cualquier precio, sino uno bueno. También insistimos mucho en la esterilización. Estamos intentando sacar a la mayoría de los perros de aquí castrados.

Un cachorro de tres meses abandonado en medio de la autovía y plagado de garrapatas, un mastín 'espectacular' con una herida en el cuello como huella de una vida 'atado' o una camada recogida de un contenedor son sólo algunos de los casos que llegan a la perrera municipal, escenificando la crueldad de las personas hacia los animales. No obstante, el día a día en esta asociación permite comprobar también la otra cara: la del hombre que se baja del coche para recoger al cachorro o la de los voluntarios que acuden a las instalaciones para pasear y 'mimar' a los 600 animales que allí se encuentran -de los que unos 25 son gatos-.
Precisamente, la colaboración de ciudadanos, asociación y Concello ha permitido realizar una campaña en la que se han atendido a unos 300 gatos callejeros, a través de la instalación de unas casetas en las que se les lleva comida y se les recoge para su esterilización y desparasitación para después devolverlos al barrio.

la gestión
Progape gestiona la perrera de Ourense desde el año 2000 a través de un convenio con el Concello, que es el que asume la mayoría de los costes, derivados del mantenimiento. Los animales viven en patios en los que hay jaulas abiertas para dormir y que están resguardados del sol y la lluvia. Trabajan en ella cuatro personas -incluido un veterinario-. Al ser una protectora, no se sacrifican los animales salvo en casos de sufrimiento del animal que le impida una vida digna.

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