NATURALEZA

De enseña de parques naturales a mera ruina

OURENSE 23/01/2018.- Reportaje gráfico de un edificio en ruina y tomado por grafiteros y otras hierbas. José Paz
photo_camera La planta baja destinada a aparcamiento está considerada como zona inundable por la Confederación Hidrográfica, ni con un muro de contención sería apta.

Nacido para albergar en su seno los Parques Naturales de Galicia hoy es una mole de cemento que desde la carretera de Vigo los conductores vislumbran a su pesar.

Ejemplo de despilfarro o feísmo de libro, al que la nueva “Lei do Solo” debiera buscar solución; al menos es lo que uno piensa. Su visión resulta lustrosa, incluso bella, con esa belleza como argumento que conllevan las ruinas: columnas paralelas que sostienen el encofrado con elegancia; puntos de fuga constructiva que rematan en una maleza envolvente; habitáculos en ladrillo vista para albergar cada parque; goteras que resuenan como en una cueva al batir contra el suelo; paredes que son grafiti; y mucha mugre, porque en el lugar abundan ya residuos de todo tipo 

OURENSE 23/01/2018.- Reportaje gráfico de un edificio en ruina y tomado por grafiteros y otras hierbas. José PazEl escenario es goloso, para pintarlo a golpe de spray o bote de pintura, que es lo que se ha hecho desde el 2012, año en el que las obras se paralizaron como esa crónica anunciada ya entonces. Con más o menos arte, el grafiti impera; mucha grafía y poco dibujo como en una casa tomada, que lo es. Mugre de abandono y juergas ocupas, que es lo que faltaba, que la interinidad del espacio dé pie a nuevos usos. Restos de basura, como si todo aquello fuera un vertedero millonario para despejar lo doméstico, y hasta de picadero, el sitio está a un paso del Muíño da Veiga, y todo el entorno sirve de aparcamiento. Un edificio como a la espera, eso, a la espera. 

‘Cen por cen natural’ 

Finales de marzo de 2007, un eufórico y crecido conselleiro de Medio Ambiente Pachi Vázquez anunciaba un icono arquitectónico, en Ourense. “Un espacio singular y simbólico” para albergar un proyecto estrella, un Centro de Interpretación de los Parques Naturales de Galicia. Aquel 29 de marzo no tenía ubicación pero se sabía que estaría al pie del Miño, y se hablaba ya de Ourense como “Pórtico de entrada á Galicia Verde, ben a través da actual autovía das Rías Baixas ou da futura estación do AVE”. El futuro edificio tendría seis grandes salas de interpretación, una por cada parque –Corrubedo, Monte Aloia, Fragas do Eume, y los tres ourensanos, Enciña da Lastra, O Invernadoiro, y o Xurés- junto a espacios de la Red Natura 2000. También aventuraba una próxima propuesta de ampliación de los parques, Trevinca y el Macizo Central. Para su presentación en sociedad estaba lo más granado de la sociedad ourensana. Otros tiempos, sin duda, la crisis era una entelequia inimaginable a golpe de ladrillo. 

Se precisaban 8000 metros cuadrados, 2380 para ocupar con el edificio, que además de las salas, albergaría un gran espacio de exposiciones e incluso un auditorio para 100 personas. Se barajaban también cifras de visitantes, “100.000 visitantes”, una cifra semejante a la de otros centros de estas características. Se respiraba como se ve optimismo por todos los poros. También en costes, 6 millones de euros, 5 para construcción, 1 para contenidos e interpretación. Aunque el conselleiro barajaba una fecha, la del 2008 para su inicio, la primera piedra del edificio no la pondría él, sería ya Agustín Hernández, en octubre de 2010, siendo ministra la socialista Elena Espinosa. Del bipartito quedaba ya un recuerdo. La parcela elegida finalmente estaba en las riberas del Miño, junto al Muíño da Veiga, bien visible desde la carretera de Vigo.

De provincia “Líder” en parques naturales habló la ministra, y –por suerte- lo seguimos siendo. En el proyecto – ahora de 8, 5 millones de euros- , tres administraciones, el Concello de Ourense aportaba los terrenos de 70 propietarios, el Ministerio de Medioambiente 7 y la Xunta de Galicia, 1,5 millones. 

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Un edificio sostenible, firmado por el arquitecto Fernando Lamas, con un notable aprovechamiento de la geotermia, horas de sol, se decía. 

Pachi Vázquez, el día de su presentación en sociedad hablaba del edificio como “cen por cen sostible, pola súa singularidade arquitectónica e porque quedará prevista a súa demolición a futuro para que os seus elementos podan ser reciclados ou reempregados totalmente”, palabras que hoy se aventuran premonitorias. 

El edificio fue paralizado en 2012, después de pulverizar 2,3 millones de euros erigidos en una mole de cemento muy visible desde cualquier ángulo y a puertas del Miño, en pleno corazón termal, tal como se pretendía. La parcela fue considerada ese año -2012- como zona inundable, y desde entonces se habla de dos fórmulas para liberar el entuerto, una, modificar el proyecto -adecuándolo a la legalidad- levantando un muro de contención y a su vez el coste millonario, otro, proceder al derribo, que tal como sabemos fue construido según criterios sostenibles ”cen por cen”. Una larga década después de aquel sueño visionario presentado en sociedad como un espectro de un ‘Guggenheim medioambiental’, nos queda el recuerdo y el chasis de una nave por tiempo varada a pie del Miño. En fin.

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