El cierre de colegios, incluso de escuelas unitarias, en los pequeños concellos es un auténtico drama para los municipios rurales; son servicios públicos cuya desaparición contribuye al abandono y el despoblamiento.

Sin escuelas, avanza la despoblación

Una vecina de Chandrexa de Queixa junto a la puerta, cerrada, de la escuela unitaria (al fondo). (Foto: XESÚS FARIÑAS)
Esto non é, dende logo, coñecer a realidade do mundo rural ourensán'.
Así de drástico se expresaba ayer el alcalde nacionalista de Vilar de Santos, Xan Jardón, regidor de un municipio que en el curso 2009-2010 perdió su escuela unitaria por una caída coyuntural de matrículas -'foi do primeiro que fixo Xesús Vázquez recén chegado á Consellería'-, bajón que logró remontar en cursos posteriores pero que, sin embargo, no generó la reapertura del centro. Los niños de tres a seis años deben ir ahora a Rairiz, cada día y en autobús escolar. La escuela, mientras, es eventual sede de actividades culturales, aunque el alcalde intenta abrir en ella un punto de atención a la infancia.

'Eu comparto plenamente o temor pola perda de poboación e de servizos, sempre en detrimento do noso medio rural porque, se a un veciño lle sacan unha prestación, ó final irá onde lla presten, na vila ou na cidade de turno', argumenta Jardón, que ha buscado alternativas a esa despoblación en la creación de un parque empresarial, un centro de día y un ambulatorio.

Chandrexa de Queixa también perdió su escuela unitaria hace tres cursos y su alcalde, el popular Francisco Rodríguez, precisa, con resignación, que el centro está ahora cerrado. 'Pero non tiñamos alumnos e así non se podía manter', alega. Rodríguez reconoce que la pérdida de servicios públicos acaba convirtiéndose en un golpe demoledor a la supervivencia de los pequeños concellos pero 'no noso caso foi imposible manter aberta a escola, que pecha porque non hai alumnos, e non os hai porque a despoboación avanza irremediablemente'.

En el mismo 'paquete' que Vilar de Santos cerró también la escuela unitaria de San Xoan de Río, en la comarca de Trives, al no cumplir el requisito mínimo de seis alumnos. Las puertas del centro se cerraron antes de que el popular Gerardo Rodríguez llegase a la alcaldía, pero no por eso le dio menos pena. Esa es la palabra que utiliza para describir el sentimiento que le produce a él mismo y al resto de vecinos porque 'a xente bota moito de menos o colexio', próximo al centro de salud y que no ha albergado ninguna actividad, ni académica ni de ningún otro ámbito, desde entonces. En la actualidad, los pocos niños que todavía viven en el municipio están siendo censados en Castro Caldelas, para poder acudir a las guarderías de la villa.

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