El escultor Manuel Padrón “Riós”

Una de las obras del escultor.
photo_camera Una de las obras del escultor.
El arte denominado hierático, llamado también arte religioso, se prodiga en Galicia.

Hace muchos años, a amigos, vecinos todos ellos de Piñor, les pedí el favor de que me reparasen parte de un muro viejo de “cachote” que cercaba mi propiedad y que se había venido abajo, a consecuencia de las fuertes lluvias. Diligentes acudieron a mi llamada.

En un momento que descansaban del trabajo, tomando una taza de vino, a la sombra de un frondoso carballo que ya no existe, les comentaba yo mi idea de siempre, y de mi deseo desde niño, de que algún día habría de tener en mi propiedad un “cruceiro”. Porque para mí tenía un significado primero por el simbolismo que ello representaba y también por su belleza escultórica.

Corría entonces el año 1973. Uno de aquel grupo de vecinos “o Trelo”, se adelantó a todos y dijo: “Ten que falar co Riós en Parada”. Los demás asintieron.

Al día siguiente fui a visitarle a su propia casa de Parada, donde había instalado en la planta baja su taller.

El día declinaba. La puerta estaba arrimada, y entré, porque el martilleo constante y acompasado de la maceta contra el cincel, hacía prever que el artista se encontraba dentro del local. La luz era tenue, y se concentraba en la pieza sobre la que inclinaba y volcaba su cuerpo, yo lo observaba a través del polvo existente y de la luz portátil. Me pareció que trabajaba sobre un busto de mujer con melena ondulada al que pasaba una escobilla y la mano con mimo, al que no dejaba de soplar repetidamente en oquedades que no alcanzaba. En ese instante, se produjo en mi ánimo la visión del gesto, como si quisiera infundirle a su obra un halito de vida de su propio espíritu.

El arte denominado hierático, llamado también arte religioso, se prodiga en Galicia, también en la Bretaña de la que nos habló Castelao, “As cruces de pedra na Bretaña”. Tan abstraído y concentrado estaba, que solo la sombra que yo proyectaba de la luz portátil delató mi presencia.

Tras el saludo y las disculpas, le expuse mi proyecto que consistía en esculpir un crucero en mi finca en Piñor, en el sitio que había elegido. A lo que me respondió ilusionado, aceptando mi proposición. Convenimos ambos en vernos al día siguiente en el propio lugar para mostrarle el sitio destinado al crucero, no sin antes comentarle que lo iba a enlosar con piedra rústica del monte, aproximadamente unos 40 m2, con lo cual le daría más realce a la obra.

Miguel Saco, artista y restaurador, que desde hace muchos años reside en New York y frecuentó el taller de Riós, me había hablado de su arte en esta materia, y lo consideraba ya entonces una figura relevante del arte hierático.

Siendo miembro yo de la Junta Directiva del Liceo Recreo Orensano que presidía entonces el Dr. José Fernandez, ilustre médico, y como secretario José Carlos Martinez Pedrayo, en una reunión de la Junta Directiva, que se celebraba en el edificio noble en la calle Lamas Carvajal, se me preguntó acerca de la profesionalidad de Manuel Padrón “Riós” y de su capacidad para realizar un trabajo importante en el edificio, puesto que sabían de mi relación con el escultor. Como no podía ser de otro modo, exalté su figura como la de un auténtico artista de la piedra, de su persona en cuanto a la moralidad y su profesionalidad y, cómo no, de su modestia. Realizó unas obras perfectas.

Siendo yo concejal de Cultura en el Excmo. Ayuntamiento de Ourense, realizó determinados trabajos que requerían de manos expertas como las réplicas de miliarios romanos que fueron instalados en los jardines de las Burgas. También restauró la bellísima fuente de la Plaza del Hierro y las escalinatas de Santa María. Lo sobresaliente de su obra se encuentra repartida por muchas capitales de España y de Sudamérica. Hoy ya no trabaja, pero su arte y su obra permanecerá como piedra que es, en los siglos venideros para orgullo de Ourense.

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