La última vez que la Policía Local los instaló fue en 2009, a raíz de un estudio que sólo duró seis meses, y se retiraron

El exceso de velocidad queda impune en la ciudad al no contar con radares

Una señal de advertencia, en la N-120 a su paso por la ciudad, sin efectividad porque no hay radar. (Foto: MIGUEL ÁNGEL)
A un conductor le pueden multar en la ciudad por ir al volante sin cinturón o por hablar por el móvil, por citar dos de las infracciones más recurrentes, pero nunca por rebasar los 50 kilómetros por hora, tal como limita el Reglamento General de Circulación actualmente en vigor. Y ello por una razón tan clara como no poseer un radar ni fijo ni móvil para demostrar que el infractor circula a más velocidad de la permitida en aras de la seguridad vial.
El Concello de Ourense reconoce que el departamento de multa de la Policía Local no está gestionando sanciones ante la Dirección General de Tráfico por los excesos de velocidad, tan frecuentes en algunas calles céntricas como Progreso, la avenida de La Habana u Otero Pedrayo, por carecer de radares. Pero es que tampoco lo echa en falta (no consta ninguna petición en marcha) ni los reclama, ya que Tráfico dispone de un dispositivo móvil al servicio de todos los concellos, que no ha sido requerido por la Policía Local.

La falta de radar en una ciudad del tamaño de Ourense, la tercera de Galicia en población, resulta sorprendente máxime cuando otras urbes más pequeñas cuentan con estos dispositivos de control de la velocidad. Lugo, por ejemplo, tiene dos instalados en la Ronda de la Muralla (para garantizar los 50 kilómetros por hora), además de un foto-rojo.

La última vez que la ciudad contó con radares fue en el año 2009, a raíz de un estudio para determinar si los excesos de velocidad influían en los accidentes que se estaban concentrando en determinadas calles, en las que la afluencia de tráfico era mayor (accesos al término municipal y vías principales). 'A propia Concellería de Tráfico realizou un seguemento das actuacións que podían contribuir a diminuir estes incidentes. O primeiro foi solicitar a colaboración da DGT e por un periodo de seis meses implantáronse radares móviles en puntos estratéxicos', aseguran fuentes del Concello.

No obstante, ese semestre -puntualizan- no detectaron 'nin un elevado índice de infraccións por exceso de velocidade, nin a diminución do número de atestados'.

El Concello matiza que a cambio implantó un plan estratégico para 'calmar' el tráfico rodado. Este consistió en la mejora de la señalización horizontal y vertical, además de implementarse la semaforización por fases (si un conductor se salta un semáforo en rojo el siguiente se pondrá también en rojo para intentar que se detenga) y se pusieron pasos elevados en zonas sensibles así como bandas rugosas en el pavimento.

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