Por fin llevamos luces largas

Navidad Ourense

Una peli de ficción, no de ciencia 

La ciudad está iluminada porque está gobernada por iluminados, una ventaja como otra cualquiera, el ejemplo de que el tuerto es rey. De tanta potencia que ofrecen las luminarias, los farolillos y las guirnaldas la gente camina por el centro urbano cegada por las luces largas del coche que viene de frente, sin nadie al volante en la habitual superchería política local, camino de estrellarse contra la muchedumbre. Los ourensanos de la ciudad, acostumbrados a vagar por la penumbra de la noche institucional como las ánimas que penan peregrinando a San Andrés de Teixido, están abducidos estos días por el impacto de la luz que durante la Navidad les hace creer que no están muertos. No hay película de ciencia ficción ambientada en el inabarcable espacio en la que no aparezca una luz intensa en el cielo y un platillo volante del que suele bajar un marciano para hacer la vida imposible a los terrícolas, como es el caso de Ourense. La divinidad siempre se representa con un haz de luz intensa, cegadora, la misma que rodea a las representaciones de Jesucristo que, una vez resucitado, sube a los cielos. Pero en el caso que nos ocupa, solo estamos ante este E.T. que con su deforme índice señala la luz de un ignoto planeta que entra por la ventana y exclama: “Mi casa”. 

Lo de los somieres

Estos días bienintencionados propósitos intentaron movilizar a las masas al grito de que la colocación de las fijaciones para el tinglado estaban dañando elementos protegidos en el patrimonio construido. Como ejemplos, el envoltorio irrespetuoso y hortera de la fuente de Bispo Cesáreo o algunos taladrazos en fachadas. Nadie subió una ceja por el asunto, en sede municipal las intervenciones de la oposición reeditan a Tristón y su “cielos, Leoncio” como mayor descarga épica. En Patrimonio no vieron nada punible en la maniobra, el mismo organismo que puede sancionar a un viandante que pone el pie en la escalera de una iglesia para atarse un zapato. Se deja el asunto a la reacción popular y no parece buena estrategia en una tierra en la que se cierran las fincas con somieres viejos y las vetustas bañeras retiradas de una reforma adornan los prados como bebederos de ganado. 

La ayuda social 

Poner excesos de Navidad es una forma como otra de comprar votos. En Ourense, tuvieron carreras políticas más longevas los que colocaron marquesinas de buses en las aldeas que los que apostaron por detener el deterioro del rural. Más los que no se perdían un pésame que los que impulsaron ayudas a la natalidad. Aquí hay luces y en enero, otra vez noche. Los siguientes objetivos serán el Entroido y las fiestas de Ourense antes de las elecciones. Por el medio aún se pueden contratar unas cuantas orquestas o preparar cuchipandas porque el votante entripado sabe mejor qué papeleta elegir. Que haya diez entidades sociales esperando por la ayuda prometida del Concello es solo una anomalía en medio de la juerga general. Una risa.

Lo vulgar vota 

Para asuntos de enjundia ya están los partidos clásicos, socialistas, populares y nacionalistas, de periclitados discursos y creyendo que la mayoría absoluta la da la promesa de aprobar un Plan de Urbanismo, vender “segundas transformaciones” y creer que con ser educados ya es suficiente. La ciudad está ya en otra dimensión, no hacen llaga las imprecaciones de sus representantes, se despreocupa de las mentiras porque en política nunca se dice una verdad, se desentiende del mamoneo de los asesores municipales que se lo llevan calentito cada mes, pasan de las horas extras a precio de oro a los agentes de la Policía Local y los bomberos, se dan cuenta que igual de malos son los tres y el del tambor que mandan hoy que el resto de los 23 concejales, estimulantes como un coro de monjes cantando gregoriano. Los modelos de convivencia institucional están cambiando, está claro que para mal. Los aspirantes a ocuparse de la granja municipal no lo tienen nada fácil, porque la metástasis de la zafiedad está cada vez más extendida y si quedasen reflexivos ciudadanos se les manda un buen fogonazo de luz navideña y a seguir ciegos.

Al poner la lupa: se necesita cemento, también materia gris

 

Obras en el CHUO.
Obras en el CHUO.

Hay obras en marcha en el Complexo Hospitalario, un centro sanitario en permanente remodelación para dar servicio a las necesidades cada vez más acuciantes. Pero, paralelamente, otras urgencias aprietan el gaznate a los gestores sanitarios, a los de aquí y a los de allá: es la materia gris lo que hace falta. Urgen especialistas, pero no los hay, como se justifican una y otra vez los responsables de todas las comunidades autónomas. Tras reconocer ese déficit se debe instar a buscar soluciones porque está en juego la salud, algo sagrado. Parte de los pilares del desarrollo español en las últimas décadas se debe a la educación y la sanidad. Vemos, por desgracia, que ambos derechos son pisoteados por la discusión política, que los usa como arma arrojadiza para el rival, como si aquí no hubiese gobernado todo el mundo. Si los políticos no son capaces de blindar ambos servicios, para qué los queremos tomando decisiones. Por mucho cemento que se siga gastando. 

El portafotos

Esperanza Cortiñas (Foto: Martiño Pinal).
Esperanza Cortiñas (Foto: Martiño Pinal).

Esperanza Cortiñas cumplió ayer sábado 106 años y desde su aparición en La Región, hace de esto ya un tiempo, su agenda está abarrotada de peticiones de medios de comunicación y de solicitudes de oportunistas políticos para sacarse fotos con ella. Esta pontina tiene la coquetería de una reina de Inglaterra y la sonrisa de una mujer que vive en comunión con el optimismo. Isabel II, fallecida en septiembre, acostumbraba a tomarse una copita de ginebra antes de acostarse y Esperanza se toma a diario un chupito de licor café a las doce del mediodía, sagrado como el ángelus. Queda para científicos determinar la responsabilidad del exlixir en la longevidad. Si es así, vamos a darle todos a la licorera porque, como contaba el periódico, el número de personas centenarias en la provincia se triplicará en Ourense en quince años. La propia Esperanza es ya un ejemplo de eso que se llama la Okinawa ourensana, un rincón en el que sigue amaneciendo para cientos de personas muy mayores. Esperanza es toda una esperanza de vida, todo un ejemplo en la provincia que, renunciando cada vez más a nacimientos, al menos tiene el privilegio de contar con abuelos que se pasan de padres a hijos, aunque parezca una perogrullada. Felicidades, Esperanza. 

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