Santiago B.L., de 33 años, intentó hace tres años trabajar de enfermero en Ourense con un título falso. No lo consiguió porque el Colegio Profesional de Enfermería lo detectó a tiempo y frustró sus planes. Tiempo después sí pudo hacerlo en las provincias de Lugo y en Madrid, en donde tiene procesos penales pendientes por intrusismo. Ahora tiene un trabajo legal -es reparador de seguros en Toledo- y ha comenzado una nueva etapa tras casarse.
Ayer, en el Juzgado Penal 2 de Ourense, tuvo que dar explicaciones -solo contestó a las preguntas de su abogada- sobre el intento de colegiación en marzo de 2018. Está acusado de un delito de falsedad en documento oficial, delito por el que se enfrenta a una pena de dos años y medio de cárcel y multa de 9 meses (20 euros al día).
Admitió que lo intentó pero, según él, ese acto obedece a su falta de control de los impulsos porque sufre un trastorno mixto de la personalidad: "Desde pequeñito, desde que sufrí una adopción". El forense que compareció en el juicio a través de videoconferencia explicó en qué consiste ese trastorno. "Los rasgos de personalidad que todos tenemos, nuestra forma de ser y comportarnos, en estos pacientes están presentes en un grado excesivo y condicionan su forma de actuar y relacionarse con los demás (...), con rasgos muy acusados de tipo impulsivo y excesiva ansiedad", explicó.
En este caso, en el colegio le gustaba llamar la atención y acusaba -destacó- "falta de concentración e hiperactividad"-. Se reconoció "incapaz" de frenar sus deseos y por esa razón está a tratamiento psiquiátrico. Pero, además, porque tuvo un pasado de pirómano y fue condenado por la Audiencia de Ourense a someterse a tratamiento ambulatorio, en vez de prisión, en dos causas diferentes.
Pese a los intentos de Santiago de hacer valer su trastorno para eximirle o atenuarle una posible condena, el forense de Illescas (Toledo) que reconoció al inculpado no le dio esa opción. "El trastorno mixto de personalidad no tuvo incidencia en su acción delictiva", sostuvo a modo de conclusión. Considera que el hecho concreto de falsificar el título -lo que se juzga en este proceso- sí puede obedecer a un impulso pero evaluó más variables, teniendo en cuenta conductas posteriores de Santiago. Para el facultativo, la planificación del acto -presentar documentos falsos y posteriormente trabajar en distintos lugares como Lugo o Madrid para no ser pillado- no obedece a la falta de control de los impulsos, tal como podría ocurrir con los incendios forestales, en donde se le apreció como eximente. "Estamos ante una acción premeditada, con planificación y prolongada en el tiempo", aseguró. En terminología forense, "la capacidad volitiva no estaba afectada".
Además, según el fiscal, la falsificación "no era burda". El sello de la Universidade de Vigo estaba muy logrado y fue la pericia de la administrativa del colegio la que evitó males mayores.
La abogada de la defensa no considera válido ese dictamen "por su imparcialidad, incongruencia y extralimitación". Considera que la jueza debería tener en cuenta los informes que se aporten en las otras causas "emitidos por facultativos imparciales". Tildó la falsedad enjuiciada de "doméstica o inocua" porque no produjo efectos ya que la administrativa del colegio se percató que en la documentación no constaba el número de registro nacional de títulos y a partir de ahí llamó a la Escuela de Enfermería para certificar que no había cursado ese grado sanitario. Planteó, en caso de condena, atenuantes o eximentes de alteración psíquica y dilaciones indebidas.
El abogado del Colegio de Enfermería, que ejerce la acusación particular, alertó de las consecuencias del acto delictivo "por el peligro que supondría para la salud" de los demás si llega a materializar su propósito. A su entender, "la patología no puede ser patente de corso para eximirlo de responsabilidad en sus actos delictivos", destacó.
